Discos: “Gitanos catalans”, de Sabor de Gràcia

Autor:

“Un disco que deja sin aliento cuando moldea los barros de la rumba, que es lo que saben hacer, curioso en sus versiones y más vulgar cuando quieren vestir las canciones de experimento”

sabor-de-gfracia-19-06-15

Sabor de Gràcia
“Gitanos catalans”
PICAP

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Sicus Carbonell lleva veinte años empujando a Sabor de Gràcia; así que por una parte ha convertido al grupo en un referente de la rumba, con carrera y prestigio, y por otra está de aniversario. Y a esta celebración se dedica en parte este “Gitanos catalans”, que sirve además de toma de posición étnica, de proclama política y de festival de versiones, los cuatro soportes más reconocibles del género. Vamos a desplegarlos.

La historia de los gitanos en tierras catalanas, puntal de orgullo por raza y por nación, se resume en la que da título al disco y se inicia el 1425; en ese año desembarca en Perpiñán el primer carro romaní. Una declaración de principios y esencias como ‘Gelem, gelem’ que cierra la colección; por si no lo saben, el que oficiosamente se considera el himno gitano universal que cantan primero en caló y después en catalán.

Cuestión social: Sicus se alía con rotundidad a una de las opciones políticas que sostienen el debate de los últimos años en Cataluña. Con decir que el título de una de ellas es ‘Un país normal’, todo resulta patente. También dentro del capítulo de versiones recuperan el ‘D’un temps, d’un país’ de Raimon para tomar de nuevo la nova cançó como sustrato de la rumba. No están tan alejados, son los dos géneros más originales e influyentes del levante peninsular en el siglo XX.

Ahora, versión extraña es la del ‘Hope for the future’ de Marilion, en la que colabora el mismísimo Steve Hogarth, cantada en inglés y en catalán conserva ese toque entre el country y la fantasía épica del original. Recogen, asimismo, el ‘Pensant en tu’ de Peret y el recurrente ‘Boig per tu’ en el que son acompañados por la voz de Pep Sala y un violín que va bordando hilos centroeuropeos.

El ámbito de la celebración se encarna en ‘20 anys’, canción de aniversario que tendría –de ser Sabor de Gràcia más mediáticos– todos los números para ser un éxito en las verbenas estivales y en las fiestas mayores, y es un elogio, porque aquí es donde explota el carácter del grupo: en la fiesta y la detonación.

Precisemos: la rumba de Barcelona es tanto más efectiva cuanto menos aderezo tiene, ventilador y palmas se sobran para construir ritmo, y así las canciones más explosivas son aquellas que no tienen más mensaje que la propia rumba, en ese lenguaje metamusical. En ‘M’agrada la rumba’ lo consiguen: como en los platos con buen material, la cocina más básica es la más sabrosa. O en ‘Fills de Babel’ con esas voces de niños que introducen la canción y que siempre quedan resultonas y en ‘Nit de rumba i d’esperança’ a la que sienta muy bien ese aliño de sabrosura caribeña, incluso con tumbao. Mucho más efectivas estas que cuando juega al ska con Txarango en ‘Tot és mentida’.

Y, cómo no, la oda de amor a su ciudad que es ‘Una mirada a Barcelona’, alegre y chispeante, embutida de barrocos cromatismos y tan deslumbrante en la música como lo que se dice en la letra de la ciudad: «plena de colors». En definitiva, un disco que deja sin aliento cuando moldea los barros de la rumba, que es lo que saben hacer, curioso en sus versiones y más vulgar cuando quieren vestir las canciones de experimento. Como en algún otro género, aquí lo original es la tradición.

Anterior crítica de disco: “Espacio abierto”, de Gurus.

 

 

Artículos relacionados