El Club de las BSO: El valor del sonido clásico

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“Hay un elemento que llama la atención: las diferentes apariciones de violín solista. Como si simbolizara el espíritu de libertad de la protagonista, cuando se siente sin ataduras, ni las presiones de la sociedad ni de sus pretendientes, y que es capaz de crear su propia historia”

 

La aparición de las nuevas tendencias en las bandas sonoras no han acabado con el encanto de las piezas clásicas, que siguen siendo las reinas de la gran pantalla. Esta semana, dos ejemplos de ello: “Parque Jurásico 4” y “Lejos del mundanal ruido”. Por Fernando Fernández.

 

 

Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.

 

 

En las últimas semanas hemos puesto bastantes ejemplos de las nuevas tendencias musicales para el audiovisual, pero aunque los tiempos cambien, el sonido orquestal más clásico sigue siendo el rey. Solo hay que ver cómo crece el interés de los aficionados en eventos y conciertos de música cinematográfica, videojuegos o animación en todo el mundo. Es el clásico sonido que se espera escuchar en una película, especialmente en los grandes espectáculos taquilleros, y en aquellas de corte más clásico en su estilo. Y el más disfrutado por los aficionados en general. Esta semana llegan a nuestras pantallas dos magníficos ejemplos de bandas sonoras con sonido clásico.
“Parque Jurásico 4” (Jurassic world)

Dentro de la caja de “estrenos preveraniegos muy esperados” nos llega la continuación del mundo de dinosaurios creado por Steven Spielberg. En esta ocasión regresamos al inicio, con la puesta en marcha del parque temático pensado por John Hammond en la primera película, solo que, una vez más, los humanos decidimos ir más allá sin pensar en las consecuencias. Vamos, lo habitual, pero con un resultado que sirve de excusa y fondo a una entretenida película de aventuras dirigida por el prácticamente recién llegado Colin Trevorrow.

La trilogía inicial se ha convertido ya en un clásico del cine de aventuras, pero la música del habitual colaborador de Spielberg, el maestro de maestros John Williams, se convirtió en un clásico en sí misma. Con un par de temas ya icónicos, con los que tendría que sufrir las comparaciones cualquiera que se atreviese a realizar su banda sonora, como pasó hace unas semanas con el estreno de la nueva versión de “Poltergeist”. En esta ocasión, el elegido es uno de los nombres que más comparaciones con el maestro Williams despierta entre los aficionados: Michael Giacchino.

Y es que este parece ser el año de Giacchino. Tras ser el responsable de dos de las bandas sonoras más destacadas del año (con “El destino de Júpiter” y “Tomorrowland: El mundo del mañana”) y a la espera de disfrutar de su nueva colaboración con Pixar en “Del revés”, aquí vuelve a realizar toda una demostración de su calidad y su dominio del idioma musical clásico. En “Jurassic world” se adapta perfectamente al sonido creado por Williams para la serie. No llega al sonido más violento y de acción que utilizó Don Davis en la tercera, sino que sabe incorporar una mayor variedad de sonido y estilos, como hiciera Williams.

En el inicio nos introduce con cierto oscuro suspense en ese mundo asombroso que es la Isla Nublar y su parque temático, y después pasa por toda una parte inicial cargada de una sensación de asombro y fantasía juveniles, que ya demostró en “Tomorrowland” que domina como nadie. Pero también llega a desatar la acción sin freno y la tensión a la que tanto nos tiene acostumbrados la saga. La banda sonora es todo un disfrute sin freno durante sus casi 80 minutos de duración, incluso apartada de las imágenes de la historia.

Los conocidos temas de Williams hacen su aparición, son tan parte de la historia de esta saga como los propios dinosaurios. Son su sello personal, y Giacchino no tiene problemas en introducirlos en varias ocasiones a lo largo de la banda sonora. Probablemente este sea uno de los pocos “peros” que pueda ponérsele a la banda sonora. Y es que dichos temas han alcanzado ya niveles de icónicos, con lo que su aparición hace que el resto de la música parezca no tener la misma personalidad ni carácter. Pero en absoluto es así.

