“Lo que sucedió en aquellos meses es algo que el propio Springsteen reconoce ahora sin tapujos: tenía tantas canciones que perdió un tanto el norte y no supo discernir claramente cuáles incluir y cuáles dejar fuera, cuestionándose abiertamente cómo dejó fuera temas tan poderosos como ‘Roulette’ (que acabaría en una cara B) e incluyó otros más prescindibles como ‘Crush on you’”
Bruce Springsteen
“The ties that bind. The river collection”
SONY
Texto: XAVIER VALIÑO.
El 17 de octubre de 1980 se editaba “The river”. Los otros dos grandes discos de aquel año venían del otro lado del Atlántico: “London calling” de The Clash (realmente publicado en diciembre de 1979) y “Closer”, de Joy Division. Ambos simbolizaban una ruptura con el pasado, al haber nacido tras el estallido del punk, mientras que Bruce Springsteen sería el único con sus raíces bien asentadas en la tradición del rock y quien enlazaba su pasado con el futuro.
Aquel álbum contaba con veinte canciones que se han convertido casi todos en clásicos en la trayectoria de Springsteen. Seguía con su racha creativa inapelable iniciada a mediados de la década y que aún tendría continuidad en el acústico “Nebraska”, llegando hasta el éxito masivo de “Born in the USA”. “The river” iba a darle continuidad a “Darkness on the edge of the town” en formato de disco sencillo con diez canciones. Pero, cuando ya lo había entregado para ser editado, su autor decidió retirarlo para darle mayor profundidad y variedad a su cancionero.
La caja “The ties that bind. The river collection” que ahora se edita incluye, por primera vez, ese disco tal y como lo ideó en un primer momento (llamado ahora “The river: Single album”). Siete de sus canciones acabaron finalmente en “The river” aunque con algunos cambios: en ‘The price you pay’ la letra aparece modificada, a ‘Hungry heart’ se le aplicaría una mezcla con una velocidad superior y ‘You can look (but you better not touch)’ luciría un pulido que dejaba por el camino su aire rockabilly más rotundo. Las otras tres (‘Cindy’, ‘Be true’ y ‘Loose end’) fueron descartadas, por difícil que parezca creerlo: aquí se comprueba que podían haber estado perfectamente en el disco sin que este se resintiese en absoluto y, en el caso de la última, incluso podría desbancar a más de la mitad de las canciones finalmente elegidas.
Lo que sucedió en aquellos meses es algo que el propio Springsteen reconoce ahora sin tapujos: tenía tantas canciones que perdió un tanto el norte y no supo discernir claramente cuáles incluir y cuáles dejar fuera, cuestionándose abiertamente cómo es que dejó fuera temas tan poderosos como ‘Roulette’ (que acabaría en una cara B) e incluyó otros más prescindibles como ‘Crush on you’. Esa opinión queda respaldada por el cuarto compacto ahora editado en “The ties that bind. The river collection” y titulado “The River: Outtakes”.
Parece ser que, en aquellos días, Springsteen llegó a componer y grabar en maquetas o como tomas definitivas cerca de cien canciones. Si el disco original editado en 1980 duraban ochenta y ocho minutos, lo que se quedó fuera daba por lo menos para otro disco doble de igual duración y similar calidad. En “The River: Outtakes” podemos conocer veintidós de esas canciones, algunas de las cuales ya habían visto la luz en otros lanzamientos como la caja “Tracks” o en el disco extra de “The Essential”, con once son totalmente inéditas.
“The river” bien pudo haber incluido cualquiera de ellas y en un orden totalmente distinto, sin que por ello dejase de ser igualmente interesante o incluso mejor: ahí están para probarlo ‘Stray bullet’, ‘Meet me in the city’, ‘Party lights’, ‘Restless nights’, ‘Mary Lou’, ‘From small things (big things one day come)’, ‘The time that never was’, ‘Paradise by the C’, la propia ‘Roulette’… Lo que se concluye de este disco de descartes es que el sentido del juicio de Springsteen respecto a sus canciones distaba mucho de su talento a la hora de componerlas.
Más allá de los cuatro compactos, esta caja incorpora también un libreto de 148 páginas con abundantes reproducciones de material relacionado con el Springsteen de 1980, 200 imágenes en gran parte inéditas, un texto de Mikal Gilmore (el crítico que hizo la crítica de “The River” en la revista Rolling Stone de 1980) y comentarios del propio Springsteen sobre el disco sacados —y ampliados— del libro “Songs” de 1998.
Además del disco “Outtakes”, el gran tesoro de esta caja son sus tres DVDs. En dos de ellos se recoge el concierto (aunque no íntegro) que él y la E Street Band dieron el 5 de noviembre de 1980 en la Universidad de Arizona (Tempe), tres semanas después de editarse el disco. Como sus grandes momentos de los 70, aquella actuación se revela como una demostración de fuerza, entrega y pasión, de fe en las posibilidades redentoras de la música, a lo largo de sus veinticuatro canciones y casi tres horas de actuación. La E. Street Band parece estar en la cima de sus poderes —aunque eso también se puede aplicar a muchos otros de sus directos— y sus momentos más rabiosos superan incluso en intensidad a las versiones grabadas en el álbum. A mayores, se incluyen cinco canciones en ensayos previos a la gira, con una presencia muy en primer plano de Springsteen (especialmente en ‘Ramrod’) y una aparente sintonía inmejorable con el resto del grupo.
Igualmente interesante es el documental rodado expresamente para la ocasión, aunque no puede estar a la misma altura que el que acompañaba la reedición de “Darkness on the edge of the town” debido a que no se rodaron imágenes mientras el disco se componía y grababa. El director lo suple con una entrevista íntima y reciente con Springsteen en la que recrea en solitario y en acústico algunas de sus canciones. Mientras, Springsteen rememora la composición y grabación del disco, dando muchas pistas sobre su intención y sus motivaciones. Sin ir más lejos, se descubre que a la hora de escribir las canciones Springsteen descubrió que estaba hablando de las responsabilidades de una persona adulta, “sobre los compromisos de la vida en el hogar y el matrimonio”, aunque no lo hiciese en primera persona y pudiese situar sus historias sobre los hombros de personajes creados para la ocasión. Reconoce también haber estudiado a fondo la puesta en escena de animales de las tablas como James Brown y que el sonido de fiesta de parte de las canciones del álbum le debe mucho a su amigo Gary U.S. Bonds. Así deberían ser siempre las reediciones, ampliando y completando el universo del disco que recuperan, proporcionando información e incrementando su valor.
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Anterior crítica de discos: “MTV Unplugged”, de Enrique Bunbury.