«Brian Johnson vuelve a soltar ese fraseo en el que es especialista y Angus hace lo que se espera de él, tocar como una bestia»
AC/DC
«Rock or bust»
SONY
Texto: JUANJO ORDÁS.
Siempre se suele decir que todos los discos de AC/DC son iguales, cosa no cierta en absoluto aunque los limitados parámetros en los que se mueven hayan acotado su fórmula desde el primer álbum que grabaron. Sonido seco, marcial, voz de lija y los ojos puestos en el rock cintuentero más clásico, nada han variado en sus cuarenta años de carrera, pero si nos referimos a sus discos, ahí ya hay un trabajo de producción, objetivos y dinámocas que los diferencian entre si.
Soy de la opinión de que tras un trabajo notable como fue «Black ice» y con un enfermo Malcom Young fuera de combate, habría sido buena idea una retirada silenciosa. No hace falta una gira para decir adiós, especialmente cuando la celebración ha sido constante. Pero por otro lado, ¿a quién coño le importa mi opinión? Angus Young ha decidido que el mejor gesto hacia su hermano es continuar y ante eso hay que envainársela. Porque se trata de un Young hablando de un Young, son cosas de familia y no de una familia cualquiera.
Después del explosivo «Black ice», AC/DC han decidido transitar un camino distinto con este «Rock or bust», haciendo un cruce entre la sapiencia instrumental de «Stiff upper lip» y el vigor de su anterior trabajo. Brendan O’Brien es un productor al que hay que dirigir con mano de hierro (el solito se cargó el enorme disco que debió ser «The rising» de Springsteen) y lo que se echa en falta es el liderazgo de Malcom. Habría que haber impedido que la banda grabara un mal remedo de ‘Anything goes’ (uno de sus últimos sencillos) esta vez titulado ‘Rock the blues away’ y que hubieran desechado ese innecesario homenaje a Led Zeppelin llamado ‘Rock the house’, pero afortunadamente la inercia ha hecho el resto y AC/DC llevan una historia encima que les hace rodar por si solos. Por eso, «Rock or bust» es un disco satisfactorio, las canciones brotan con espontaneidad y en su mayoría son muy dignas, en varias ocasiones pensando más en el estadio que en el club pero con apuntes certeros sobre lo que es el rock and roll. Eso nunca falta. Aquí están ‘Play ball’ y ‘Dogs of war’ que seguro sonaran en vivo cómodamente entre los clásicos de siempre, un sonido cálido (en eso O’Brien siempre les ha entendido a la perfección) y cuatro tipos que son perros viejos. Brian Johnson vuelve a soltar ese fraseo en el que es especialista y Angus hace lo que se espera de él, tocar como una bestia sonidos inventados hace sesenta años que pule como buen apostol del rock and roll.
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Anterior crítica de discos: “Strong enough to refuse”, de Bantastic Fand.
