“‘Videoterapia’, el primer disco, fue una absoluta conmoción en las radios, parecía modelado precisamente para un público generalista, y por ello mismo si tenía éxitos inmediatos, le faltaba un tanto de carácter”
Vídeo
“Todas sus grabaciones en Discos Zafiro (1983–1986)”
RAMALAMA RECORDS
Texto: CÉSAR PRIETO.
Vídeo fue un grupo extraño a principios de los 80. Incluidos en una racha de pop tecnificado que surgió en Valencia, fueron los únicos que llegaron a tener repercusión a nivel masivo con la contagiosa ‘La noche no es para mí’; así que parten de una génesis abonada en los locales de su ciudad para acabar teniendo un ‘one hit wonder’ que es capaz de llegar a una juventud que reclama modernidad sin estridencias. Menos histéricos que Betty Troupe, menos sofisticados que Glamour, si a alguien tenían que prestar atención los medios masivos era al grupo que más cercanía guardaba con los omnipresentes Mecano. Fueron los elegidos.
Ramalama, en su nueva serie, rescata con un doble cedé la producción del grupo en el sello Zafiro. Tres elepés, quedan pendientes uno más para Twins y las experiencias actuales con algunos de sus componentes para un proyecto que todavía continúa. El recorrido de la banda queda suficientemente desarrollado en el libreto que acompaña al disco: el deslumbramiento de Zafiro ante sus canciones, la relación con el productor Tino Casal y su desmembramiento a finales de la década, absorbidos ya por los trabajos que habían ido consiguiendo entre la vorágine de las giras. Pepa confiesa que se llevaba sus apuntes de medicina para pegarle un repaso en la furgoneta.
“Videoterapia”, el primer disco, fue una absoluta conmoción en las radios, parecía modelado precisamente para un público generalista, y por ello mismo si tenía éxitos inmediatos, le faltaba un tanto de carácter. Explotó sin dejar estela, fue fresco pero se marchito enseguida. ‘Fría y automática’ aportaba texturas para continuar la jugada, ‘No puedo estar así’ añadía perfume de bolero y se completaba con aires más cálidos y sofisticados en ‘No puedo estar así’ y tramos más sólidos con ‘Crimen pasional’.
Se desvela aquí que su segundo disco es el tapado, una colección de canciones que va creciendo a medida que avanzan. Si parten de ‘La ventana’, el single escogido por resultar enormemente bailable, continúa con una evolución del grupo que en un año consigue algo que a Mecano les llevo más de cinco: pasar con sus canciones de la efervescencia a la prestancia. Bien escuchadas son presencias desgarradoras que se funden en los encajes del corazón; ‘Ella llora’, por ejemplo, no sólo son unos coros heredados de los ya lejanos entonces Ultravox, sino también una impresionante demostración vocal por parte de Pepa de que la frialdad resulta lacerante. No funcionó, estaban –desde luego– más cerca de Paloma San Basilio que de New Order, pero ni el público joven supo entenderlos ni llegó al quien podía prestarles atención.
Su tercer elepé para Zafiro, “Relatos de diez mundos”, pierde activos chispeantes y los sustituye por operadores más rockeros, la presencia de las guitarras es más sólida y siendo aceptables tampoco va más allá, excepto en una ‘María’ que sorpresivamente coincide en algún fraseo con la canción que revitalizó a Blondie tiempo después. Curiosidades.
Se completa la colección con un maxisingle de sus primeros tiempos que demuestra que las canciones tienen más recorrido que los tres minutos que les permite duración standard, no alarga innecesariamente. Y también demuestra que ‘Víctimas del desamor’ fue su mejor canción, un puntillista retrato de los estragos del dolor, con una letra ocultada por los ropajes de los teclados pero intensa y escueta en lo que quiere pintar. Un camino que los iba llevando cerca de Dinarama, por ejemplo, pero que no supieron completar.
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