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Giacchino aprovecha para crear sus propios temas, el principal que se escucha al inicio de ‘As the Jurassic world turns’, heroico, con fanfarrias y un bonito juego entre metales y voces. Puede no ser tan mítico como el original de Williams, pero es realmente bueno, y su aparición a lo largo de la banda sonora se disfruta. Además sabe manejar los tiempos de tensión, ambiente y suspense, y desatarlos cuando es necesario en buenos temas de acción. Sabe mantener la música siempre interesante, algo que no es tan habitual hoy día. Con la acción introduce un segundo tema principal cargado de aires militares que sirve de introducción a los momentos de acción más brillantes. Con juegos en las voces, las cuerdas, la percusión y los metales (ese impresionante ‘Our rex is bigger than yours’), pero sin avasallar en la partitura. Incluso introduce un posible tema de amor que nos recuerda a su trabajo en “Perdidos”. Toda una demostración de la maravillosa capacidad compositora de un Giacchino que se encuentra en racha.

 

“Lejos del mundanal ruido”

¿Qué hay más clásico que la adaptación de un clásico de la novela romántica de época, realizado en Reino Unido? Pocas cosas se me ocurren. Y es que nos llega una nueva versión del clásico de Thomas Hardy “Lejos del mundanal ruido”. Un drama amoroso, con una de esas protagonistas fuertes de la literatura clásica que debe elegir entre tres pretendientes, y que después de hacerlo se plantea si dicha elección ha sido la acertada. Thomas Vinterberg se encarga de la dirección de esta nueva adaptación, dejando atrás esa estupidez de la doctrina Dogma para siempre una vez más. Una obra cargada de sentimientos y fuertes emociones que también quedan plasmadas en su música.

El responsable de su partitura es Craig Armstrong, algo desaparecido últimamente, que reaparece aquí a lo grande. Armstrong se marca uno de sus trabajos más clásicos y delicados en una banda sonora repleta de emoción de principio a fin, salteada de piezas de época. La música se encarga de mostrarnos lo que realmente se esconde tras esa fachada de falsa moral.

La música presenta un estilo tremendamente delicado. Marcado por un bonito tema de amor, único a pesar de reflejar diversas historias y relaciones, que se centra más en los sentimientos de su protagonista principal que en las diferencias entre los pretendientes. La música en conjunto tiene un tono dramático, pero muy cargado de emociones, lo cual hace que la música transmita muchas sensaciones a lo largo de su duración. Con un sonido muy clásico y de tono muy británico, serio y cargado de peso, indicándonos la cantidad de historia que hay detrás de lo que ocurre. Romanticismo cuando ese tema de amor aparece, y drama cuando se aleja.

Sin embargo, hay un elemento que es el que más llama la atención: las diferentes apariciones de violín solista, siguiendo una línea melódica diferente a la del resto de la música. Como si ese violín simbolizara el espíritu de libertad de la protagonista, cuando se siente sin ataduras, ni las presiones de la sociedad ni de sus pretendientes, y que es capaz de crear su propia historia. El sonido y efecto es muy similar al que escuchábamos en “El bosque” de James Newton Howard, y claramente son los momentos más destacados de la partitura. Desde su primera aparición en ‘Opening’ hasta los ‘End credits’, su presencia es tan brillante que realmente cambia completamente el tono de la música sin variar su estilo. Una partitura ideal para acompañar a una historia de tormentosos romances y cargadas de emociones a flor de piel. Todo ello en una época en que mostrar dichas emociones estaba fuera de toda posibilidad, cosa que transmite la música en un conjunto brillante y realmente bonito.

Si lo clásico ha mantenido el interés de aficionados y profesionales, alguna razón tendrá. Todos los estilos y sonidos tienen su lugar y momento, pero los que se mantenido por su calidad y por lo que transmiten a múltiples generaciones no han perdido validez ni encanto. Es más: son un ejemplo para los demás y muestran lo que se puede conseguir.

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