“Melodías muy sesenteras, por un lado, cargadas de coros casi eurovisivos como en ‘Revolución’, de estribillos que explotan como en ‘Contra el suelo’ o de alegría nuevaolera como en ’Espíritus helados’, deudora de la presencia melódica de Los Secretos”
Alborotador Gomasio
“Los excesos de los niños”
LIMBO STARR
Texto: CÉSAR PRIETO.
Los chicos de Alborotador Gomasio se han asentado en este su segundo elepé. Ya en el primero, “Más humillante que doloroso”, sorprendió lo bien medido de su propuesta, aparentemente ruidosa pero llena de buen gusto. Unas guitarras de estruendo sónico, pero claras, y unas melodías luminosas encorajadas por la electricidad definían unos resultados bastante originales, dentro de lo que se puede ser original a estas alturas. En este segundo disco persisten en estas virtudes, si acaso llevándolas un escalón más allá, el estruendo es más crudo y las melodías más dulces.
En este caso dejan claro sus propósitos desde la canción que abre y titula el disco, un elogio a la libertad creativa y a la imaginación de la infancia –los excesos- que son ahogadas por mecanismos sociales y que a veces intentan escapar de esta presión desde una aparente adultez. Toda una proclama moral con letras que apuestan por lo críptico y que cruje al ser envuelta por las guitarras. Y a partir de aquí con este marco individualmente político, se despliegan las dos direcciones: melodías muy sesenteras, por un lado, cargadas de coros casi eurovisivos como en ‘Revolución’, de estribillos que explotan como en ‘Contra el suelo’ o de alegría nuevaolera como en ’Espíritus helados’, deudora de la presencia melódica de Los Secretos. Y por otro lado, una búsqueda si no de un espíritu lo-fi, sí de la distorsión y de resultados escuetos en ‘Los residuos de la sociedad’ o ‘El placer de la derrota’, en este caso cercanos a los The Jesus and Mary Chain del principio del grupo. Se conjugan ambas direcciones en canciones que cambian de paisaje, como ‘Los rastros de Nacho’, clara y tímida en sus estrofas, pero enmarañada conforme avanza. Algo más fuertes que Airbag, algo más pausados que Novedades Carminha, en todo caso.
Y se dejan, como propina final de las once, un regalo especial, especial en cuanto a su diferencia respecto al conjunto, oscura y gritona, con un bajo diabólico y con esencias de los primeros Sisters of Mercy, de The Cure, de Parálisis Permanente… ‘Todos mis huesos’ encaja en un camino de desolación macabra que los conecta con otra historia del pop español. Son sólo apuntes, nada muy diferente del primer elepé, pero bien asentados para seguir trabajando y colarse en divisiones más amplias, en un público más masivo que seguramente los acogerá de buen grado. Así es, si alguien de esta generación emergente merece pasar a ámbitos destacados, son indudablemente ellos.
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Anterior crítica de discos: “Al límite”, de José el Chatarra y el Punky Gitano.