«Permite que tengamos una genealogía del pop madrileño que abarca a bandas sin relumbrón enciclopédico, pero de indudable interés»
Flaps, Continentales, Flecos, Polaris
«Una saga del rock madrileño (1964-1967)»
RAMALAMA
Texto: CÉSAR PRIETO.
De siempre he considerado a ‘Distinta’, de los Flecos, una de las mejores canciones del pop español. Los sesenta no suelen entrar en las coordenadas de este canon, y menos los grupos menores, pero la armónica serpenteante, la voz neutra, el impulso acústico de los arreglos y ese regusto final de melancolía dan uno de esos frutos perfectamente maduros, llenos de sabor y textura. No solo la historia de Los Flecos aparece en uno de los nuevos cedés de la serie de Ramalama, sino también toda una saga de grupos en cambio continuo de componentes, para que así tengamos en nuestras estanterías una genealogía del pop madrileño que abarca a bandas sin relumbrón enciclopédico, pero de indudable interés.
La historia comienza con Los Flaps, formados a la puerta de una escuela de preparación de ingenieros aeronáuticos, que resolvieron un rock básicamente instrumental, a veces con exigencias de la discográfica para que atacaran yenkas o éxitos del momento, pero que también marcaron con personalidad esa especie de surf castizo que se puso de moda a la par que los conjuntos –aquí es ‘El vito’– o deslumbraron con una inesperada ‘Celestina’, un éxito de Nico Fidenco que parece llevado por la guitarra de Duane Eddy. En estas secretas conexiones del pop, ¿no tiene la canción algo del donosti sound, un final easy listening elegante y avanzadísimo? Quizás Daily Panet nunca escucharan a los Flaps, pero pasaría por una canción suya.
Una primera escisión fue la de Los Continentales que comienzan con instrumentales –¿es buscado ese aire western que le dan al ‘Don Quijote’ de Augusto Algueró?– pasan por ser grupo de acompañamiento para Karina o Conchita Velasco y concluyen con divertidas letras, llenas de salero castizo.
Pero sin duda, la perla son Los Flecos, un conjunto que el sello Vergara diseñó casi en secreto para que compitieran con Los Brincos. Una puesta en escena impactante –en trajes y en que el batería tocaba con un tití sobre su hombro– y unas canciones que iban un poco más allá del grupo de Arbex en espíritu garajero, no pudieron ocultar que si bien instrumentalmente eran impecables, les faltaba ese «punch» final de las voces. Así y todo, además de ‘Distinta’, ‘Lloraste’ es un prodigio de leve aire tropical. Se completa el volumen con el epé de unos primitivos Los Polaris, que tienen como mayor virtud en su haber que por sus filas hubiera pasado Manolo Díaz.
Por cierto, el libreto con la biografía corre a cargo de José Manuel Rodrígez, “Rodri”, el que sería más adelante reconocido periodista. Otro acierto, sobre todo por alguna anécdota como la que precisa que un día recibió una llamada a su casa del padre de Teddy Bautista que le comentó si querían hacer una prueba para un nuevo grupo que se estaba gestando, pero lo rechazó. Eran Los Canarios. La saga pudo haber sido más amplia si el destino hubiera querido.
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Anterior crítica de discos: “Down where the spirit meets the bone”, de Lucinda Williams.