“Los caballos de Dios” tienen una preciosa pieza principal, con el chelo de manera más prominente y el piano con una línea mucho más vital y animada, con pequeños toques vocales que lo hacen realmente atractivo. Pero poco a poco el espíritu dramático de la historia va ganando cada vez más peso y contagiando a la música”
La animación de “Los Minions” y dos películas fuera del circuito comercial, “Los caballos de Dios” y “El padre” pasan esta semana por el ojo crítico de Fernando Fernández, que desgrana las bandas sonoras de estos tres estrenos cinematográficos.
Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.
Con el calor apretando, dan ganas de llevarse el cine y la música a las piscinas y a las playas…. pero dentro del agua para poder soportar las temperaturas vespertinas. Esta semana nos sumergimos en músicas que para muchos pasan desapercibidas, que coinciden con otro objetivo de las productoras, que aprovechan para estrenar su “peso muerto”: esas películas con las que no saben qué hacer a lo largo del año.
“Los Minions”, del compositor Heitor Pereira
Es la más llamativa de la semana, y tiene unos personajes muy grandes y tremendamente divertidos. De ahí que hayan conseguido su propia película, después de sus dos primeras apariciones junto a Gru. Ahora nos toca conocer su historia y como llegaron a ser lo que son. “Los Minions” presenta su historia desde que eran organismos amarillos unicelulares que evolucionaron a través del tiempo, poniéndose siempre al servicio de los amos más despreciables. Afortunadamente para nosotros eran incapaces de mantener a esos amos con vida. Por fin conoceremos el origen de Kevin, Stuart y Bob.
Responsable de la banda sonora de las dos películas de Gru, y conocedor a fondo de estos pequeños seres, la elección ideal para componer su banda sonora era Heitor Pereira. El guitarrista y compositor aprovecha para retomar algún elemento que ya conocíamos de las anteriores películas, pero se decanta sobre todo por servir de acompañamiento a sus múltiples aventuras para encontrar al malvado perfecto al que servir. Por ello la música se convierte en un clásico acompañamiento de película animada: una música cargada de movimiento, acción y poco freno. Tal vez ese sea el mayor pero que se le pueda poner a la música: ser muy dependiente de la acción que transcurre en pantalla. Pero la acción es tan divertida que no es difícil recordar las locuras y sucesos que ocurren en cada momento, especialmente con ese resumen histórico que es ‘Minions through time’.
Conforme avanza la historia, la música va ganando un tono más similar al de las películas de Gru. Un cierto toque de película de espías, con esa mezcla entre suspense y acción y mucho trabajo en la sección de metales de la orquesta. Gracias a ello la música gana un poco más de homogeneidad y se hace más temática, permitiendo un punto mayor de disfrute en la escucha aislada. Si a eso a le añadimos una buena selección de temas emblemáticos que sirven de acompañamiento al viaje histórico de la película el resultado es como mínimo entretenido, especialmente porque Pereira no tiene ningún problema en incorporar a los propios Minions a la música, no ya en sus divertidas versiones de The Monkees, The Who o la propia música del logo de la Universal, sino también con apariciones esporádicas con coros a través de la música. Una banda sonora totalmente al servicio de las andanzas de estos divertidos personajes.
“Los caballos de Dios”, del compositor Malvina Meinier
Es la primera película que pasaría desapercibida si no fuera porque es uno de esos títulos cargado de prestigio y que por fin encuentra el momento de su estreno, después de tres años. El director de “Mektoub” aprovecha una dura novela de Mahi Binebine (“Les etoiles de Sidi Moumen”) para acercarse a la vida y las condiciones de varios de los autores de los atentados suicidas en Casablanca en mayo del 2003. Una película que quiere convertirse en una mirada personal y privada a los seres humanos que pueden encontrarse tras estas filosofías integristas. Algo que nos lleva a preguntarnos si detrás hay un sufrimiento real, una pasión religiosa o se trata de simples herramientas en manos de un gran marionetista.
