«Me gustaría poder adquirir más tiempo, ni siquiera detenerlo; comprárselo a la gente que no lo utiliza, como por ejemplo, todas esas personas que aparecen en los programas tipo ‘Casa de millonarios’ o ‘Esposas de millonarios’. Más tiempo, por favor. Hay tanto que aprender… Pasa a toda leche»
El amigo Igor Paskual nos deja disfrutar de su fina escritura en este magnífico «Diario argentino» en el que narra sus andanzas por Argentina el pasado mes de junio, donde ofreció varios conciertos. Una joya. No, dos joyas: el diario y el propio Igor.
Texto: IGOR PASKUAL.
Fotos: Archivo de www.igorpaskual.com.
Aeropuerto Barcelona
Había estado una semana ensayando en Barcelona preparando algunas canciones nuevas para los próximos conciertos con Loquillo. Allí tuve mi primer contacto con Josu (guitarra) y con Alfonso (bajo) a quienes apenas conocía. Ellos habían estado en la gira de teatros que yo no hice y teníamos ganas de ver si la banda sonaba engrasada y, sobre todo, de ver cómo funcionaban las tres guitarras al mismo tiempo. Justo el día que llegaba Loquillo a los ensayos yo me tenía que ir y, por desgracia, no coincidimos juntos.
Después del último ensayo, fuimos a cenar y entre una cosa y otra, para variar, nos dieron las tantas así que partí hacia el aeropuerto de madrugada sin dormir, cosa que cada vez me jode más. Como es ya costumbre, me lié al imprimir el billete y cuando iba a darme un ataque de nervios apareció un señor muy amable que me echó un cable en todo. Poco después me dijo que era Ander Intxausti, al que yo había leído bastantes veces en el «Ruta 66». En el rock está la salvación. ¡Gracias Ander! En un kiosko compré toda la prensa y un nuevo libro sobre Guardiola, exentrenador del F.C. Barcelona que en unos pocos años será estudiado en las clases de filosofía junto a Bergson y Heidegger, o al menos en lugar de. Me encantó leer que en El Primavera Sound le había ido muy bien a Lorena Álvarez y su Banda Municipal. ¡Bien!
No paré de leer todo lo que duró el viaje. Escala en Amsterdam incluida. Cada vez me resulta más difícil encontrar esa calma para terminar un libro largo. Siempre hay mil compromisos que atender y tanto, tanto que hacer que olvidamos los placeres que más nos gustan, quizá estamos pendientes de los que nos satisfacen rápido pero la lectura es bonita y la descuidamos porque necesita tiempo y paciencia. Los viajes largos son un oasis.
Llegada y regalo
Cuando llegué a Ezeiza me estaba esperando el gran D-Rex, bajista de la banda y la verdad es que se lo agradecí. Llegar a un sitio por la noche, medio descolocado y ponerte a pillar transporte y todo eso… es, bueno, poco acogedor. Él estaba a 500 kilómetros de Baires y en la carretera se encontró con una carretera cortada de una de las frecuentes y habituales protestas que preñan el país y casi no llega. Hubiera sido una putada porque, además, no me iba bien el móvil y hubiera esperado en vano. Cenamos en un lugar de fanáticos del San Lorenzo de Almagro y me regaló un libro del poeta Oliverio Girondo. Me había hablado de él en mi anterior viaje de noviembre y ni siquiera me sonaba su nombre pero me encantó. No podía ser de otra manera, además enemigo declarado de Borges al que no soporto ni sus libros ni su personalidad. Bien por Oliverio. D-Rex es un hombre con una conversación vibrante elegante y precisa, gran observador de la vida cotidiana y con una ironía que destroza cualquier concepto establecido. Es arquitecto de formación y merece la pena hacer un recorrido por la ciudad con él. No voy a decir que me siento inferior a D-Rex, pero me gustaría ser tan ingenioso como él. Supongo que es su forma de sobrevivir en un país tan extremo y, en ocasiones, caótico, eso, sí, para lo malo pero también para lo bueno.
