“Cuatro o cinco claves sostienen las escenas: un regusto a entramados norteamericanos, una tendencia a lo sedoso, un fondo a veces de esos juegos con el folk de los sesenta hispanos, un recorrido por el camino que abrieron Los Secretos…”
Víctor Sánchez
“Sacromonte”
WILD PUNK
Texto: CÉSAR PRIETO.
Si algo se puede decir del segundo disco de Víctor Sánchez, el guitarrista habitual de Lapido, es que su escucha es sumamente agradable. Sin estridencias, con la medida justa de pulso en el instrumento y las melodías, ni cortantes ni melifluas, ha conseguido que la producción de las once canciones sea una bien modelada artesanía. Cuatro o cinco claves sostienen las escenas: un regusto a entramados norteamericanos, una tendencia a lo sedoso, un fondo a veces de esos juegos con el folk de los sesenta hispanos, un recorrido por el camino que abrieron Los Secretos… ‘Keith’ o ‘Alhambra Central Park’ marcan tanto esta coincidencia que casi está esperando uno que aparezca la voz de Enrique Urquijo por ahí.
De lo que sí que pueden presumir las canciones es de un sonido sólido y de una consciente placidez a la hora de desarrollar las canciones, así ocurre desde el principio, ese ‘En un mundo perfecto’ de letra esperanzada, que se hace continuar por ‘Aviones a reacción’ donde se exponen guitarras en estado de gracia, una armonía bien ligera y perfectos encuadres melódicos. Quizás el extremo de estas elegantes figuras sea ‘Círculos concéntricos’, empujones en los fraseos a lo Dylan, pero las mismas cuerdas de los Byrds.
Hay, eso sí, algún detalle que se escapa de estos condicionantes. Así, en la citada ‘Alhambra Central Park’ sobre esa instrumentación pausada se alza un fraseo con la chulería de Burning y en la también citada ‘En un mundo perfecto’ el leve crescendo recuerda perfectamente al Bowie de la etapa de Berlín.
Como siempre en los discos que se adscriben al pop español de calma y preciosismo, es increíblemente difícil destacar nada, todo se conjunta de una manera tan mesurada, sin sentirlo, sin costuras, que destacar un aspecto sobre otro desequilibra el conjunto. Lo que queda claro es que Víctor Sánchez es un perfecto artesano, capaz de construir sonidos aparentemente sencillos, pero donde el arte está en la sublime perfección del conjunto.
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Anterior crítica de discos: “MTV Unplugged”, de Enrique Bunbury.