Para aportar las emociones a través de la música han contado con Malvina Meinier, una joven francesa de solo 27 años. Es una pianista y compositora muy cercana al minimalismo de músicos como Glass o Nyman, estilo que queda muy patente en su banda sonora para la película: dura, fría, distante y cargada de un tono dramático y melancólico que la hace no apta para todos los paladares. Prácticamente toda la música se encuentra interpretada a piano, siguiendo unos tonos y motivos repetitivos. En ocasiones sobre ellos se presenta una línea de chelo que proporciona una más que necesaria vida y emoción a la partitura. Es evidente que las diversas melodías a piano, aunque bonitas, son interpretadas de una manera realmente calmada, creando un tono muy deprimente que va creciendo según se avanza en la escucha de la música. Y eso que su tema inicial, ‘Les etoiles de Sidi Moumen’ es una preciosa pieza principal, con el chelo de manera más prominente y el piano con una línea mucho más vital y animada, con pequeños toques vocales que lo hacen realmente atractivo. Pero poco a poco el espíritu dramático de la historia va ganando cada vez más peso, contagiando a la música, despojándose cada vez más de emoción y de instrumentación. Dura y fría, pero a la que no se le puede negar momentos realmente brillantes.
“El padre”, del compositor Alexander Hacke
Terminamos con otra película independiente, la cinta alemana “El padre”, tercer capítulo de la trilogía “El amor, la muerte y el demonio” del director germano-turco Fatih Akin. Narra la historia de un padre que sobrevive al genocidio armenio, para saber que sus hijas podrían seguir vivas en algún lugar del mundo. Una especie de “road-movie” que sirve para contar algunos episodios de su viaje donde se encuentra con diversos tipos de personajes que encajan dentro de los tres grupos que dan título a esta trilogía. Una de esas historias que pretenden abordar un duro hecho real, desde un punto de vista más intimista y personal.
Para ello, el director ha contado con la colaboración de su músico habitual, Alexander Hacke, un conocido músico alemán, famoso por ser el guitarrista del famoso grupo Einstürzende Neubauten. A pesar de provenir de una banda más conocida por su sonido electrónico o industrial, la verdad es que desafían un poco una adscripción tan específica. Uno de los elementos más conocidos de la banda es la creación de sonidos a partir de instrumentos creados por ellos y derivados de instrumentos tradicionales. Ese sonido es el que vamos a encontrar en esta banda sonora.
Uno de los más llamativos es el de la guitarra del propio Hacke, que es la voz cantante de la banda sonora. Con ella dibuja toda una serie de bases de carácter muy ambiental y atmosférico, con bastantes elementos electrónicos completando su sonido. La banda sonora tiene un carácter bastante oscuro, especialmente en su parte inicial y en piezas como ‘Massacre’ o ‘Angry with God’. Sin embargo, si hay algún elemento destacado es la colaboración de la cantante franco-marroqui Hindi Zahra, que permite aportar un cambio de estilo con apariciones como ‘Vision’ o su canción. Hacia la parte final, la película varía su sonido hacia otro algo más delicado, con una mayor intervención de esa instrumentación tradicional típica de su grupo. Con elementos de cuerda y electrónica logra crear un ritmo más apremiante y algo más ligero en su tono, como en ‘Minnie’ o la final ‘Epic’. Un claro ejemplo de una banda sonora que combina elementos modernos junto con una instrumentación y tono que se adaptan bien al entorno cultural y geográfico de la película y su protagonista. Una música muy especial para el aficionado, si no lo es será complicado que le pueda interesar mínimamente.
Con estas dos películas de corte más personal e independiente, de cinematografías muy residuales en el panorama de las salas de nuestro país ponemos punto final a nuestro club de esta semana.
–
Anterior crítica de El Club de las BSO: Un verano de acción.