“En “El corredor del laberinto: Las pruebas”, Paesano no ha perdido ni un ápice de su potencia y calidad de trabajo, con una cohesión del sonido sinfónico y los elementos electrónicos realmente buena”
Cuatro bandas sonoras ponen fin a septiembre: “El caso Heineken”, “The D train”, “Everest” y “El corredor del laberinto: Las pruebas”. Las desgrana, como cada semana, nuestro crítico musical Fernando Fernández.
Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.
Se acaba septiembre, y aunque la variedad de estilos de los títulos que se estrenan se amplia, en ocasiones parece que el verano continúa. No, no me refiero al clásico veranillo de San Miguel, sino a que seguimos teniendo las tres categorías habituales de esa época apareciendo en nuestras pantallas: aventuras, acción y comedias. Lo normal, puesto que según vayamos llegando al final del año comenzará la época de los festivales y los premios, momento para el que se suelen reservar las películas con más prestigio e interés. Eso no quiere decir que en lo que respecta a la parte musical no haya cosas interesantes; dejadme que os comente cómo vamos a terminar este mes.
“El caso Heineken “, música de Lucas Vidal
La primera es una de esas películas con un (a priori) excelente reparto e interesante historia, pero que tiene la mala suerte de tratarse de una coproducción britanico-holandesa, y no cuenta con el apoyo de medios y marketing que las producciones americanas suelen tener. Una cinta cargada de acción, intrigas y suspense, basada en la historia real del secuestro de uno de los hombres más ricos de Holanda (el apellido del secuestrado debería darnos la pista de quien es) en los años 90.
En esta coproducción, que también cuenta con aportación americana, se vuelve a colar un nombre español que sigue sin terminar de alcanzar el interés o calidad que parecía adivinarse en sus inicios. Lucas Vidal vuelve a marcarse una banda sonora que, aunque con una mayor (y mejor) demostración de energía que el trabajo del que hablamos hace unas semanas, sigue cayendo en el agujero de los tópicos. La banda sonora no comienza mal: fuerte ritmo de percusión, guitarra y bajo sostienen una música con bastante energía y un cierto estilo. Momentos como los ‘Opening titles’ o ‘Bank heist’ seguro que harán interesarse a los aficionados de la música electrónica y de acción. El problema llega cuando nos movemos a otros territorios que le puedan dar más profundidad a la música. Momentos más ambientales y sintetizadores, sobre líneas rítmicas de bajo que sólo consiguen que la música parezca pararse de repente, como si se hubiese perdido la fuerza y la energía de la banda sonora. Piezas como ‘Cor’s burden’, ‘Williem’s threat’ o incluso la final ‘The final arrest’ parecen no decir absolutamente nada, hasta tal punto que me entraron ganas de recordar la partitura de Tom Holkenborg (o Junkie XL) para la primera versión de este historia rodada en Holanda en 2011. Siendo una película más pequeña, la música consigue bastante más en comparación. Una pena.
“The D train”, música de Andrew Dost
Que las historias puedan ser tópicas no quiere decir que musicalmente no pueda crearse material funcional e interesante. “The D train” es una clásica comedia con Jack Black y James Marsden en papeles que les hemos visto ya varias veces y con una historia que también se ha repetido en muchas ocasiones: un clásico perdedor contrata a uno de los antiguos héroes del colegio para convertirse en la persona más admirada de todos sus antiguos compañeros. Sin embargo, no todo va a salir como esperaba.
El problema musical de este tipo de películas es que debe competir con una selección de canciones que son ya parte de nuestra memoria colectiva. Y el listado aquí es de los importantes: OMD, Mr. Mister, INXS, Foreigner, Quarterflash… Todo un listado de temas míticos del pop-rock y el techno-pop de los 80 y 90. Lo habitual en estas ocasiones es que la música tienda a separarse de dichas canciones, y buscar más el centro emocional de la historia. Algo que funciona bien, especialmente porque la utilización de las canciones suele ser bastante incidental. Sin embargo, en esta ocasión las canciones son parte básica de la emoción y los recuerdos de la película, por lo que el compositor ha decidido tomar una línea completamente diferente: aprovechar ese sonido y jugar con él en la partitura. Algo que podría ser arriesgado, sin embargo parece funcionar muy bien, proporcionando una cohesión musical realmente buena a la película.
Andrew Dost no es nuevo en estas lides. Como miembro de los Fun y de los desaparecidos Anthellope, este multiinstrumentista y compositor se encuentra en terreno conocido. Tan conocido que incluso compone una de las canciones junto con el antiguo miembro de los OMD, Andy McCluskey. ‘A million stars’ no se encuentra fuera de lugar con el resto de canciones míticas de la banda sonora. Adicionalmente se encarga de completar la banda sonora con su propia música, con un sonido clásico y completamente sintetizado, con guitarra, batería y bajo, con los que construye una partitura cargada de espíritu de los 80. Consigue añadirle un tono que se mueve entre el homenaje de ‘Classic lawless’, y los recuerdos de ‘Coming home’, pero cargada de emoción como en ‘I peaked at 11th Grade’ o ‘Is that supposed to make me feel better?’ y la energía de ‘Heading out to the West Side on biz’. Una banda sonora a la que puede que no se preste mucha atención, pero un estupendo trabajo para la película.
