“Eufórico, luminoso, bello y rabiosamente cálido. Los seguidores de Páez no deberían perdérselo y, a la vez, nos abre la puerta a la obra de Moska”
Fito Páez & Moska
“Locura total”
RCA/SONY
Texto: JUAN PUCHADES.
Nadie podrá negarle a Fito Páez su atracción por el riesgo, porque (y dejamos al margen sus incursiones cinematográficas y literarias) ya en los primeros tiempos de su carrera solista, cuando era un jovencito casi imberbe, se animó a grabar “La la la” (1986) con uno de los iconos intocables del rock argentino, Luis Alberto Spinetta. En 1998 dio forma a “Enemigos íntimos”, con el gigante Joaquín Sabina (un episodio que no terminó muy bien, como es público). Y ahora repite fórmula a cuatro manos y dos cabezas junto al brasileño Paulinho Moska en este “Locura total”, grabado entre Río de Janeiro (ciudad natal de Moska) y Buenos Aires.
¿Y cómo se resuelve el encuentro entre un brasileño y un argentino? Esencialmente con mucho arte, que es lo importante. Luego, claro, se dejan llevar por la bossa, se enredan en temas con el sello inconfundible de Páez (que es como decir su singular, personalísima y excitante manera de encarar el rock, la música) y, sorprendentemente, por momentos hallan un lugar común en el funk rock. Aunque en la suma final parezca que el álbum se escora más hacia el lado brasileño y compositor de Moska, los balances aquí cuentan poco (dejemos los resultados para las competiciones deportivas), lo realmente destacado es que queda una experiencia que desde el segundo uno, con la sensacional ‘Hermanos’ que abre la escucha, engancha al oyente. Un tema con música de Páez (con uno de sus clásicos crescendos) pero con una letra de tan buen rollo que él jamás habría escrito (“Yo soy tu hermano del amor, hermanos del corazón”), y que sirve casi como explicación del encuentro entre ambos: “Dale, loco, vamos a brillar”, canta Fito, y es que de eso se trata, de facturar un disco brillante. Y brillantes son una producción (del productor brasileño Liminha, que pasó por Os Mutantes en los años setenta) y arreglos espectaculares a lo largo de todo el álbum (de lo mejor que uno ha escuchado este año), como brillante es ‘Milagros y heridas’, el tema con el que se despachan a continuación, una canción de Páez que es como una gran “road movie” aventurera (“‘Breaking Bad’ era un cuentito de hadas”) con ellos mismos de protagonistas (de ficción, por supuesto). Y ahí, en ese texto canalla y asalvajado explota el Páez más fabulador, al que reconocemos, instalado en su rock habitual aliñado con las dosis funk comentadas: piano abrasivo, vientos disparados, bajo corpóreo…
Por supuesto, queda la curiosidad de ver qué sucede cuando Moska y Páez escriben juntos, pero la comunión entre ambos funciona perfectamente, y deja temas como “Locura total” (estructura de samba para el mito de Diana Cazadora) o la magnífica “Imposible escribir sobre nada” (en lo musical es evidente la paternidad de Páez). Entre los momentos inconmensurables está ‘Garota muchacha” (tema de Moska adaptado al castellano por Páez), en el que la bossa se mece con ecos de tango, bandoneón incluido, deparando el mayor encuentro entre las culturas sonoras de ambos protagonistas. También hay cortes incandescentes como ‘Nuestra historia de amor’ (un Fito intensísimo y sambeado), ‘Onde vocé passou a noite’ (funk rock de Moska) o ‘Brillante’ (letra de Moska y música rockera de Páez).
Entre alguna sorpresa, como el bolero ‘Todas las cosas que están en el mundo’ (de Moska), arriba el final con ‘Flores de abraços’ (de nuevo firmada por Moska), que plena de hermandad latinoamericana es otra delicia, con Moska y Páez alternándose vocalmente en cada verso. Otra de esas canciones de Paulinho Moska de buen rollo que sorprenden en boca de un Fito al que, con los años, hemos ido descubriendo en su propia obra ilusionado por la vida pero descreído por los acontecimientos. Y entre tanto horror con el que convivimos a diario es como un saludable soplo de energía escuchar estas cosas, y más entonadas por nuestro admirado Páez: si él puede apostar por el optimismo, nosotros también, ¡qué diantres!
En este lado del mundo estamos plenamente inmersos en el otoño y caminando hacia el invierno, pero “Locura total” será un buen compañero para estos días cada vez más cortos y fríos: es eufórico, luminoso, bello y rabiosamente cálido. Los seguidores de Páez no deberían perdérselo y, a la vez, nos abre la puerta a la obra de Moska. Nos llevamos dos por el precio de uno, ¿se puede pedir más?
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Anterior crítica de discos: “Ta Lumière particulière”, de Autour de Lucie.