“La música de ‘Aviones de papel’ es un trabajo sinfónico cargado de magia y claramente inspirado por la emoción de volar, algo muy evidente nada más comenzar a escuchar su música. Una partitura memorable y terriblemente melódica, que dudo no haga disfrutar a cualquiera que la escuche”
Tras escuchar sus músicas con atención, Fernando Fenández analiza las músicas de tres de los primeros estrenos del año, entre ellos el esperado segundo título biográfico de Steve Jobs.
Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.
“Steve Jobs”, música de Daniel Pemberton
Uno de los primeros estrenos del año y de los más esperados para entrar en las listas de favoritos, aunque las primeras reacciones de crítica y público han sido bastante frías. No es la primera adaptación de la vida del fundador e imagen de Apple, pero sí la que reúne más prestigio: Michael Fassbender, Kate Winslet, guión de Aaron Sorkin (“Algunos hombres buenos”, “La red social”) y la dirección de Danny Boyle. Toda una buena colección de galardones.
Como responsable de la banda sonora, un compositor del Reino Unido: Daniel Pemberton. Lleva unos cuantos años entre los nombres destacados, y ahora tiene la primera oportunidad de estar entre los premiados del año. Pemberton ha compuesto una banda sonora muy acorde con su director: toca todos los palos y estilos posibles. Incluye canciones clásicas, uno de sus puntos fuertes, pero se dedica a representar musicalmente todas las facetas de su protagonista. El primero y el que más va a llamar la atención durante su escucha es el tono electrónico frío y repetitivo presente en la partitura. Una especie de sonido de sintetizador de los 70/80, y un ritmo seco y continuo que no cesa. Ese tono electrónico es el principal de la banda sonora, hasta que llegamos a la parte más clásica y emocional de la misma. ‘Change the world’ o ‘The skylab plan’ le proporcionan a la música algo de lo que parecía carecer: un propósito, un corazón. El mismo que Jobs demostraba poner tras su trabajo y persona.
En conjunto, la banda sonora puede romper bastante los esquemas y no termina de convencer. Parece faltarle algo, sin saber exactamente qué. Se le aprecia intención y tiene momentos puntuales realmente interesantes, pero no es en absoluto una banda sonora redonda. Claro que “Slumdog millionaire” también parecía ser una banda sonora poco destacada y terminó llevándose el Oscar.
“De padres a hijas”, música de Paolo Buonvino
Uno de esos dramas que buscan llenar de lagrimas los ojos de los espectadores, especialmente con una historia de padres e hijas (como reza el título) en búsqueda de reconexión. Si encima se pone a los mandos a todo un experto en este tipo de historias como es Gabriele Muccino (“En Búsqueda de la felicidad”, “Siete almas”), el resultado casi se da por sentado.
Musicalmente hablando, Muccino no es un director sutil, más bien todo lo contrario. La primera pista nos la da la aparición de un resucitado Michael Bolton interpretando la canción principal, compuesta por su compatriota Paolo Buonvino en su primer titulo de Hollywood. El resultado es una música cargada de un ligero tono romántico y melancólico que está presente durante toda la partitura. El piano predomina en la banda sonora, con las cuerdas añadiendo un pequeño elemento de intensidad puntual. Lo que parecería una banda sonora sencilla y simple, se encuentra cargada de tanta emoción y delicadeza que es casi imposible no sentir algo mientras se escucha. La música puede ser triste, exagerada… pero es tan bonita, que es difícil no dejarse llevar por ella. Es tan manipuladora y poco sutil como en las anteriores películas de Muccino, y al mismo tiempo es tan disfrutable como la música de las mismas.
“Aviones de papel”, música de Nigel Westlake
Terminamos con uno de esos títulos familiares que intentan mostrar cómo la imaginación y los sueños de los niños pueden ir mucho más allá. Una película australiana, dirigida por Robert Connolly y basada en hechos reales que narra la historia de un niño de 11 años que debe lidiar con un padre que no es capaz de superar la muerte de su esposa. El hijo termina centrándose en su pasión por todo lo que vuela y terminará llevándole a participar en el Campeonato Mundial de Aviones de Papel en Japón.
Si la historia es una de las clásicas de superación, no lo es menos la de su compositor. Nigel Westlake es probablemente uno de los mejores y más prestigiosos compositores australianos. Habrá quien le recuerde como responsable de la banda sonora de “Babe, el cerdito valiente”, pero el drama de Westlake se produjo en 2008, cuando su hijo de veinte años murió atropellado por una conductora borracha. El compositor ha estado más de cinco años sin poder acercarse a un estudio por sentirse “completamente vacío” tras el desgraciado suceso.
Afortunadamente, “Aviones de papel” se ha convertido en su regreso al cine y en un regalo para todos los aficionados. Porque la música es un trabajo sinfónico cargado de magia y claramente inspirado por la emoción de volar, algo muy evidente nada más comenzar a escuchar su música. Una partitura memorable y terriblemente melódica, que dudo no haga disfrutar a cualquiera que la escuche. Cargada de emociones, de momentos grandiosos, otros más delicados y, sobre todo, mucha melodía. Una auténtica delicia. ‘Flight research’ o ‘The final challenge’ son esos momentos de una banda sonora por los que muchos nos hemos convertido en aficionados a la música de cine. Solo por los más de nueve minutos de una pieza como ‘The competition’ son toda una muestra de calidad y emoción. Una banda sonora que no aparecerá en ninguno de los listados de mejor banda sonora del año (porque se trata de una película del año 2014), pero que no estaría de más.
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