«Vuelven a construir un disco variado, que cambia de palo constantemente en sus 47 minutos de duración moviéndose entre temas acústico-rockeros y baladas pianísticas»
The Felice Brothers
«Favorite waitress»
DUALTONE RECORDS
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Recuerdo la primera vez que un disco de los Felice Brothers empezó a sonar en mi equipo. Aquellos tipos, de Brooklyn para más señas, mezclaban a la perfección los sonidos que me habían fascinado siempre cuando «Through these reins and gone» (2006) se incrustó en mis oídos. Bob Dylan, The Band, el rock sureño… Todo estaba allí, concentrado. Investigué y encontré un álbum previo que nunca he conseguido original y, sobre todo, esperé para conocer los siguientes pasos de la banda. No solo se superaron sino que «Tonight at The Arizona» (2007) sigue siendo, en mi opinión, su mejor trabajo a día de hoy.
Muchas cosas (y discos) han pasado desde entonces y, sin duda, la más importante de ellas fue la marcha de uno de los hermanos Felice, Simone, para más inri uno de los compositores de sus temas más reconocidos y voz esencial en muchos de ellos. La banda siguió adelante pero nunca pareció recuperarse del todo de esa pérdida. Las canciones sin el hermano pequeño eran irregulares, erráticas a veces, y parecía que los mejores momentos del grupo eran ya cosas del pasado. Ahora, este «Favorite waitress» nos hace concebir alguna esperanza de que no sea así, aunque queda mucho camino aún por recorrer.
Olvidando el traspiés que supuso «Celebration, Florida» (2011) y solo el aprobado que se le otorgaba al extraño recopilatorio de rarezas «God bless you, amigo» (2012), que los hermanos Felice vuelvan a situarse alrededor del notable es necesariamente una buena noticia. Atrás han quedado los experimentos con sintentizadores que tan mal sentaban a sus canciones y parece que el grupo se ha concienciado de qué es lo que hace bien para ponerse manos a la obra. Vuelven a construir un disco variado, que cambia de palo constantemente en sus 47 minutos de duración moviéndose entre temas acústico-rockeros como ‘Lion’, con un diabólico violín, y baladas pianísticas como ‘Silver in the shadow’. Aunque la trilogía de oro del disco es la que forman, probablemente, ‘Bird on broken wing’, ‘Meadow of a dream’ y ‘No trouble’, canciones sublimes que nos devuelven a sus mayores cotas. Lástima que temas como ‘Hawthorne’ o ‘Constituents’ se queden en un insulso medio camino, porque si no estaríamos hablando de algo muy serio. Al menos la esperanza en ellos, de la que hablaba anteriormente, la hemos recuperado.
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