«En nuevo single, «I don’t know what I’m doing», es un despliegue de guitarras sin vértigo y melodías alegres y adictivas»
Se avecina el nuevo disco de Maxïmo Park, Nature always wins, y Sara Morales reconstruye la meteórica carrera de una banda que ya no ocupa el podio del rock alternativo, pero mantiene un lugar preferente en la escena.
Texto: SARA MORALES.
Quizá ya no aniden en el podio del rock alternativo como sí lo hicieran hace década y media con aquellas canciones que pusieron banda sonora al prólogo del indie mundial. Incluso puede que la actualidad ande priorizando a bandas que azotan este presente más inmediato, dejando a los de Newscastle en las segundas filas del foco y la atención. Pero Maxïmo Park ahí continúan, levantando piezas que conforman el puzle de una escena que les debe más de lo que a veces se digna a recordar.
Venerados por aquel inmortal “Apply some pressure” de 2005 que, junto a otros temas imprescindibles como “Graffiti”, “Going missing” o “Kiss you better”, dio vida al álbum de debut del grupo, A certain trigger, y vidilla a la corte revival de los primeros años del milenio, la banda de Paul Smith ha demostrado seguir en plena forma con el paso del tiempo.
Cada dos o tres años nos acechan con un nuevo trabajo. El que continuó a su apoteósico estreno en 2005, Our earthly pleasures (2007), guardaba en su interior otras tantas perlas de patrón inglés y guitarreo travieso como “Girls who play guitars”, “Our velocity” o “Books from boxes”. El álbum consiguió un gran éxito de acogida y alcanzó el segundo puesto en los charts británicos, solo superado por el Because of the times de Kings of Leon.
Después llegó Quicken the heart (2009), con una tendencia algo más templada, pero con pistas igual de contagiosas como “The kids are sick again”, en un trabajo que a ojos de la crítica y el público ya comenzaba a desinflarse con respecto a la eclosión que habían traído consigo sus dos primeros discos. Reino Unido lo acogió con gracia, pero Europa y tierras transatlánticas habían comenzado ya a mirar hacia otro lado, a pesar de que este tercer álbum viniera avalado por la mano del legendario productor de los Talking Heads y Nick Cave, Nick Launay.
La década peligrosa
El cambio de década llegó para Maxïmo Park con el lanzamiento en 2012 de The national health, un disco que a pesar de su llamativa portada fucsia pasó bastante desapercibido, debido también al descenso en popularidad que sufrió en aquel tiempo el rock alternativo manufacturado con guitarras, en pro de la escena folky y el auge del universo hiphopero y el carácter urban. Un patinazo del que se recuperaron con dignidad con Too much information en 2014 y canciones nuevamente brillantes, más profundas e imprescindibles ya hoy, como la sobrecogedora «Leave this island».
Un alarde de madurez, en ese hallazgo por fin del equilibrio perfecto entre lo que fueron y en lo que se estaban convirtiendo, que terminaron de demostrar en Risk to exist, su sexto álbum de estudio publicado en 2017. El último elepé que tenemos de ellos hasta la fecha, para el que contaron con los coros de Mimi Paker, de Low, se fueron hasta Chicago a darle forma y terminó convirtiéndose en poco menos que en un manifiesto social contra los estados políticos en ruinas.
Una nueva era, o no
Y reaparecen en los últimos coletazos de este 2020, tal y como acostumbran: tres años después de su trabajo anterior, para anunciarnos su nuevo disco, Nature always wins, que tiene previsto publicarse el 26 de febrero de 2021 a través del sello Prolifica.
De la mano del primer single de adelanto publicado el pasado 27 de noviembre, «I don’t know what I’m doing», nos invitan a rememorar con ellos sus mejores años, y posiblemente también los nuestros como receptores, en un nuevo despliegue de guitarras sin vértigo y melodías alegres y adictivas.
Y muchos dirán que vuelven por fin los Maxïmo Park que nos encandilaron hace quince años con su desaforada propuesta de indie rock vitalista; seguramente así sea. Pero también ha sido bonito ver cómo han dado tumbos en un mundo demasiado encorsetado.