DISCOS
“En una vorágine de excentricidad y genialidad que, hoy en día, se me antoja al alcance de muy pocos, ¿ha nacido una estrella? Pues quién sabe”
Kyle Craft
“Dolls of highland”
SUB POP
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
A los que perdieron la pista a Sub Pop a finales de los noventa puede sorprenderle la tendencia de la discográfica de Seattle a hacerse con todo aquello que pinta a éxito alternativo en los últimos años. A veces la cosa sale bien y otras no tanto. Ya saben cómo va esto. Pero nadie puede negarles el riesgo al apostar por artistas tan difíciles de clasificar como Kyle Craft. Porque si algo tiene este tipo con aspecto de Syd Barrett del siglo XXI es la dificultad para definir su propuesta.
El de Lousiana, aunque nacido en Portland, ya ha sido calificado como el nuevo Dylan (¿quién no?), el nuevo Bowie y hasta el nuevo Marc Bolan. Con eso es fácil suponer por dónde van los tiros, aunque ninguna de estas definiciones acaba de ser acertada ante lo ecléctico de su propuesta.
Cierto es que Craft tiene algo de aquel sonido mercurial del de Duluth en su trilogía de los sesnta, al que también lo emparenta un histrionismo vocal no exento de conexiones con el Duque Blanco. Opta por una instrumentación que parece salida de las mazmorras del Honky Chateau de Elton John con melodías que rememoran a unos Big Star pasados de ácido y sus letras parecen escritas por un blasfemo Igyy Pop que a veces se torna Tom Waits, con nocturnidad y alevosía. Desconcierta y enamora por igual. Y eso lo hace especial. ‘Black Mary’, ‘Gloom Girl’ o la post-dance ‘Berlin’. Los cascabeles de ‘Lady of the ark’ o la armónica dylaniana de ‘Three candles’. Todo parece a la vez en su sitio y fuera de él. En una vorágine de excentricidad y genialidad que, hoy en día, se me antoja al alcance de muy pocos, ¿ha nacido una estrella? Pues quién sabe, pero desde luego el primer paso está dado.
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