«La decisión de dejarlo no ha sido tomada en caliente, ha sido una decisión meditada»
Inmersos en su gira de despedida, que se alargará varios meses, El Columpio Asesino asiste a sus últimos pasos como grupo. La noticia de su adiós llegó con los últimos coletazos del mes de marzo, por eso ahora, mientras terminamos de asumir el frío de su final, es momento de hacer repaso de los veinticuatro años de música que nos dejan como herencia. Albaro Arizaleta charla con Sara Morales.
Texto: SARA MORALES.
Fotos: Peiolzcue (la primera) y Katxobitxo (la segunda).
Impresiona pensar que esta va a ser la última vez que hablemos con El Columpio Asesino, tal y como los hemos conocido. Que esta es la charla final. Veinticuatro años acompañándonos bajo esa identidad tan suya, a base de rock, electrónica y chispazos punk, han dado para mucho —seis discos y tres epés con canciones para la posteridad—, pero hubiéramos querido más. Se ha hecho corto, aunque quizá no sea tanto eso, como el hecho de que no esperábamos su adiós; nos ha pillado desprevenidos y ha tocado asumir la noticia con sentido de vacío y derrota, pero también con la misma elegancia con la que lo han hecho ellos.
No queda otra, el Columpio se para; adormece su balanceo al tiempo que andan revisitando su catálogo con músicos amigos y se despiden del público como se deben hacer las cosas, de frente. Subiéndose a las tablas por última vez con una gira llamada Amarga Baja —no podría haber bautismo mejor— y que, desde el 15 de septiembre y hasta el 29 de diciembre (aunque aún hay sorpresas por desvelar) , les va a llevar por un buen puñado de ciudades de nuestra geografía. Hablamos con Albaro Arizaleta para hacer balance de su historia, de la historia de El Columpio Asesino que también es la nuestra. Ellos, como padres del underground patrio desde su Pamplona natal, abrieron puertas que confeccionaron la escena musical que conocemos; pero hoy, sin embargo, debemos asistir a cómo cierran la suya propia y de forma definitiva. Cuesta hacerlo.
¿Cómo se entona un adiós para siempre? Porque es para siempre, ¿no? ¿Lo tenéis claro?
La decisión no ha sido tomada en caliente, ha sido una decisión meditada. Ya con el disco Ballenas muertas en San Sebastián sentíamos ese cansancio. Mi hermano y yo, estando grabando aquel álbum, pensamos que en lugar de tomar la decisión en aquel momento en el que estábamos, con un bajón emocional en la banda, era mejor darnos un año de retiro, de descanso y ver cómo volvíamos. Pasó ese año, nos juntamos y grabamos Ataque celeste, pero enseguida llegó el mazazo de la pandemia. Después de tanto trabajo y de todo lo que nos había costado sacar este disco adelante, fue el golpe definitivo que acrecentó lo que ya teníamos todos en la cabeza. También veíamos cómo estaban cambiando las cosas en la industria, cómo se iba abriendo un ciclo musical y se estaba cerrando otro… Así que ese cambio de escenario a todos los niveles aceleró todo. Hicimos balance de nuestra carrera, siendo conscientes de hasta dónde habíamos llegado, y decidimos que era el momento de despedirse aprovechando que estamos en un buen momento.
Hace unos meses, cuando comunicasteis la noticia de vuestra despedida, me dijiste: «No es suficiente el buen rollo y el amor que pueda haber en una banda para seguir en esta profesión, cuando sientes que la creatividad te ha abandonado». ¿Eso es lo que ha ocurrido realmente, sequía creativa?
El proceso creativo, el proceso de hacer nacer un disco, es duro y agotador; en nuestro caso, no ha habido un solo álbum en el que no hayamos estado, como mínimo, un año trabajando en él. Al final te acabas cansando un poco, y lo que ocurrió con Ataque celeste fue la gota que colmó el vaso, porque ese disco nos llevó tres años hacerlo y la pandemia se lo tragó. Pensar en volver a meternos en un estudio, pegándonos, a lo mejor, otros tres años —porque siempre hemos sido muy exigentes con nosotros mismos— y volver a activar todo el proceso cuando sabíamos que estábamos bastante secos, no lo veíamos. Nos veíamos incapaces de enfrentarnos a todo ello de nuevo.
¿Cuándo y cómo se da cuenta uno de que la inspiración, la creatividad, yo no está de su lado?
