«En octubre del 82 Weller comunicó a sus compañeros ‘la decisión’: Buckler y Foxton no se lo creían. Le dieron un cheque en blanco, le ofrecieron ‘congelar’ al trío una temporada y que Weller grabara material en solitario, hubieran aceptado cualquier cosa que les hubiera propuesto. No le convencieron y en diciembre The Jam ya eran historia»
La edición en formato «deluxe» de «The gift», el último disco de The Jam, pone de actualidad a una de las bandas esenciales de la frontera entre los setenta y los ochenta, concretamente su momento final, que nos narra Àlex Oró.
Texto: ÀLEX ORÓ.
1982 fue un año catártico para Paul Weller. Consiguió situar un elepé de The Jam en lo más alto de las listas de éxito. Tras conseguirlo, decidió disolver la banda ante la estupefacción de sus compañeros. Han pasado treinta años y el “modfather” nunca se ha arrepentido de esta decisión. Coincidiendo con esta efemérides, tres novedades discográficas relacionadas con Paul Weller coinciden estos días en el mercado. La más relevante, es la reedición “Deluxe”, de “The gift”, ese sexto y último disco de estudio del grupo. Complementan esta novedad, una edición limitada a mil copias en vinilo del concierto que en abril del 82 el grupo grabó en Copenhague para la radiotelevisión danesa en su gira de promoción de “The gift”. Finalmente, Weller aprovecha el mercado navideño para publicar un último maxisingle con material y descartes de “Sonik kicks”, su último elepé.
“Dirigido personalmente a nuestros fans,
Al finalizar este año, The Jam se separarán oficialmente. Siento que juntos hemos conseguido todo lo que podíamos como grupo, tanto a nivel musical como comercial. Acabaría odiándonos si termináramos vergonzosamente viejos tal y como hacen muchos grupos. Quiero que terminemos con dignidad. (…) Gracias por todo el apoyo que nos habéis mostrado y por el gran cariño que los tres hemos recibido y sentido. De aquí en adelante, amor y amistad.
Paul Weller”.
El 30 de octubre de 1982 los principales medios de comunicación británicos recibieron esta nota manuscrita de Paul Weller en la que comunicaba la disolución de The Jam, una de la bandas más populares del punk y la new wave, la que más singles había colocado en las listas de éxito del Reino Unido (¡ojo!, solo del Reino Unido) después de The Beatles. Nadie comprendía las razones de Weller, principalmente sus dos compañeros de viaje: el bajista Bruce Foxton y el batería Rick Buckler, que conocían la decisión del jefe desde el mes de junio. Han pasado treinta años y a Weller todavía le preguntan por qué disolvió su banda en el momento de máximo esplendor. Han pasado treinta años y a Weller todavía le preguntan sobre una hipotética reunión del trío de Woking. Han pasado treinta años y Weller está harto de que siempre le pregunten lo mismo.
¿Pero qué es lo que sucedió? ¿Cómo y cuando se hartó Weller de The Jam? Las respuestas hay que buscarlas un año antes, a finales de 1981, cuando el trío entró en los Air Studios de Londres, propiedad de George Martin, para grabar lo que meses más tarde sería «The gift», el sexto elepé del trío que recuperó los sonidos mod para la juventud británica y que Universal ha reeditado en formato “Deluxe” y en una caja “Super Deluxe”, coincidiendo con el treinta aniversario de su lanzamiento. “The Gift” debía ser el disco definitivo de The Jam, el que les permitiera acceder al primer puesto de las listas, un primer puesto que se les había resistido hasta la fecha. La banda liderada por Weller había tenido un carrera ascendente desde que en 1977 se editara “In the city”, que llegó a la vigésima posición en los “charts” británicos. “Modern world”, también de 77, bajó hasta el puesto 22, pero a partir de ahí, la carrera de The Jam parecía imparable. “All mod cons” (1978) subió hasta el sexto lugar; “Setting sons (1979), al 4, y “Sound affects” (1980), al 2. Todos sus singles también entraban sin dificultad en las listas de los vinilos más populares.
EN BUSCA DE UN NUEVO SONIDO
Weller era el principal compositor de The Jam (las aportaciones de Foxton eran escasas y casi testimoniales) y había trabajado a destajo durante los últimos cuatro años. El grupo había publicado un elepé o dos cada año, que habían combinado con interminables giras. En el debe del grupo estaba la escasa repercusión de sus discos en los Estados Unidos. Weller decidió que hasta finales del 81 no volverían a grabar un álbum. En este «impasse», el grupo editó un par de singles que ya apuntaban algunos cambios en su trayectoria. El primero de ellos fue ‘Funeral pyre’, de mayo del 81, un tema que “solo” alcanza el número 4 de las listas de ventas. Sus dos anteriores singles, ‘Going underground’ y ‘Start’ habían sido número uno. ‘Funeral pyre’ supone el relevo de Vic Coppersmith-heaven, el productor que había tutelado la carrera del grupo desde 1977. Le sustituye Pete Wilson, un ingeniero de sonido de Polydor. Al “modfather” le rondan nuevas ideas por la cabeza y necesita a alguien que le ayude a plasmarlas. Su sonido fue el resultado de una experimentación a lo post punk de Foxton y Buckler y la letra intentaba reflejar la preocupación de Weller por la aceptación del partido fascista National Front entre parte de la juventud británica. Era una época complicada en la Gran Bretaña. El gobierno de Margaret Thatcher propició una reconversión industrial y privatización de servicios y empresas públicas que provocaron tres millones de parados, muchos de ellos jóvenes de clase trabajadora con los que Weller, por sus modestos orígenes familiares, se sentía completamente identificado.
