«Anni no parece tener mucho que contar que no pudiera haberlo hecho en Twitter. O a lo mejor es que eso es justo lo que piden los tiempos, pequeños haikus melancólicos, endocéntricos y un poco ególatras por aburrimiento»
Anni B Sweet
“Oh monsters!”
SUBTERFUGE
Texto: DARÍO VICO.
El segundo disco de Anni B Sweet me va gustando más según lo escucho, aunque me da la impresión de que a mucha gente devota le puede pasar lo contrario. Me sorprendió al principio que las primeras canciones me recordaran a Carly Simon (pero la de los primeros ochenta) y hasta a Sally Oldfield… Música para adultos de antes que ella hubiera nacido. Y más ese «bloque Cure’» de mitad del disco, para de pronto encontrarme con ese toque Chuck Mangione / Baez + Morriccone (más que Herb Alpert) que ahora parece indispensable en cualquier disco indie (todo suena muy bien, los músicos de la generación de los noventa han aprendido a tocar estupendamente y ampliado su paleta de influencias, pero al final todo acaba por parecer un catálogo de habilidades, colores y arreglos, y no una obra de autor, como debería ser en este caso). Y en medio de todo, hasta un arranque a la primera Grace Slick, la más psicodélica y chicletera. Luego más o menos le he ido encontrando encaje a todo, más que nada como un conjunto de canciones con muchas influencias reinterpretadas con convicción, devoción y sinceridad.
El disco no tiene mucho peso. Anni no parece tener mucho que contar que no pudiera haberlo hecho en Twitter. O a lo mejor es que eso es justo lo que piden los tiempos, pequeños haikus melancólicos, endocéntricos y un poco ególatras por aburrimiento, por puro aislamiento, da igual en 144 caracteres que en una veintena de versos (ahora que nadie parece tener nada que decir y por eso sigue hablando sin parar, día y noche tras día). En este caso, el inglés tampoco ayuda, al menos a mí no me ayuda nada, pero tampoco tengo nada que escuchar, si he de confesarlo; la voz de Anni como instrumento es bonita. Sus letras, como los millones de mensajes de Twitter que se escriben cada día, llenan un espacio inexistente, lo que está realmente bien.
“Oh monsters!” lleva solo una exclamación porque esa es la costumbre en el inglés. Pero en español, una sola exclamación deja algo abierto; escuchándolo una y otra vez para escribir esto, las primeras veces por necesidad profesional, poco a poco como un karma, por esa rendija de la primera exclamación se cuelan algunos sentimientos y muestran habilidades de una cantante para mi gusto muy justita, una compositora con más atención a los detalles que a las figuras y que sin embargo al final consigue transmitir algo indefinido, que se acaba definiendo supongo según lo que le aporte cada oyente. Eso me parece un muy buen valor en un disco de transición en un momento de transición hacia algo que supongo nos tiene un poco aterrados a todos. El disco, según voy escuchándolo, me parece menos vacío y más hueco, con más posibilidades de contener partes de tu experiencia para sustituir a lo que le falta.
Musicalmente es interesante, toda esa variedad de intentos de un extremo a otro, aunque ya he dicho que me cansa un poco que algunas influencias acaben por aparecer en un disco tras otro como si una generación de músicos se plegara a planes quinquenales. Pero aquí sirven para dar realmente la medida de cómo la voz de Anni, siendo muy limitada en su registro, tiene una rara flexibilidad que se adapta casi a cualquier cosa. De las más flojas, convencionales y esperables ‘At home’ y ‘Locked in verses’, a mi favorita ‘The closer’, por no decir ‘Catastrophe of love’, donde me parece que se ha marcado un plagio inconsciente a lo ‘My sweet Lord’ pero con el ‘Mi querida España’ de Cecilia…
Y hablando de Cecilia, es curioso pensar todo lo que daba de sí hace cuarenta años el férreo sistema de la CBS para abrirle las puertas estilísticas y literarias a una artista nueva y revolucionaria, y hacerla vender millones de copias y convertir sus canciones en éxitos, sí, pero también en clásicos de la música popular, y lo que cuesta hacer lo mismo ahora, con toda la libertad del mundo, desde el otro lado. Y lo que faltan no son medios, sino liberarse aún de viejos prejuicios sobre lo que realmente es hacer música pues eso, popular. Creo que Anni, si madura, está en condiciones de reventar esos límites invisibles. Y este disco, fallido en cierta manera pero lleno de cosas interesantes y sorprendentes, y muy ligero de prejuicios, es un punto de partida.
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