Primer ensayo
Al día siguiente tuvimos nuestro primer ensayo con Lulo (batería) y Sam (guitarra) que estaban recién llegados de una gira por Brasil. Habían reunido a su banda, Motorama, y venían de hacer doce conciertos en doce días o una cosa de estas con miles de aventuras y anécdotas que destrozan a cualquiera. Como ya nos conocemos y entienden el lenguaje del rock a las mil maravillas, sonó bien desde el principio pero terminamos un poco tarde de ensayar y hasta las tres de la mañana no llego a casa. Al día siguiente, todos estamos más descansados y el ensayo va mejor aún. Ahora sí. Cenamos en la pizzería Imperio, lugar donde llegó a cantar Julio Sosa y se nos junta Niko, contrabajista de Motorama y Mario, un amigo de padres asturianos. Me ilustran de fútbol y tango. Yo estoy terminando mi trabajo de investigación sobre estadios de fútbol y estoy medio obsesionado con el tema, voy muy mal con la fecha de entrega y tengo miedo de que no me dé tiempo a terminarlo. Pero es fascinante. Llega un momento en que me dan tanta información que saco una Moleskine y me pongo a apuntar lo que dicen. Yo les cuento mucho de Manolo Preciado, y lo que supuso su enfrentamiento con Mourinho y de cómo el Sporting ganó al Real Madrid en el Bernabéu dejando al equipo de Mourinho sin posibilidad de ganar aquel año la Liga, en lo que fue una gran exhibición de justicia poética. Mario ya sabía de ese partido y me enseñó una foto del gol del Sporting de Gijón a Casillas y sabía perfectamente de lo que significaba Preciado para el fútbol. Por eso, en la fantástica revista «Panenka» fue portada del número tres y Mourihno no lo será en su puta vida.
A la hora de pagar la cuenta alucino de cómo han subido los precios en muy pocos años, hay cosas que incluso están más caras que en España, que ya es decir. Hago una visita al Makena a ver a Jessica Kusnier que siempre está para ayudar, además de ser una pro de la promo y, después de ver a un par de cover bands (una muy buena de Kiss), me voy para casa, estoy reventado.
Siempre digo que en el rock he conocido a las peores personas pero también a las mejores. ¿Cómo es posible que haya tenido dos bandas en Buenos Aires y que hayan coincidido tan buena gente?
La banda
Al día siguiente aprovecho para comprar libros, muchos sobre fútbol, y algunos me resultarán realmente útiles. Tienen cosas fantásticas sobre fútbol en las librerías argentinas, mejor que en España, aunque no tanto como en Inglaterra, pero es que Inglaterra es el paraíso para comprar casi cualquier cosa como correponde a un país de piratas. Eso sí, en materia libros de rock y fútbol, en Londres ya puede uno ir preparando la tarjeta de crédito. Una ruina muy placentera pero una ruina. Siempre digo que en el rock he conocido a las peores personas pero también a las mejores. ¿Cómo es posible que haya tenido dos bandas en Buenos Aires y que hayan coincidido tan buena gente? No es fácil porque, además, es fruto de la casualidad, es decir, no son gente que busqué yo sino que me la recomendaron. Gente con alma y sensible al rock. Lulo, el batería, es un hombre concentrado, alguien que no pierde tiempo en gestos ni palabras innecesarias y eso se nota en su forma de tocar ya que sus adornos nunca interrumpen. En su silencio habita sin alardes una entrega y decisión con pocos parangones en Buenos Aires que caracteriza a un hombre en el límite. El límite del que tiene una gran familia que mantener y vive solo del rock y para el rock. Una hazaña, sin duda. Es una garantía por su solidez; y además hace coros preciosos. Sam, el guitarrista, es una mezcla entre Setzer y Costello, el rugido rockabilly mezclado con el gusto por la melodía impecable, supongo que por eso es tan fan de Morrissey. Gran cantante y guitarrista, pero encima, con un amplio margen de mejora, va a ser uno de los mejores en Argentina, precisamente porque tiene la base de los años cincuenta sin estar cerrado a nada; muy buen sonido de Telecaster y como sus dos compañeros añade un puntito de rabia porteña que viene muy bien. Él es la alegría del grupo que envuelve con una prestancia muy profesional de la que presume muy poco.