El resultado no fue totalmente del agrado del líder de The Jam. Weller se había percatado de que algo estaba cambiando en los gustos de los jóvenes británicos. Bandas como Spandau Ballet o Pigbag estaban relegando a los ya “viejos” grupos de la new wave. El segundo intento para buscar ese nuevo sonido fue el single ‘Absolute begginers’ (octubre de 1981), otro número 4 en las listas pero en el que Weller cambia las influencias post punk de sus compañeros por el funk de los ochenta. El líder de The Jam empieza a verse a sí mismo más como un “english soul boy” blanco que como un “angry young punk”. Es el principio del fin de The Jam ya que sus compañeros no acaban de de ver con buenos ojos este cambio de dirección musical.
LA PRESIÓN DEL ÉXITO
Weller se sentía presionado anímicamente. Era un joven de 23 años profundamente atormentado. Por una parte, se sentía “obligado” a tener un nuevo y rotundo éxito con The Jam. Polydor consideraba que vender “solo” 300.000 copias de “Absolute begginers” había sido un fracaso comercial. Por otro, estaba harto de su guitarra, del punk, de los mods, de la new wave… y observaba con envida le escena soul británica, a la que deseaba incorporarse.
Cuando en otoño del 81 entra con la banda para iniciar las sesiones de “The gift”, el primer tema que se graba es ‘Happy together’, pero pronto empiezan a surgir las discrepancias entre los miembros del trío durante las sesiones de grabación. Foxton las recuerda como “estresantes” en comparación con discos anteriores y Buckler se quejaba de que los temas compuestos por Weller “no eran canciones para un batería”. Weller combinaba las sesiones de grabación con una agitada vida nocturna, lo que cristalizó en lo que oficialmente se calificó como una minicrisis de ansiedad. Solo dio tiempo a grabar un tema más, ‘Ghosts’.
Las sesiones de grabación se interrumpen hasta enero. Durante las navidades el líder de The Jam compone el grueso de canciones de “The gift”. Con la ayuda de Pete Wilson, Weller, prueba otra manera de trabajar con el grupo. Graba sus ideas en un cuatro pistas y después las entrega a sus compañeros para que trabajen sus partes. El problema es que Buckler y Foxton no son músicos abiertos a nuevas experiencias y acababan “contaminando” las nuevas ideas de Weller.
Por eso «The gift» adolece de la fuerza de otros discos de The Jam y salvo ‘Town called malice’, una canción dedicada a Woking a la vez que un alegato antithatcherista e influenciada por el sonido Tamla Motwn, no incluye tantos hits como sus trabajos anteriores. No obstante, ‘Town called malice’ fue el single que catapultó a “The gift” hasta el número uno. En la cara B estaba el otro puntal del álbum, ‘Precious’, un endiablado, incendiario y estremecedor funk.
Completan el disco canciones como ‘Running on spot’, un tema de corte clásico de lo que hasta ese momento habían sido The Jam y que Weller ha utilizado para promocionar la reedición del elepé o ‘Happy together’, composición “puente” entre los viejos y los nuevos Jam (posiblemente por la falta de pericia de Foxton y Buckler para entender un tema que se intuye más soulero de lo que su resultado final refleja) y cuya letra es una moralina sobre los efectos destructivos del alcohol y las drogas; ‘Ghosts’, una composición en la que aparece el Weller más introspectivo; ‘Just who is the 5 o’clock hero’, otro intento de ennegrecer el sonido de The Jam, un pequeño homenaje a la clase trabajadora y que fue lanzado como single en Europa pero no en Gran Bretaña; ‘Trans-global express’, una canción cargada de ideología. En esta ocasión Paul propone a todo el que le quiera escuchar que se suba al tren de la revolución pacífica y que inicie una lucha basada en la unidad, la esperanza y las creencias tal y como sugiere la obra de Percy Bysshe Shelly, un poeta británico del siglo XIX, que en España es más conocido por ser el marido de Mary Shelly, la autora de “Frankeinstein”. De esta manera, Shelly se convierte en otro de los pilares ideológicos de Weller. ‘Carnation’ también es el tema más cálido de “The gigft” y una feroz crítica del capitalismo.