Nosotros es algo que hemos sentido. Vimos claro que había llegado el momento de no intentar exprimirnos más y estirar la historia, así que con deportividad y con humildad lo aceptamos. Aceptamos que nuestra carrera se había acabado y que no nos quedaba más que disfrutar cerrando esta etapa tan grande y tan importante que ha sido en nuestra vida.
¿Qué balance haces de estos veinticuatro años de vida de El Columpio Asesino?
Es cierto, veinticuatro años; porque aunque nuestro primer disco salió en 2003, mi hermano y yo ya llevábamos un tiempo en la banda, tocando en salas… De todas formas antes todo era distinto, había otro rollo, sin tantos festivales había un montón de salas activas que le dieron mucho movimiento a la escena. Respecto al balance que hago… pues qué puedo decirte, que ha sido la hostia porque, cuando mi hermano y yo montamos el grupo, jamás nos imaginamos llegar hasta donde lo hemos hecho. Nuestro primer objetivo era que las canciones que estábamos componiendo sonaran en Radio 3 y lo conseguimos. Luego, poco a poco, se fue armando la banda al completo y consiguiendo todo lo demás, hasta llegar aquí. A veces es necesario pararse un poco a valorar lo que has conseguido, porque en el día a día va todo tan rápido que cuesta tomar perspectiva y darse cuenta de todo lo que tienes. Tenemos una forma de vivir que cuando has conseguido una cosa, ya estás pensando en la siguiente.
«Estamos muy satisfechos porque jamás nos imaginamos que llegaríamos hasta aquí, que viviríamos de esto y, sobre todo, rodeados de amigos»
¿Qué es lo mejor que os lleváis?
Estamos muy satisfechos porque hemos llegado muy lejos, jamás nos imaginamos que viviríamos de esto y, sobre todo, rodeados de amigos. Siempre haciendo las cosas a nuestra manera, sin concesiones comerciales. Y cuando lanzamos el comunicado de nuestro adiós y recibimos este amor y este respeto por parte del público, por parte de la prensa, de los colegas de profesión… de repente nos hemos dado cuenta de todo. No éramos tan conscientes de ello, la verdad.
¿Y al verlo claro no os han dado ganas de quedaros?
[Risas] No, no. Pero sí te puedo decir que estamos abrumados. A nosotros, y ahora me doy cuenta, nos ha faltado creérnoslo un poco, porque hemos sido una banda discreta y nunca hemos tenido una actitud de estrellas; ya te digo, no éramos conscientes de todo lo que habíamos cosechado y del legado que estábamos dejando hasta ahora. Y no hay nada como sentirte orgulloso de tu trabajo y dejarlo ahí.
¿A nivel de la industria y de los medios, crees que ha habido cierta falta de reconocimiento hacia vosotros a lo largo de estos años?
Creo que nuestra fórmula, allá por el 2001 cuando nos dimos a conocer de verdad, con esa mezcla de estilos que, en alguna ocasión, hasta nos criticaban, no ha encajado perfectamente en ningún lado. Fíjate, ahora, esa forma de mezclar géneros es lo que está haciendo gente que está triunfando muchísimo, como C. Tangana y demás, pero a nosotros en su momento creo que no se nos entendió del todo. Creo que ha habido momentos en los que hemos ido por delante del tiempo que correspondía, pero entiendo que hemos sido una banda muy extraña para muchos. En este país, propuestas como la nuestra es muy difícil que salgan adelante; la cultura musical parece que va por otro lado. Pero bueno, las cosas llegan cuando llegan.
¿Cómo crees que se queda la escena sin vosotros?
Muchas bandas amigas siempre esperaban un disco nuestro para ver por dónde tirábamos a nivel sonido, a ver qué se nos ocurría en ese momento con ese trabajo. Y eso también es muy bonito, dice mucho. Ahora hay muchas bandas que hacen rock de marca blanca, pues marcar la diferencia o salirse de lo establecido es atrevido y no es fácil. De todas formas, con todo lo que está cambiando todo, creo que nuestra propuesta ya estaba empezando a pertenecer al pasado. Como todo en la vida, hay gente y bandas que vienen, gente y bandas que se van, y nosotros hemos creído que este era nuestro momento de irnos.
¿Qué planes tenéis una vez que termine la gira Amarga Baja con la que os estáis despidiendo definitivamente de vuestro público? ¿Vais a seguir en la música de alguna manera o necesitáis tomar distancia?