La Plata y Preciado
Esa misma tarde quedamos para ir a la Plata y en un taxi me enteré de la muerte de Manolo Preciado. Fue algo horrible, indescriptible. Fuy a tocar de muy mala hostia y me puse a llorar, no lo entiendo, porque apenas le conocía pero el recuerdo de las pocas veces en las que coincidí con él lo guardo con enorme cariño. Hacía poco que me había firmado una foto que tengo enmarcada en mi casa y que es un tesoro. Me jodió estar de ese humor de perros porque era el primer concierto y porque el grupo invitado (La Medianera) fueron muy majos. Hicimos un buen concierto pero sabemos que pudimos estar mejor. Yo no anduve muy centrado, la verdad. Vinieron del foro Calamaro a entrevistarme y también subió Copi Corellano (ex Huracán Ambulante) a tocar con nosotros dos canciones al piano. Llegamos tardísimo a Buenos Aires. Eché de menos a Fede Kempff con el que habíamos tocado hace unos meses y con el que grabé una canción suya a medias para su próximo disco. Muy Dylan y lleva una banda que le tiene bastante pillado el rollo del Dylan recién electrificado.
El día E
Dejé la casa en Recoleta y me fui al hotel que ponía el festival. A Corrientes. Puro centro. Pura vida y latido. Vienen a buscarme para la prueba de sonido del «Ciudad Emergente» y llegamos al escenario. Nos hará el sonido Mariano Asain, hermano de Lulo, nuestro batería, y líder del grupo Valle de Muñecas. Es un acierto haberle traído y por la noche tendremos ocasión de confirmarlo. En Valle de Muñecas también toca Lulo y, de vez en cuando, le pego alguna escucha porque, además de las composiciones así, me gusta cómo suena, pillan bien el ambiente de grupo tocando a la vez, me gusta los ecos que usan, que apenas se notan. Zuhaitz, que ha llegado de Sao Paulo, Brasil, se encarga, entre otras cosas, de que en la pantalla central se emitan los videoclips mientras tocamos, así como el logo que me diseñó Panci. La organización es extraordinaria y no hay nada que más me guste porque si estás en otro país y todo falla, te sientes un poco indefenso. Me acerco al Hotel Bauen, un lugar que, amenazado por el cierre, fue regentado por los trabajadores en régimen de cooperativa y fue donde me alojé la primera vez que viajé a Buenos Aires. Me encanta estar a solas, que no es lo mismo que estar solo, y creo que es porque me paso la vida rodeado de gente, así que disfruto esos momentos con verdadera fruición y me voy al Bauen a comer en soledad. Veo por la tele el Banfield-Boca donde los xeneizes se juegan el campeonato al mismo tiempo que Banfield pelea por evitar el descenso; es curioso porque cuando estuve tocando con Primitivos en el 2009, Banfield salió campeón. Me cae bien Banfield, porque allí tuvimos un asado memorable en casa de Lee Urso, batería de Primitivos; aparte de la comida estupenda, en el asado de Lee no dejamos de tocar ni escuchar discos, muchos de esos artistas eran desconocidos para mí. Fue uno de esos momentos en los que puedo decir que recuperé la fe en el rock y en la gente que lo hacía. No es que la hubiese perdido, pero recibí un chute de energía y pasión que me devolvió la vida. Yo pasaba un momento personal de mierda y me había vuelto un poco gilipollas, la verdad. El rock (bueno, la gente que lo hace) me devolvió algo importante que había perdido.
Concierto
El «Ciudad Emergente» es un Festival que aparte de apoyar a grupos «emergentes» también emite películas y hay exposiciones. Está hasta atrás de gente. Trato de llegar pronto para ver la actuación de Motorama acompañado de D-Rex. Muy buenos. Todos los grupos estuvieron geniales y amables con nosotros y entre charla y fotos, en el amplio camerino apenas hubo tiempo de ponerse nerviosos aunque reconozco que sentía una responsabilidad enorme. Por todo lo que nos había costado llegar a ese importante festival y por el riesgo de la organización por llamarnos. ¿Nuestro concierto? Creo que estuvimos francamente bien, muy sólidos, con determinación rockera y el público atentísimo. Eso sí es un gran concierto. Luego hicimos varias entrevistas y nos largamos a cenar a Corrientes. Y, por fin, me fui al Bizarro, hogar de tantas y tantas aventuras. Allí escuché la música de puta madre que ponen siempre y en petit comité escuché el nuevo disco de Los Primitivos, incluido el solo de guitarra que había grabado en mi última visita. Suena muy bien, han dado un paso hacia adelante. La noche trancurrirá entre conversaciones fantásticas sobre fútbol y el estado de la nación (la Argentina, por supuesto). Hum… a veces la verborrea argentina puede resultar agotadora pero si das con alguien que tenga el punto pillado este es el país perfecto para el arte de conversar, solo con las palabras pueden hacer de la vida algo sublime. No puedo evitar acordarme de España y de todo lo que tenemos aquí y que durante muchos años no hemos sabido apreciar como, por ejemplo, la educación pública. No creo que los países tengan los dirigentes que se merezcan pero a veces no sé en qué coño estamos pensando. Lo repito una y mil veces, no somos conscientes de lo que tenemos ni de lo que cuesta conseguir las cosas. Se acerca Darío, un viejo amigo, a verme ya que sabe que para hablar conmigo con calma es mucho mejor hacerlo después de un concierto porque antes suelo tener la cabeza solo en las canciones que revolotean por mi mente. Le agradezco la visita, las distancias en Buenos Aires no son las mismas que en Gijón, ni que Madrid y sé que ha tenido que recorrer una gran distancia. Vuelvo tarde al hotel y llego a la misma hora que Zuhaitz que había ido a ver a Motorama al Pueyrredón (sí, algunos de mis músicos esa noche dieron tres conciertos). Vemos el deuvedé del concierto y nos quedamos contentos. En efecto, ha sido un gran concierto.
