«Anoushka Shankar debuta en Deutsche Grammophon de la mano de Javier Limón, con el que mantiene una reivindicación común por un sonido con miles de años de Historia. No se trata solo de fusión, sino de una expedición conjunta con sello propio»
Anoushka Shankar
«Traveller»
DEUTSCHE GRAMMOPHON/UNIVERSAL
Texto: GERNOT DUDDA.
Anoushka Shankar debuta en el sello Deutsche Grammophon de la mano de Javier Limón, con el que mantiene una reivindicación común por un sonido con miles de años de Historia. No se trata solo de fusión –aunque tanto el flamenco como la música clásica india alternan protagonismo en muchos tramos de este trazado–, sino de una expedición conjunta con sello propio que basa su pilar fundamental en una admiración mutua y en un amor por la música manifestado con expresiva pureza. Cada uno ha visto reconocido en el otro una parte importante de sus propias raíces. “Cuando Anoushka toca esta música india pura con su sitar para nosotros está haciendo flamenco”, dice Limón.
A partir de aquí el procedimiento puede variar pero el resultado es siempre inspirado y de una incalculable riqueza. Anoushka aportando sus ragas como punto de partida y Limón algunas melodías y traducciones de poetas antiguos. Y hay momentos realmente magistrales. Como la bulería que hace con el pianista Pedro Ricardo Miño, con el que vuelve a tocar en un disco suyo. O con el vozarrón de Duquende en ‘Si no puedo verla’. O mano a mano con el gran Pepe Habichuela en ‘Boy meets girl’, que tiene la progresión acórdica de una granaína pero sobre la que Anoushka ha acabado tocando una raga muy antigua para descubrir que ambas escalas funcionan bien juntas. El trabajo es, de hecho, una sucesión continua de descubrimientos sobre los lugares comunes. Ni siquiera una pieza igualmente asombrosa como ‘Krishna’ –donde no está Limón ni ninguno de sus flamencos habituales– y cuya letra ha sido escrita para la ocasión por el padre, Ravi Shankar, desentona de la foto global. Y como tampoco podría ser de otra manera dada la propia naturaleza del sitar, el resultado es a menudo “muy progresivo”, lo que por supuesto puede atraer a un público huérfano de este tipo de demostraciones.
La ocasión merece hacer revisar la cantidad de veces que el flamenco y el sitar se han visto antes las caras, pero probablemente estemos ante el encuentro más serio y completo desde que Paco de Lucía y John McLaughlin compartieran correrías en los años 70.
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Anterior disco del día: Élena.
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