El disco también tiene algún experimento fallido como ‘The planner’s dream goes wrong’, la canción más odiada por los fans del grupo, con sus aires caribeños pero con una letra que nos anuncia al Weller más reivindicativo de ‘Our favourite shop’, la obra cumbre de Style Council. La canción que da título al álbum y que lo cierra, fue, no obstante, una de las primeras que compuso el líder de The Jam para el álbum, tiene un aire a los Small Faces, a sabor añejo y desprende cierto optimismo ya que habla del “regalo” que supone la vida.
De todo el material grabado para “The gift” se desprende que a Weller le sobraban las ideas para volar solo. The Jam se había convertido en un corsé que no le dejaba respirar a nivel artístico y en verano del 82 decide finiquitar al grupo. Los Jam vuelven a grabar más temas: ‘The bitterest pill (I ever had to swallow)’, el medley ‘Pity poor Alfie/Fever’, ‘Beat surrender’, ‘Shopping’ y versiones de ‘War’, ‘Move on up’ y ‘Stone up of my mind’, todas ellas material fetén incluido en la reedición de “The gift”, junto con la version maxi de ‘Precious’ y algunas demos. Fue precisamente durante las sesiones del doble single ‘Beat surrender’, en octubre del 82, cuando Weller comunicó a sus compañeros “la decisión”. Buckler y Foxton no se lo creían. Le dieron un cheque en blanco a su compañero. Le ofrecieron “congelar” al trío una temporada y que Weller grabara material en solitario, hubieran aceptado cualquier cosa que Weller les hubiera propuesto. No le convencieron y en diciembre The Jam ya eran historia.
UN DIVORCIO AMARGO
Con la decisión de Weller, Foxton y Buckler se quedaban de un día para otro en el paro. Al bajista y al batería no les gustó demasiado la nueva situación, especialmente a Foxton, que había aportado algunas composiciones a la banda y no estaba de acuerdo con el reparto de royalties que había hecho John Weller, padre de Paul y manager del grupo. Además, ambos siempre habían desconfiado de la gestión de John Weller y de que todas las actividades económicas del grupo giraran alrededor de la familia (por ejemplo, Gill, la novia de Paul, era la encargada de vender el merchandising en los conciertos). Todo ello lo plasmaron en un libro titulado “Our story”, en el que ponían de vuelta y media a su excolega. La publicación de “Our story” (1993) y un pleito por el tema de los royalties cerraron cualquier posibilidad de reunión del grupo. Foxton y Buckler sostienen en el texto que los Jam eran tres personas, dos de la cuales “no eran Paul Weller”. Con ello querían defender su aportación al grupo y recordar que con ella favorecieron el talento de su compañero.
Weller se alió con el teclista Mike Talbot, colaborador de The Jam y ex miembro de la banda de revival mod Merton Parkas y los Dexys Midnight Runners para crear The Style Council, un proyecto con altibajos creativos y que finalizó en 1990 al negarse Polydor a editar el elepé “Modernism: a new decade” por considerarlo de baja calidad. Después de este fracaso, Weller se reinventó a sí mismo volviendo a las raíces sonoras de los sesenta en el tramo inicial de esta etapa, para acabar apostando por sonidos más influenciados por el kraut-rock en los últimos años.
Bruce Foxton militó en Stiff Little Fingers, editó el álbum “Touch sensitive” (Arista, 1984), un notable debut que no tuvo continuidad, y también fue miembro de Casbah Club, la banda que lidera Simon Townshend y que teloneó a The Who en su primera visita a España. Rick Buckler, por su parte, probó suerte con una banda llamada Time UK, que solo editó el single ‘The cabaret’ para el sello Redbus. Después se dedicó a la restauración de muebles y con posterioridad fundó un estudio de grabación que le acarreó importantes pérdidas económicas. Ambos, giraron hace unos años con From The Jam, una formación cuyo repertorio era como la tortilla sin huevo. Los temas de Weller y The Jam sin Weller.
Con Foxton, las relaciones no se han normalizado hasta hace poco tiempo. La muerte de la esposa del bajista propició un reencuentro que cristalizó en la colaboración de Foxton en las sesiones de “Wake up the nation” (2010). Weller ha tocado el piano en un tema de “Back in the room”, el primer elepé de Foxton en 28 años, editado este año. En cambio, no hay noticias de una posible reconciliación con Buckler.
Mientras, Weller sigue explotando el catálogo de The Jam: en los últimos años se han reeditado sus mejores elepés y el “modftaher”, pese a su solida trayectoria en solitario, sigue recurriendo a clásicos del trío como ‘Town called malice’, ‘Butterfly collectors’ o ‘In the crowd’ en sus directos, pero por más que le pregunten niega cualquier posibilidad de reunión del trío. Afirma que siempre mira adelante y nunca atrás, que está más interesado en nuevos sonidos que en su viejo material, grabado cuando era un mozalbete ¿Verdad absoluta? ¿Estrategia para ganar unas libras más el día que decida hacerlo? El tiempo lo dirá.