Se van esclareciendo los motivos reales del mal sonido que ofrecieron Soleá Morente y Los Evangelistas el día que telonearon a Bob Dylan en Granada, el pasado 8 de julio en el Palacio de los Deportes de la ciudad. La actuación de la banda granadina se vio empañada por los problemas de sonido, como señaló Eduardo Tébar en su crónica para EFE EME: “Resultó irregular. Fallaban elementos básicos. El lugar, el entorno, el sonido. Sobre todo lo último. El grupo granadino se vio obligado a tocar con solo el veinte por cierto de los altavoces operativos y la gama de frecuencias descompensada”.
El resultado no satisfizo a la banda, como dejó bien claro el batería Eric Jiménez, que mostró su disgusto en su cuenta de Facebook, preguntándole a Dylan “qué necesidad tenía de no dejar probar sonido a los invitados, desconectar el 80% de los altavoces, descompensar el equipo para que la gama de frecuencias sea horrible, cambiarnos de camerino para que no nos crucemos y mandar en cada canción a gordos gorilas americanos amenazando a nuestros técnicos de manera violenta”.
Según ha podido saber EFE EME, el motivo del mal sonido de Los Evangelistas fue un fallo técnico al comienzo de su actuación. Fuentes consultadas por este diario aseguran que la mesa se reinició al comienzo del show y el técnico perdió la configuración que había preparado durante la prueba, que duró 45 minutos, el tiempo permitido por el staff de Dylan. Eso propició que el grupo granadino y el músico de Minnesota sonasen a 100 decibelios, con la diferencia de que los músicos de Dylan estaban ecualizados y sonaban de forma más limpia, algo que contrasta con el sonido habitual de Los Evangelistas, más enmarañado. Esto explicaría el mal sonido de los granadinos: un fallo técnico, más que un “sabotaje” dylaniano. Eso sí: los modales y manías del músico de Minnesota y de su equipo son otra historia.