“‘Shadows in the night’ es, en mi opinión, un álbum plano, sin aristas, aburrido y que poco o nada aporta a la carrera de Dylan”
Bob Dylan
“Shadows in the night”
Sony
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Me gusta informarme cuando escribo la crítica de un disco. Y no me refiero solo a buscar información previa y objetiva sobre él, sino a leer otras reseñas que se lanzan en otros medios, en la medida de lo posible. Hay quien opinará que eso puede influir y condicionar mi opinión, pero yo creo firmemente que no, y que el saber qué escriben otros engrandece lo que yo pueda decir. Eso me ha llevado a encarar esta crítica del nuevo trabajo de Bob Dylan con varios condicionantes, el primero de los cuales hace referencia precisamente a esos «inputs» externos que me llegan sobre el álbum. Medios tan respetados como “Uncut”, “Mojo” o “Rolling Stone” otorgan sus máximas puntuaciones a Dylan y su incursión en el cancionero de Sinatra, y nombres tan respetados como los de Diego A. Manrique, Héctor G. Barnes o Joserra Rodrigo hablan en mayor o menor medida bien de la aventura. Eso debía situarme en un punto de partida positivo.
El segundo de los condicionantes debería llevarme al sentimiento opuesto a lo expresado y responde a una simple palabra: expectativas. Las mías respecto al disco eran bajas. No esperaba nada especial porque me chirriaba que Dylan quisiera versionar a su admirado Frank Sinatra hasta completar un disco. Soy de los que ha defendido a Bob como un crooner moderno, y me explicaré. Su “Dylanísima” lleva tiempo recuperando canciones, músicas y textos del pasado, convertido en un trovador de la música norteamericana más antigua. Pero lo hacía a través de sus canciones, de sus propias composiciones, no de temas ajenos.
Sinatra era “La Voz” por algo. Lo mejor de sus temas era eso, precisamente la voz. Canciones que en las cuerdas vocales de otros serían simplemente aceptables se hacían enormes en la voz de Frankie. Servidor es de los que defiende a Dylan como cantante, pero entre todos los parabienes que se pueden otorgar a sus tareas vocales, la voz quizá sería lo que menos brillaría. Dylan frasea como nadie, hace sentir como pocos y es sin duda el mejor intérprete de sus canciones, digan lo que digan. Pero desde luego no es ni Sinatra ni Dean Martin, mal que a él pueda pesarle.
Tercer condicionante: de dónde venimos y adónde vamos. Muchos sabrán que acabo de editar un libro sobre la trilogía formada por “Time out of mind”, “Love and theft” y “Modern times”, tres auténticas obras maestras en las que tuve que sumergirme de nuevo y a las que siguió un disco notable como “Together through life”, y otro espléndido como “Tempest”. Por si eso no fuera suficiente, la edición completa de “The basement tapes” nos tenía a los seguidores de Dylan en un globo. No pincharlo era difícil. Se tenía que hacer algo muy grande para que eso no sucediera, y en mi opinión no ha pasado.
El cuarto punto que hay que tener en cuenta son los discos de versiones. Siempre he pensado que un disco de revisiones de otro artista únicamente podía tener dos motivos. El primero, claramente, es homenajearlo, algo que no me queda del todo claro que se cumpla en este “Shadows in the night”, desde el momento en que ni siquiera se nombra a Sinatra en el título o un imaginario subtítulo (me parece demasiado débil el guiño a ‘Strangers in the night’). Y aceptando que este sea el caso, eso convertiría al álbum en algo menor dentro de la carrera de su autor. El segundo motivo para revisar a otro músico es aportar algo a esas canciones. Tras realizar muchas escuchas, creo que Bob no aporta nada especial a los temas, más allá de tocarlos con su banda y con la única honrosa excepción de ‘That lucky old sun’. ¿Y por qué? Porque es la que suena más dylaniana y menos Sinatra, y ese debería ser el objetivo.
Quinto motivo: el tiempo. Desgraciadamente y por cuestiones obvias no creo que Dylan vaya a grabar muchos discos más, ojalá me equivoque. ¿Es necesario malgastar uno de los pocos cartuchos que nos quedan en un álbum de versiones poco lúcido? ¿No era mejor incluir por ejemplo ese ‘That lucky old sun’ en un disco de temas propios?
Sexto: las excusas. Son las que no paro de oír para justificar “Shadows in the night”. Que no es un disco para cualquier paladar. Que es un disco “nocturno”, y no tengo muy claro qué significa eso. Que Dylan es Dylan y puede hacer lo que quiera: faltaría más, pero yo no estoy obligado a que me guste. Que la banda suena muy bien: ya, ya, ¿pero el disco es de Bob o de su banda?; que hay que respetarlo, pero yo no le falto al respeto por decir que no me convence su disco. Y que hay que darle tiempo. Qué manía con darle tiempo a los discos, prefiero que me lleguen a la primera.
A todo eso me enfrento antes de oír el álbum. Cuando lo hago, algunas de las cosas que ya he reflejado en los párrafos anteriores salen a la luz. “Shadows in the night”, en mi opinión –subrayen esto– es un álbum plano, sin aristas, aburrido y que poco o nada aporta a la carrera de Dylan. La banda suena espléndida, cierto, como lo grandes músicos que son. Pero Bob se diluye como crooner cuando las canciones no son suyas, y más aún cuando las ha cantado antes el mejor del género.
Entonces, ¿es disfrutable el álbum? Casi todos los discos lo son, solo depende de cada uno. Por eso respetaré a todos aquellos que digan que Bob ha vuelto a hacer otra obra maestra, quizá tengan razón, y defenderé mi postura opuesta. Y no, no les pediré que no se lo compren o no lo escuchen. Como todos, los discos de Dylan hay que escucharlos para poder opinar. Háganlo, seguro que encontrarán algo. Y seguramente yo también lo haga con el tiempo.
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