«Sonido crujiente y de lata, pura exaltación energética que desde el garaje se abre a otras latitudes, y desparpajo en las letras»
Novedades Carminha
«Juventud infinita»
ERNIE
Texto: CÉSAR PRIETO.
De Novedades Carminha me gusta su nombre, siempre definitorio como primera tarjeta de presentación de un grupo, me gusta su sonido crujiente y de lata, pura exaltación energética que desde el garaje se abre a otras latitudes, y me gusta el desparpajo de sus letras, que gotean desde su sencillez directa sarcasmos sobre ciertas actitudes juveniles de hoy, de siempre. Quizás demasiado crudo para darse cuenta de esta sutilidad a la primera, pero es cierto que los gallegos apuestan por facturar energía seca como base de su retranca.
Las diez canciones el disco son un muestrario de todos los tipos posibles de electricidad, empezando con la descarga psychobilly de ‘Juventud infinita’, trallazo a las tripas, o el garaje puro, nervioso de ‘Devórame otra vez’, para acabar en la arrogancia barriobajera de ‘Vaquilla’, densa y pantanosa también, con un cabalgante solo de guitarra de Ángel Kaplan, que lleva asimismo la precisa y ajustada producción. Nuevos tonos se abren en la oscura ‘Tú antes molabas’ o en el sonido del campo gallego horadado por guitarras que es ‘Non quito o chandal’. Un sonido que sortea el bravú, pero siempre lo recuerda.
En ocasiones, sin embargo, resultan más saltarines y sesenteros. Así logran convertir el ‘Et moi, et moi, et moi’ de Jacques Dutronc en un prodigio punkarra, usan unos coros pegamoides en ‘Antigua pero moderna’ o resuelven el pop en su esqueleto fundamental cuando cantan ‘Quiero verte bailar’ con manifiesta alegría.
Caso aparte son las letras. El libreto las resuelve en dos o tres líneas, microrelatos del extraradio que toman partido por parodiar, con mínimos elementos, actitudes que a la perfección retrata el título, juventud moderna pero tradicional, con inquietudes de fin de semana y un sencillo afán por aparentar. Quizás ninguno de los elementos de “Juventud infinita” sea novedoso u original por sí mismo, pero la conjunción de chispas, parodia y minimalismo lo convierten un disco de esos que de tanto en tanto en tanto van siendo necesarios.
–
Anterior crítica de discos: “Mala suerte”, de The Boo Devils.