«El dúo de Ohio ha construido un puente entre lo experimental y lo accesible, y se ha posicionado justo en el medio»
The Black Keys
«Turn blue»
WARNER
Texto: WILMA LORENZO.
Tres años hemos tenido que esperar para que The Black Keys volvieran a irrumpir en escena con once canciones nuevas que conforman el octavo álbum de la banda: «Turn blue» (Nonesuch/Warner). Un elepé que si tuviera que describir de forma breve lo haría afirmando que estamos ante “un disco que dice lo mismo con y sin palabras; en el que la música habla por sí misma”. Y esto no significa que los textos no estén a la altura, simplemente simboliza cómo aún es posible servirse de elementos por todos conocidos y enunciar mediante ellos una identidad propia.
La espiral rosa y azul de Dan Auerbach y Patrick Carney comienza con ‘Weight of love’ y sus dos primeros minutos instrumentales en los que progresivamente se van sumando capas a la inicial guitarra acústica hasta conducirnos hacia la psicodelia en estado puro. Antes de escuchar la voz de Auerbach este primer corte ya nos ha contado mucho de lo que va a acontecer en los 43 minutos restantes. Tanto es así que apetece volver a escucharlo antes de continuar. Y aunque este tema no sea representativo en cuanto a estilo, sí lo es en cuanto actitud. Ya sabemos que The Black Keys no van a permitir que no les prestemos toda nuestra atención.
Porque el dúo de Ohio ha construido un puente entre lo experimental y lo accesible, y se ha posicionado justo en el medio. Rozando el eclecticismo pero nunca la incoherencia. Saltando de un estilo a otro pero sin despistar. Sin dejar de sonar a ellos. De modo que a un lado de ese puente nos encontramos la diversidad, que se materializa en los teclados del primer single, ‘Fever’; el rock clásico con la guitarra como protagonista de ‘Gotta get away’; los medios tiempos como ‘Turn blue’; la música ácida de los setenta de ‘Bullet in the brain’; y sin dejar de lado los ochenta en temas como ‘10 lovers’ o por supuesto el soul en otros como ‘In time’.
Al otro lado está aquello que hace que «Turn blue» no se derrumbe. La perfecta conexión entre guitarra y batería; las siempre tan pegadizas melodías; los coros y falsetes; los inconfundibles riffs de guitara; y por supuesto Danger Mouse, el coproductor de este último trabajo y al que podemos considerar como tercer miembro de la banda desde que en 2008 («Attack and release») se involucrara en la producción. Posiblemente uno de los culpables de que la turbina siempre conduzca hacia un mismo centro que es el blues rock en el que The Black Keys se sienten más que cómodos. Y en el que más cómodos nosotros les sentimos.
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