Estopa ha lanzado una edición especial conmemorativa del vigésimo aniversario de su homónimo debut. Consta de un libro, dos cedés y un deuvedé, con el disco original, su primer directo y, por primera vez, sus maquetas. Se incluyen además nuevos textos y memorabilia.
Así presenta Diego A. Manrique esta edición conmemorativa del vigésimo aniversario de Estopa:
«Hace veinte años
»El 18 de octubre de 1999 se publicaba el primer álbum de Estopa, vendió más de un millón y medio de copias y revolucionó la música hecha en España. Fíjense en la envoltura: podría ser la imitación de una autoedición, con fotos nebulosas y paletadas de colores elementales. Y quizás había mucha verdad en aquel planteamiento gráfico.
»Estopa reflejaba el aprendizaje de dos chavales, David y José Muñoz. Hoy vivimos en tiempos de una abundancia cultural hasta abrumadora y cuesta retrotraernos a finales de los noventa, a momentos en que la información era cara y apenas fluía. Crecidos en Cornellá, una localidad del cinturón industrial de Barcelona, empleados en la fábrica de Novel, el acercamiento de José y David a la música pasaba por lo intuitivo y estuvo acelerado por la casualidad.
»Curiosa paradoja que hoy se considere a “los Estopa” como los renovadores de la rumba. Si, en los años previos a su aparición, se les hubiera preguntado por una autodefinición, seguramente se habrían reconocido como cantautores. La admiración total de los hermanos por Joaquín Sabina ya daba una pista. No obstante, solo tenían acceso a libros con cifrados de las canciones de Slowly (Aute) y Let it be (The Beatles), que asimilaron de cabo a rabo. Luego, las bromas del azar: en el mismo edificio dónde sus padres llevaban el bar La Española, se alojaba Emilio Hita, uno de los guitarristas de la mítica Banda Trapera del Río, que se ofreció a dar unas lecciones a los Muñoz. También vecino de Cornellá era Ricardo Gabarre, cantante gitano que bajo el nombre de Junco triunfaba haciendo rumbas y baladas. Su presencia, sus ensayos impresionaban a José y David.
»En sus horas libres, fueron acumulando canciones. Dos docenas de ellas, materializadas a nivel de maqueta, tuvieron una insospechada difusión por las redes. Por vez primera, una selección de estas maquetas se publica oficialmente en Estopa 20 Aniversario. Grabadas en estudios y fechas diferentes, esta selección incluye canciones que aparecerían en discos posteriores, lo que da una idea de la importancia de estas maquetas como pilar fundacional de la carrera del grupo. Fueron un poderoso argumento para fichar a Estopa, primero como autores y luego como artistas.
»¿Qué revelaban esas composiciones? Dominio del lenguaje, capacidad narrativa, poderes de observación. En términos periodísticos, contenían despachos urgentes desde los barrios, historias crudas que hasta incomodaban ciertos oídos. Así, las abundantes referencias a las substancias ilegales, que sencillamente reflejaban una realidad: “los yonquis que veíamos en el parque eran la mejor publicidad contra las drogas duras”, reflexionan hoy.
»Sus canciones, además, demostraron una extraordinaria flexibilidad. Con la producción de Sergio Castillo y Francis Amat, adquirían potencia rockera; las baladas podían vestirse de AOR o de bossa nova. Las rumbas, ya saben, tenían impulso y mordiente: una infalible música de juerga que, gracias a sus relatos, se transmutaba en himnos generacionales.
»Esa es la grandeza del pop. Un castillo inexpugnable que puede ser tomado en un pispás por los invasores más inesperados, cuando estos exhiben desparpajo, imaginación creativa, repertorio único y actitud. Ocurrió hace cosa de 20 años, con Estopa. Hora de celebrarlo. Precisamente, para seguir con la celebración, el 18 de octubre de este año, publicarán un disco totalmente nuevo. Una colección de canciones frescas, recién salidas de la factoría Muñoz Calvo. Hay combustible para rato».