«Un álbum corto pero sin tropiezo que cumple con las expectativas de aquellos que ansiaban la vuelta de Damien Rice, a la vez que sorprenderá a los menos asiduos a sus canciones»
Damien Rice
«My favourite faded fantasy»
WARNER
Texto: WILMA LORENZO.
Han tenido que pasar ocho años para que Damien Rice se volviera a vaciar emocionalmente. Ocho años que han dado lugar a ocho canciones en las que el cantautor irlandés pone de manifiesto lo destrozado que ha estado y lo mucho que necesitaba desahogarse. Este desahogo tiene por nombre «My favourite faded fantasy», tercer trabajo de estudio de Damien Rice y probablemente el más coherente y el mejor orquestado.
En él Rice juega con la dualidad y la lucha antagónica entre realidad y ficción. Presentando una realidad fatal a la que uno hace frente muchas veces desde la inconsciencia y a la que sobrevive gracias a la ilusión. Lo hace sumando a su individualidad elementos que convierten sus canciones en grandes composiciones.
El tema que da nombre al disco es el encargado de estrenarlo. Desde los primeros acordes suena a melancolía por el amor perdido. Sensación que será constante gracias al recurso ya utilizado en otras ocasiones por Rice, de bucle musical y reiteración de versos en los estribillos. Consigue que una sola frase nos ahogue y nos haga partícipes de esa sensación de añoranza e impotencia que ya tiene de por sí el ruego: «What it all could be».
Uno de los culpables de esta reorganización del sonido de Damien, en la que la voz no siempre se encuentra en un primer plano y la instrumentación épica convive con la elegancia y sobriedad del sonido crudo de la guitarra y el piano, es Rick Rubin (Johnny Cash, Ed Sheeran, Jake Bugg). El productor ha sabido realzar la esencia de Damien Rice a la vez que le ha otorgado un nuevo carácter.
En ‘The box’ se muestra la paleta de colores del artista al completo, con un comienzo sobrio e intimista que se transformará con la entrada progresiva de violines que convierten la canción en digna candidata a formar parte de una banda sonora. Lo mismo ocurre con ‘It takes a lot to know a man’, uno de los grandes temas del álbum con un final instrumental de calidad incuestionable. Nueve minutos y medio de una canción que resulta breve y en la que el piano, las cuerdas y la percusión funcionan a una.
Un álbum corto pero sin tropiezo que cumple con las expectativas de aquellos que ansiaban la vuelta de Damien Rice, a la vez que sorprenderá a los menos asiduos a sus canciones.
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Anterior crítica de discos: “King of the Sun/King of the midnight Sun”, de The Saints.