«Combina guitarreo punzante, vitaminas a ráfagas y sencillez de la más básica. Para qué engañarnos, es glam del más cazurro»
Giuda
«Let’s do it again»
DAMAGED GOODS/MUNSTER
Texto: CÉSAR PRIETO.
Quien se enfrente a la portada de este elepé por fuerza tiene que llevarse un sobresalto, cinco tipos vestidos con trapos deportivos de los setenta –más cortos que largos–, diseño gráfico de cartón piedra y señales de uso. Todo apunta a un artefacto deliberadamente retro. No saben la que les espera al colocarlo en el reproductor: un ejercicio que combina guitarreo punzante, vitaminas a ráfagas y sencillez de la más básica. Para qué engañarnos, es glam del más cazurro, del que demuestra su calidad cuanto más barriobajero, el verdadero sonido Caño Roto de los anglosajones.
Pues sí, estos cafres con nombre de apóstol son italianos, aunque canten en inglés, y este es su segundo disco, para el que han reservado un tanto de la energía que desbordan en sus conciertos. Inmensa, les aseguro. Desde el rugido de tigre que abre ‘Wild tiger woman’ se exponen claras su intenciones: arreos de Marc Bolan, explosión de guitarrazos, coros gritones como esos «come’on» estratégicamente situados en ‘Teenage rebel’. El cedazo para distinguir la calidad de estas inyecciones de precisión «vintage» es imaginarlas en unos autos de choque o en los pasillos de un instituto de película. Visto, pasan la prueba con nota. Tanto más cuando se percibe especialmente que la grabación ha sido con amplificadores analógicos, así que el sonido es especialmente luminoso.
Las influencias rodean constantemente un centro de visiones juveniles y setenteras, pero estas pueden derivar hacia dosis de bubblegum en envoltorio punk, como en el azúcar explosivo de ‘Yellow dash’ o hacia ambientes futbolísticos en ‘Get that goal’, con falsetes a lo Sweet. Un intermedio rinde homenaje a los ritmos y las ráfagas nerviosas de Gary Glitter, ‘Hold me tight’ y ‘Roller skates rule O.K.’ son puramente lentejuelas en relámpagos.
Ellos dicen que quieren conseguir que cada una de sus canciones sea un single, y vaya si lo consiguen, el desparpajo y el descaro de cualquiera de los cortes merecería vestir en negro y dar vueltas bajo una aguja. ‘Fat boy boogie’, por escoger alguna, tiene la suficiente dosis de brío callejero y burbujeante como para ser un hit claro. Y así con cualquier que vaya pasando, Slade, Mud, Motte the Hopple y hasta grupos hoy olvidados como Hector o Iron Virgin.
Solo hay una pega, son diez canciones y se quedan cortas. Cuando se está acabando, llevas puestos los mecanismos hormonales acelerados y sientes feliz agotamiento, los «hey» sincopados sobre un manto de chispas eléctricas cierran con llave el baúl de la tormenta juvenil, que desearías que aún siguiese abierto.
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Anterior crítica de discos: “Duelo al alba”, de Delanada.
https://www.efeeme.com/discos-duelo-al-alba-de-delanada/