Una de las cosas que aprendimos con la pandemia, al venirse abajo la gira y todo lo que teníamos diseñado con Ataque celeste, es que es mejor no hacer planes. Te das cuenta del poder que tiene la vida de ponerlo todo patas arriba de un plumazo, así que ahora estamos inmersos en el presente de la gira, en disfrutarlo bien y, cuando acabe, pues ya veremos. No sé qué puede pasar después de todo este año y medio que tenemos por delante todavía, lo que sí me apetece es desarrollar otras facetas mías, como trabajar con las manos. Igual tiro por ahí, no sé.
Por cierto, varias fechas ya con todas las entradas vendidas, otras tantas a punto de agotar también, pero… ¿por qué Madrid no está incluida en la hoja de ruta?
Bueno… [risas]. Es que hay sorpresas con Madrid, ¿cómo nos vamos a olvidar de Madrid? Descuida, que no vamos a defraudar a los madrileños y madrileñas.
Antes de iros, además de estos conciertos, nos estáis dejando unos cuantos regalitos para la posteridad con la revisión de algunas de vuestras canciones más totémicas, como “A la espalda del mar” junto a Amaral o “Perlas” junto a Pucho de Vetusta Morla. ¿Es una forma de homenajear vuestra obra y despediros de músicos amigos?
Sí, nunca habíamos hecho versiones de nuestras canciones y nos apetecía despedirnos jugando con nuestro propio material. Así que nos hemos permitido coger cuatro de nuestros temas más emblemáticos y se las hemos ofrecido a diferentes artistas. En el caso de Pucho, que canta de cojones y yo hago lo que puedo, sabíamos que iba a llevar la canción a otro estadio, y así ha sido. Y con Eva Amaral, teníamos claro que ese tema en concreto iba a ir muy bien con su voz.
También “Babel”, junto a Fermín Muguruza, o Aiko El Grupo con su particular versión de vuestro “Toro”…
Cuando propusimos “Babel”, a mí me vino enseguida Muguruza a la cabeza porque nosotros venimos del punk y sabía que él le iba a dar esa energía y ese vitalismo que tiene a la canción. Y lo de Aiko El Grupo fue una versión que hicieron ellos por su cuenta, a propósito del aniversario de Mushroom Pillow en el que unas bandas versionábamos a otras. Ellos cogieron un tema nuestro, “Toro”, y nosotros versionamos a Xoel López en su canción “Que no”, de Deluxe. Te diré que el “Toro” de Aiko El Grupo me pareció la mejor versión que se ha hecho nunca de nuestra canción.
Y mira que con “Toro”, por esa personalidad que tiene, no debe ser sencillo dar con la tecla…
Pues esta está muy bien, me gustó mucho. Supieron hacerlo muy bien.
«Siempre hemos hecho las cosas a nuestra manera, sin concesiones comerciales»
Me gustaría que definieras con una sola palabra cada uno de vuestros discos:
– El columpio asesino (2003): Inocencia.
– De mi sangre a tus cuchillas (2006): Surrealismo.
– La gallina (2008): Madurez.
– Diamantes (2011): Campanazo.
– Ballenas muertas en San Sebastián (2014): Industrial.
– Ataque celeste (2020): Sofisticado.
¿De cuál de ellos os vais más orgullosos?
Tengo rachas, la verdad; soy muy fan de todo lo que hemos hecho. Pero Ballenas muertas en San Sebastián, aunque es un disco muy difícil, tiene algo especial.
¿Y cuál crees que es vuestra mejor canción, esa por la que siempre seréis recordados?
“Toro”, sin duda. Esa canción atrapa, es capaz de sacar de la gente su lado más canalla y tiene el poder de trascender generaciones.
¿Sentís que se os ha quedado algo en el tintero?
No, la verdad es que no; porque, como te decía, nunca pensamos que llegaríamos hasta aquí. Todo ha sido un regalo.
¿Cómo os gustaría que os recordara el mundo dentro de veinte años?
Más bien un rincón del planeta [risas]. Pues como a un grupo que nunca ha buscado el éxito —y me parece genial quién lo haga, ojo—, pero nosotros siempre le hemos dado prioridad a otro tipo de cosas en nuestra música, y eso el público lo ha sentido, lo ha valorado y nos ha seguido en la aventura.
Os vamos a echar menos…
Y nosotros a vosotros.