“Nada nuevo, pero con tan sobrada ilusión, tanto impulso y cuidado en la artesanía de las canciones que resulta una colección de escucha más que agradable”
Detergente líquido
“Ponte en lo peor. Llámame el lunes”
DISCOS DEL ROLLO
Texto: CÉSAR PRIETO.
Detergente Líquido vienen de Cádiz y no han revolucionado nada. Su primer disco, sin embargo, es una colección de once canciones que basculan entre ese pop que tiende a veces a una sutil melancolía folkie y disparos más guitarreros y efervescentes; con letras entre el costumbrismo, el ripio –quizás buscado – y una irónica inteligencia. Nada nuevo, pero con tan sobrada ilusión, tanto impulso y cuidado en la artesanía de las canciones que resulta una colección de escucha más que agradable. A veces olvidamos que, en la música, la fantasía y la vivacidad también cuentan como valor.
Dos cimas destacan, que se apartan un tanto del común al que ajustan el resto. La primera, ‘El ataque atroz de la albóndiga de los mil ojos’, una irresistible llamada a la pista de baile, de trazos berlanguianos, exquisita e sus arreglos disco y en su textura de Philadelphia Sound. La segunda, ‘Todo es tan fantástico como el cartel de una farmacia’, la narración de una jornada de trabajo improductivo, amigos incómodos y desazón vital. La contrafigura perfecta de lo que supuso el ‘Un buen día’ de Los Planetas –precisas ambas en la descripción de un destino– con diferente actitud, pero el mismo poso de desgaste, de tiempo que pasa y pesa. Letras, pues, nada crípticas y nada amables, en otra cazuela respecto a lo que se cuece en el pop nacional.
El resto, dicharacheros y saltarines. Desde ‘Nueve días en coma’ ya se les ven las intenciones en ese trote suave pero intenso para un paródico proyecto de vida –también programa esto ‘Cien euros no dan para tanto’ – deudor de Los Planetas ya citados, de Los Punsetes y algo –más en los cortes guitarreros –, de Airbag. Si exceptuamos que la voz es femenina, claro, si no perfecta, por lo menos bien solvente.
Estas guitarras se aguzan en ‘En todos los polígonos hay un bar’ y ‘No sé qué vas a hacer sin mí’, verdaderas tracas inapelables en el ejercicio de inyectar adrenalina, dos felices –en los dos sentidos, perfectas y dichosas – canciones. La parte contraria la presenta ‘Perraguarra’, una de esas composiciones de tono menor, de melodía campestre. Pop de guitarras suaves para ejercer una mirada costumbrista alrededor del mundo. Las cuatro que nos restan, adherentes muestras de espíritu supervitaminado. Puede que de aquí salga una de las mejores canciones del año, o no. Puede que les guste y se olviden de él al cabo de una semana, el mercado discográfico no para. O no. Pero lo que yo apostaría, poniendo la mano sobre ascuas, es que a estos chicos se les ven las maneras para que enfoquen una carrera productiva y con muchas sorpresas agradables.
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Anterior crítica de discos: “Coque Malla canta a Rubén Blades”, de Coque Malla.