“La música solo parece interesarse en servir de fondo de acompañamiento a las locas aventuras. Es entretenida, es divertida, pero le falta algo de peso. Es como la ensalada que acompaña al solomillo… pero no hay solomillo por ningún lado”
Las salas combaten el calor de junio con dos armas: el cine de terror y la comedia. Fernando Fernández se adentra en dos de los estrenos de la semana para analizar sus bandas sonoras, aunque advierte que no siempre el humor en el cine viene acompañado de músicas de altura.
Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.
Más allá de las películas de terror, que parecen haberse vuelto habituales, el calor trae a las salas comedias de múltiple formato. La música de este género es una de las más olvidadas, o de las que menos atención acapara entre los aficionados. Por un lado, porque suelen estar infestadas de canciones comerciales; por otro, porque suelen adaptarse más a otros elementos de la historia a la que acompañan que a la pura comedia. Esta semana tenemos dos ejemplos, desde la típica comedia americana a una película de terror con elementos cómicos. ¿Cuál es el resultado?
“Negocios con resaca”
Si hay un género que ha perdido el norte y el sentido que tuvo en su momento es el de la comedia juerguista americana, más o menos desde que las juergas adolescentes y universitarias han pasado a ser las juergas de los cuarentones y cincuentones “Peter Pan” del mundo entero. Sinceramente, no funcionan igual las juergas alcohólicas y sexuales en las que suelen centrarse: han pasado de mostrar una fase de rebeldía y descubrimiento a convertirse en un muestrario del patetismo de la generación “jackass”. “Negocios con resaca” (“Unfinished business”) es la última que llega a nuestras pantallas (lo de la traducción de los títulos de estas películas en España da para otro artículo, mejor no entro en ello). Dirigida por el debutante Ken Scott, con el clásico reparto de nombres veteranos entre los que se encuentra el omnipresente Vince Vaughn –que parece haberse labrado un nicho actoral personal en este tipo de películas–, nos muestra en lo que se convierte el viaje a Europa de los miembros de una pequeña empresa americana que quiere alcanzar el éxito. Como siempre, lo más meritorio son los “invitados especiales” que aparecen en la misma.
Como responsable de la música nos encontramos con uno de los sospechosos habituales en este tipo de películas: el veterano Alex Wurman. Suya es la música de películas como “Pasado de vueltas”, “Corredor de fondo” o “Hollywood: departamento de homicidios”, pero en esta ocasión es evidente que la historia no le ha proporcionado buena inspiración. Es un compositor que sabe moverse en otros géneros, como el documental y el drama, con herencia familiar que le acerca a la electrónica y un gusto por el jazz, los principales colores que encontramos en esta partitura. Aquellos que disfruten del sonido jazz y big-band pueden encontrar elementos interesantes en la banda sonora, pero termina convirtiéndose en poco más que música de fondo. Funciona perfectamente en el contexto de la película, no lo dudo, las melodías le proporcionan un tono de movimiento y “road movie” evidentes, ideales para el viaje de los protagonistas. Un ligero toque electrónico y folclórico proporciona fondo a la situación geográfica de los protagonistas, especialmente cuando llegan a Alemania. Pero ese es el principal problema de la partitura: parece que solo acompaña la historia, como lo hacen las canciones que también son parte de la banda sonora. Se echa de menos que la música también nos cuente algo del crecimiento personal de estos hombres de negocios, la moraleja de la película. Sin embargo, la música no parece interesarse más que en servir de fondo de acompañamiento a las locas aventuras. Es entretenida, es divertida, pero le falta algo de peso. Es como la ensalada que acompaña al solomillo… pero no hay solomillo por ningún lado. El plato nos defrauda, como la música.
“Horns”
Viramos al estilo contrario: una historia de género disfrazada y cargada de elementos cómicos. Tal vez incluso demasiados, lo que ha podido provocar el retraso del estreno de la esperada nueva película de uno de los mejores directores actuales de terror, Alexandre Aja. “Horns” está basada en la novela del hijo de Stephen King, Joe Hill, que nos cuenta una historia clásica de enfrentamiento entre el bien y el mal, lo demoniaco y lo celestial. El problema es que el marketing y el guión le han dado mucha más importancia al elemento cómico, con las críticas casi valorándola al nivel “Crepúsculo”. Una pena, ya que se trata de una película bastante más inteligente que cualquiera de dicha saga (tampoco es que haga falta mucho, también es verdad) y que contiene mucho del estilo y mala leche de su director.
Afortunadamente, director y compositor sí han sido capaces de tener clara la historia y gracias a ello podemos disfrutar de una más que interesante banda sonora. Para ella Aja recurrió a Robert Coudert, más conocido como ROB, un joven compositor que demostró muy buena mano con una partitura moderna y electrónica para “Maniac”, producida por Aja, y que aquí se mueve en un terreno completamente diferente. Aunque mantiene elementos electrónicos y rock, la partitura es muy clásica en su estilo y desarrollo. Como la buena música de este género, no evita la creación de atmósferas oscuras y dramáticas, pero el compositor marca claramente el foco en esa dualidad maligno/celestial que desarrolla a través de melodías corales y piezas cargadas de emoción, sobre todo con un precioso tema de amor solo a piano, que se convierte en el eje central de la banda sonora. La base de todo lo que ocurre en la historia y a su protagonista tiene que ver con su relación exaltadamente romántica, que se desarrolla en flashbacks. Pero la música hace que, a pesar de los elementos cómicos y extraños, nunca olvidemos lo verdaderamente importante. La música se mueve a otro nivel durante buena parte de la película, incluso su tono dramático es mucho más elevado de lo que inicialmente parece que estamos viendo, lo cual hace que siempre estemos a la espera de su desenlace y el descubrimiento de sus misterios, teniendo claro que hay bastante más en juego que una simple y divertida ocurrencia demoníaca. Por si alguien no lo tenía claro pensando que Alexandre Aja estaba detrás, la música se encarga de sentenciarlo desde el principio. La música evita la más mínima referencia a los elementos cómicos y más ligeros de la película mientras nos prepara para un más que serio enfrentamiento final.
Con ella os dejamos esta semana. Regresaremos con más ideas la próxima.
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