«Pese a ser estadounidenses, suenan muy británicos, esa chulería que barniza el disco es muy europea, en más de una ocasión recuerda los tiempos altivos de los Gallagher o Albarn»
Spoon
“They want my soul”
EPITAPH
Texto: JUANJO ORDÁS.
Ya hay que diferenciar entre bandas indies y bandas de sonido indie. Las primeras graban en un sello independiente y por lo tanto en dicha etiqueta cabe de todo, las segundas son las que tiran del denominado sonido indie empleando estructuras, afinaciones y formas propias de él. Bien, encontrar un grupo de sonido indie con actitud es una cosa complicada. Sus postulados implican la negación del carácter, del brillo y de la exhibición, no solo ante el público, sino en su propia música. Por eso, un combo como Spoon ya tienen mucho ganado, porque les apetece gustar, porque tienen esa actitud y carácter que a tantos les falta. Su imagen no es precisamente brillante, no la cuidan y ahí se nota que vienen de donde vienen, pero cuando suenan las canciones de «They want my soul» («Quieren mi alma», brillante título) todo deja de importar porque su música tiene gesto penetrante.
Para la producción, haciendo gala de su dicotomía, han contando tanto con Dave Friedmann (opción predecible) como con Joe Chiccarelli (alguien capaz de grabar a Morrissey y a Mika), pero “They want my soul” tiene mucho empaque, es una obra unitaria de canciones, de rock, porque el alma de Spoon es de banda de rock and roll. Las texturas que Friedmann y Chiccarelli han conseguido para cada tema son sabrosas, la ejecución del combo es prieta, amarran las canciones con seguridad y no dejan que se vayan donde quieran, si el protagonismo recae en los teclados, como en ‘Outlier’, estos serán severamente adoctrinados, si lo hace sobre unos coros bobalicones, se les domarán para que parezcan más serios de lo que en realidad son, siendo este el caso del single ‘Do you’.
Lo mejor de “They want my soul” es que suena vacilón, no hay mejor tema para empezar que ‘Rent I pay’, con ese estribillo que es pegamento puro. Pese a ser estadounidenses, suenan muy británicos, esa chulería que barniza el disco es muy europea, en más de una ocasión recuerda los tiempos altivos de los Gallagher o Albarn. ¿Quieren tu alma, no? Venga, dásela. Y vacila y vacila.
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Anterior crítica de discos: “Feel the noise”, de Paul Collins.
https://www.efeeme.com/discos-feel-noise-de-paul-collins/