OPERACIÓN RESCATE
«Acordes con vida propia, que respiran, se enamoran y desenamoran, que echan de menos con melancolía la niebla, la humedad y el frío»
En 1998 Steve Earle llamó a Bap Kennedy para invitarle a formar parte del catálogo de su sello. El irlandés no se lo pensó y viajó a Nashville para facturar una de sus obras cumbres. Por Manel Celeiro.
Bap Kennedy
Domestic blues
E-SQUARRED, 1998
Texto: MANEL CELEIRO.
Nacido en Belfast en el verano de 1962, el bueno de Kennedy tuvo, como es de esperar, una adolescencia marcada por el punk. Eso le llevó a militar en numerosas bandas del género en su ciudad natal. En pos de ampliar sus horizontes y gozar de mayores oportunidades de progresar, decidió hacer las maletas y plantarse en la capital del Reino Unido para probar suerte. Una vez en Londres —o Madrid, o L.A., o Nueva York— las cosas no son tan idílicas como uno puede pensar y la realidad te suele dar una buena hostia en toda la jeta. Tras un tiempo por allí, Kennedy se juntó con un grupo de músicos de su mismo origen para formar Energy Orchard, una banda en cuya propuesta pop rock introducían influencias propias del folclore irlandés. Y, la verdad, no les fue nada mal: editaron cinco álbumes, giraron por todas las Islas Británicas, se acercaron a diferentes países europeos e incluso cruzaron el charco visitando la tierra del Tío Sam. También compartieron escenario con Van Morrison o Steve Earle, siendo este último de vital importancia, como enseguida podremos comprobar.
Finiquitada la aventura con los Orchard en 1996, mientras digería el periodo de duelo y de replanteamiento de la situación por la finalización del citado proyecto, Bap Kennedy recibió una llamada telefónica del anteriormente citado Steve, con el que había hecho buenas migas. Earle, todo un enamorado de Irlanda y de su tradición musical —como se puede comprobar en algunas de sus canciones o colaboraciones—, le informaba de que había creado un sello discográfico, E-Squarred, y quería que Bap figurara entre los artistas de su catálogo. Le dijo que ya tardaba en irse para allá a grabar un disco. Dado el momento que estaba viviendo, el músico irlandés cogió la propuesta con alborozo y en pocas semanas se plantó en Nashville para registrar el primer paso de su carrera en solitario: el fantástico Domestic blues, que fue puesto a disposición del público en 1998.
Una obra de cabecera
Producido por el propio Earle y por Ray Kennedy, la grabación contó con la colaboración de algunos de los mejores músicos de la escena de la ciudad, entre los que hallamos a Jerry Douglas, Peter Rowan, Roy Huskey Jr., Keith Weir o Nanci Griffith (sus apariciones vocales son de matrícula). El resultado fue un disco que debería ser obra de cabecera para todos los amantes del country rock por su inspiración y la perfección y sensibilidad que desprenden sus canciones, música escrita con el corazón e interpretada con el alma. Bap escribe once de los doce temas del disco, el decimosegundo es una versión del “Angel is the devil” de Steve Earle, dejando su origen gaélico en segundo plano para zambullirse en la música norteamericana como si la hubiera llevado en sus venas desde la cuna. Cuestión que no constituye ninguna sorpresa, dado el tremendo ascendente que el folclore irlandés tiene en la música country.
Arreglos puramente vaqueros, guitarras acústicas y eléctricas, pedal steel, piano, mandolinas, violín, dobro y la expresiva y agradable voz de Kennedy firman una incuestionable obra de arte, una grabación de la que es imposible salir indemne. Caerás bajo su encanto de inmediato, exquisito en sensibilidad y en sapiencia musical. Acordes con vida propia, que respiran, que se enamoran y se desenamoran, que echan de menos con melancolía la niebla, la humedad y el frío del norte, pero que encuentran un segundo hogar de acogida, cálido y comprensivo, en las calles de la capital de Tennessee. Sería absurdo destacar momentos concretos del álbum, Domestic blues es un todo, uno de esos contados ejemplos en los que la magia de las musas sobrevuela las cabezas de los músicos impregnando con su brillante halo el estudio de grabación dejándolos a escasos centímetros de la perfección absoluta.
Bap murió el 1 de noviembre del 2016 tras luchar infructuosamente contra el cáncer sin haber obtenido el reconocimiento que merecía. No solo por el álbum que rescatamos, entre su discografía hallamos pequeñas joyas posteriores: The big picture (2005), Howl on (2009) o The sailor’s revenge (2012), que son igualmente dignas de admiración. Se fue de manera discreta y sin grandes panegíricos, pero cada vez que suena un disco suyo el poder curativo de la música surge imparable de los altavoces.
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Anterior entrega de Operación rescate: Alma (1980), de Luis Eduardo Aute.