COMBUSTIONES
«Un tributo sentido y luminoso a la explosión de música parida en el privilegiado cañón Laurel, de Los Ángeles, entre el 65 y el 67»
Mientras espera con interés el estreno del filme de Scorsese sobre la Rolling Thunder Revue de Bob Dylan, Julio Valdeón aprovecha para degustar el documental de su hijo Jakob, Echo in the canyon.
Una sección de JULIO VALDEÓN.
Dice Bob Dylan que la vida no va de encontrarte a ti mismo, o encontrar nada, la vida va de crearte a ti mismo. En mi caso puedo afirmar que parte de ella va de escuchar sus últimas Bootleg series mientras espero las siguientes. O la próxima criatura de Martin Scorsese, que la semana que viene estrena Rolling Thunder Revue. A Bob Dylan story by Martin Scorsese. La crónica de la gira del 75 junto a Joan Baez, Bob Neuwirth (por fin las monumentales versiones de “When I paint my masterpiece”), Roger McGuinn, T Bone Burnett, Ramblin’ Jack Elliott, Allen Ginsber, etc. A falta de que llegue el día 11 y el estreno en el Lincoln Center, dedico un par de emocionantes horas a Echo in the canyon, el documental que presenta otro Dylan, su hijo Jakob. Un tributo sentido y luminoso a la explosión de música parida en el privilegiado cañón Laurel, de Los Ángeles, en apenas dos años, del 65 al 67. Más o menos hasta que las engoladas elucubraciones de la psicodelia llegaron para despojar al rock and roll de las conexiones con sus sustratos folk, country y blues.
La elección del presentador tiene sentido. Aunque en aquellos días Bob andaba por la Costa Este, entre la creación de la trilogía eléctrica y el búnker de Woodstock donde imagina la Americana junto a los Hawks (posteriormente The Band), ya había generado buena parte de las ideas que darían a luz el folk rock y el naciente sonido de California. Imposible imaginar a los Byrds, Buffalo Springfield o los Mamas and the Papas sin sus visionarias aportaciones. Jakob, que cometió el error (artístico) de resucitar a los inocuos Wallflowers después de encadenar dos discos en solitario de muchos quilates (Seeing things, de 2008, producido por Rick Rubin, y Women + country, de 2010, producido por T-Bone Burnett), decidió sumergirse en la fastuosa cosecha de canciones de aquellos años con un disco en el que le acompañan Cat Power, Beck, Regina Spektor, Norah Jones y Fiona Apple. La grabación derivó en un making off filmado y, poco a poco, en tributo documental a los citados habitantes de aquel espacio mágico y a otros gigantes, como Brian Wilson, Jackson Browne, Stephen Stills, David Crosby, Graham Nash y Roger McGuinn, a los que entrevista. Emociona reencontrarse con Tom Petty, puente entre aquella generación y la que abanderan el propio Jakob o Power. Los sonidos prístinos, los coros panorámicos y las Rickenbacker de diamante muy puro, la memoria en carne viva de toda esa gente y sus maravillosos discos merecían celebrarse. Si acaso añadir que con el tiempo el paraíso en California desarrollaría un lado oscuro, un reverso de sexo chungo, coca a destajo, aislamiento propio de sátrapas y caprichos millonarios, y que los alevines del folk rock se transformaron en poco menos que aristócratas. Con todo, Echo in the canyon, película y disco, cumplen con nota.
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Anterior entrega de Combustiones: Escuchar por primera vez a Beyoncé.