“Igloo se despojan de todo artificio y comienzan a desplegar su artillería unplugged en una paleta de ambientes que juegan entre la sencillez y lo hiriente”
Igloo
«Igloo2»
ERNIE RECORDS
Texto: SARA MORALES.
«Me gusta saber que tú piensas igual y odias cada instante». Solo por volver a escuchar esta frase de su clásico ‘Ausencia parcial’ –esta vez en formato acústico– y por el tema ‘Restos de un naufragio’ ya ha merecido la pena el destierro a este nuevo igloo. Ni tan gélido, ni tan sobrio, ni tan distante como aparenta con su carátula blanca en papel parafinado y su gama de fríos. Plagado de detalles y matices evocadores que, entre rarezas, versiones y remezclas, han dado vida a un disco digno de coleccionista.
No había mejor forma de celebrar sus diez años en la música que devolviendo al presente sus creaciones más perpetuas con aires renovados, lanzándose incluso al atrevimiento del remix. Y en eso los gallegos han estado acertados. Una mirada atrás revisada y, además, compartida. De ahí que nos encontremos con los coros de Ana Muñoz (Generosa) en la eléctrica ‘Todo’, los de Miguel Rivera (Maga) en la pseudo housera ‘Sin mentiras’ o las guitarras de Juanjo Reig de Cycle dotando de otra dimensión a una cañera ‘Han Solo’ (que también cuenta con su particular versión acústica en el disco).
Como en todo remember, la nostalgia asume el gran rol de la velada. Y para mayor intimismo, Igloo se despojan de todo artificio y comienzan a desplegar su artillería unplugged en una paleta de ambientes que juegan entre la sencillez y lo hiriente: ‘Nina Kulagina’ con una concatenación vocal inagotable, una pausadísima ‘Momentos buenos’ o ‘Hada’, tema inspirado en el relato “La isla del hada” de Allan Poe, y uno de los pasajes más místicos.
Un deshielo el de este «Igloo2» (Ernie Records, 2015) que arranca a golpes con la inédita ‘Reina ourensana’ y su sorprendente guiño final hacia el ‘Ni tú ni nadie’ de Alaska y Dinarama. Que trabaja la pulsión de batería como guía, en un pastiche de recuerdos con el que también se lanzan a rescatar ‘El bello verano’ de Family – manteniendo el código sesentero– y ‘Sugar baby love’, la apetecible adaptación del clásico de The Rubettes, que llega en el momento exacto y se alza como otra de las perlas del disco.
Un trabajo globalizador gracias a sus habituales estratos de pop rock que, esta vez, bailan entre las tres últimas referencias de la banda: «La transición de fase» (2009), «Infinito 3» (2011) y «El conjunto vacío» (2013). También a esas apuestas electrónicas gobernadas por David Van Bylen, David Kano y Señor Magick con las que echan el cierre al disco. Y, por encima de todo, a un sobresaliente gusto hacia la cresta sonora que impera hoy en el underground europeo: ‘Restos de un naufragio’, con especial hincapié en la base instrumental a partir del segundo 00.42′. Sencillamente perfecta.
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Anterior crítica de discos: “Todas sus grabaciones en Discos Zafiro (1983–1986)”, de Vídeo