“Everest”, música de Dario Marianelli
Hablando de cómo romper los esquemas, “Everest” es otra de esas películas que musicalmente ofrece algo que no esperábamos: una película de aventuras basada en los hechos reales acontecidos en una expedición a la famosa montaña en 1996, en la que se encontraron con mucho más de lo que esperaban. Una película con buena factura técnica, espectacular en 3D y un estupendo reparto. Dentro de esa factura técnica aparece el nombre de su compositor: Dario Marianelli.
A Marianelli le podemos tener algo encasillado en dramas románticos y emocionales, pero también ha tenido oportunidades en títulos con más acción y aventuras como “V de Vendetta” y “El secreto de los hermanos Grimm”. Esta vez la base de su partitura no es la aventura ni la acción, aunque no lo parezca en los trailers. Si tuviera que calificar de alguna manera su trabajo, lo primero que me vendría a la mente es que la banda sonora es muy muy contenida y más atmosférica de lo que podía esperarse. El elemento étnico es el primero que asalta al aficionado. ‘The call’ nos transporta fuera de nuestro entorno, y aunque de manera tranquila, sirve para comenzar a crear el apoyo de la historia. En otras ocasiones, Marianelli también aporta esa sensación de asombro ante la naturaleza que necesita la historia. Piezas como ‘Starting the ascent’ o ‘Beck gets up’ son las que más llamaran la atención de los aficionados del género, porque esos momentos son pocos y aislados. El grueso de la banda sonora, aunque transmite esa sensación de drama y tensión, tal vez sea demasiado fría y ambiental para terminar de conectar aisladamente. Es una buena banda sonora, con desarrollo y momentos destacados, pero tal vez peque de una excesiva lejanía con la historia. Un poco más de emoción y acción la hubiesen hecho más redonda y completa.
“El corredor del laberinto: Las pruebas”, música de John Paesano
La película que consigue ofrecer todo lo que se esperaba de ella es la segunda parte de la saga de “El Corredor del laberinto”. La primera parte consiguió ser una de las pocas adaptaciones de sagas de aventuras fantásticas adolescentes que no trataba a los espectadores como idiotas. Una trama interesante, cargada de intriga, misterios y mucha acción que ahora alcanza su segunda parte y manteniendo su nivel. Buena parte de la culpa de ese buen resultado fue la banda sonora de John Paesano, todo un veterano, al que la gran mayoría de los aficionados descubrieron el pasado año con su trabajo para la saga.
Esta segunda parte es un proyecto complicado. Nos toca descubrir que hay detrás de toda la organización y también que hay bastante más poder y fuerza detrás de ellos de la que podíamos esperar. Pero esta historia no es la conclusión, avanzando la historia y aumentando la acción y la intriga, sin cerrar prácticamente nada de su historia. Eso se aprecia también en la música: el nivel y el estilo de la primera parte se mantiene, incluyendo los temas que se desarrollaban, pero en la primera mitad de esta película la música parece trabajar más el suspense y la tensión. ‘The scorch’, ‘Goodbye’ o ‘Uninvited guest’ son una estupenda muestra de ello. También se aprecia un aumento de los elementos electrónicos en la partitura, lo que favorece un tono más oscuro y amenazador. Cuando en su segunda mitad la acción toma las riendas, el resultado y el interés aumenta de forma creciente. ‘Cranks!’, ‘Leaning tower of scorch’ o ‘You’re not getting out of here’ son muestra de la fuerza y potencia que Paesano es capaz de alcanzar.
En conjunto, la banda sonora pierde un poco de emoción al no desarrollar temas previos ni nuevos, uno de los puntos fuertes de la primera parte, por lo que puede sentirse como más repetitivo y con una cierta falta de enfoque. Sin embargo, Paesano no ha perdido ni un ápice de su potencia y calidad de trabajo, con una cohesión del sonido sinfónico y los elementos electrónicos realmente buena. Nos queda por ver si en la conclusión de la saga se mantiene dicha calidad y aporta algún elemento que la haga más completa.
Con esto termino esta semana. La próxima entramos en el último trimestre el año y veremos qué nos va deparando, a la espera de los descubrimientos que nos traigan los festivales y los títulos que quieran entrar en la carrera por los Oscar en el último momento. Mientras tanto nos queda seguir disfrutando de la música que nos llega a nuestras salas de cine, de la que seguiremos hablando en nuestro Club.
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