Salón Pueyrredón: capital del punk
Al día siguiente, tenemos un concierto en el Salón Pueyrredón dentro de una feria del vinilo con dos grupos más. Durante el día compro más libros, escribo un poco de mi trabajo de investigación y hago encargos. Me reencuentro con los chicos para la prueba y D-Rex y yo festejamos al gran Oliverio Girondo, aunque se me olvida devolverle la bufanda que me prestó para no enfriarme la garganta (no calculé que allí hacía más frío que en España y fui muy ligero de ropa). Cenamos con Mariano Azqueta (amigo y responsable de ATMC, el sello que edita en Argentina «Equilibrio inestable») y vemos un partido clave para el ascenso de River; no hace falta hablar de la pasión por el fútbol allí. Europa, insisto, no es que esté muerta, pero está muy, muy vieja. Azqueta, además de su pasión por River es socio del Atlétic de Bilbao. El día anterior, Gastón en Bizarro me había puesto sus vídeos de fanáticos de Boca (él entre ellos, claro) y guau… ¿Qué puedo decir? Nada que ver, aún nos queda una educación y una sanidad maravillosas (creo que por poco) pero estamos viejos, sin alma, como sin vida.
Tocábamos varias bandas y apenas pude ver al resto de bandas pero antes del concierto bailamos un poco a los Beach Boys y cuando salimos dimos un concierto tremendo. Rock, rock y rock. Cómo me alegro de haber recuperado ‘Viciosa’ para el repertorio, funcionó de maravilla. El Pueyrredón es un lugar de puta madre, es así, ¡muy punk! Es un sitio cojonudo para ir, lo pelean de verdad, insisto, allí no es tan fácil como aquí. Nada es fácil, ni siquiera ligar, porque incluso la competencia local tiene un nivel muy alto en físico y verbo, ja, ja. Así que me quedé toda la noche en Pueyrredón, hacía mucho tiempo que no salía y levanté el pie del freno y me dejé llevar, lo disfruté de verdad, apenas conocía a nadie allí pero recordaré muy bien esa noche. Con incidente incluido. Salí de allí al mediodía, comí con una amiga y fui directo al aeropuerto. Para variar me confundí un poco en Ezeiza y apareció uno de esos eternos ángeles de la guardia que me siguen a todas partes. Una chica de Aerolíneas Argentinas había estado en el concierto del Emergente, me reconoció y me echó un buen cable.
Llegada a España
Eran ya quince días sin ver a los pequeños y nada más llegar a España me esperaba la grabación del nuevo disco con Loquillo que, afortunadamente, salió de maravilla y justo después me iba a la Risi School con treinta chavales muy prometedores y unos profesores dispuestos a sacar lo mejor de ellos. Me gustaría poder adquirir más tiempo, ni siquiera detenerlo; comprárselo a la gente que no lo utiliza, como por ejemplo, todas esas personas que aparecen en los programas tipo «Casa de millonarios» o «Esposas de millonarios». Más tiempo, por favor. Hay tanto que aprender… Pasa a toda leche. En diciembre, ahora que lo pienso, justo un día después de mi cumpleaños, hará diez años que toco con Loquillo. A ver cómo lo celebro, pero me gustaría disponer de dos días extras de vida para pasar una resaca en condiciones.
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