«Un álbum que huele a carretera y azufre, grabado de forma espartana (acústicas, pedal steel) en momentos de arrebato puntual»
Wooden Wand
«Farmer’s corner»
FIRE RECORDS
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Fue curtiéndose al calor del freak folk alentado a principios de los 2000 por Devendra Banhart, Cocorosie o Akron/Family, pero el tiempo transcurrido desde entonces ha mostrado que la carrera de James Jackson Toth ha crecido tanto en ambivalencia y versatilidad que Wooden Wand (en esencia, él mismo) merece ser tenido en cuenta como uno de los valores más en alza del rock norteamericano de raíces. Incluso en países como el nuestro, en el que apenas una fecha en el calendario (Santiago, el 9 de diciembre) luce dentro de su próxima gira europea. Subráyenla con rotulador rojo nuestros amigos gallegos, porque resulta francamente impactante el aplomo con el que despacha colecciones de canciones con un oficio por el que muchos otros matarían.
Incontinente como pocos, Toth se descuelga ahora con un álbum que huele a carretera y azufre, grabado de forma espartana (acústicas, pedal steel) en momentos de arrebato puntual, bendecidos por una suma inspiración. Entre el blues oxidado y narcótico de «Blood oaths of the new blues» y el rock desvencijado y espinoso de «Wooden Wand and the World War IV» (ambos editados el año pasado), nos regala este «Farmer’s corner» que parece surgido de los polvorientos arcones del rock estadounidense de maceración lenta y servido en su punto óptimo de cocción. Acercándose a su reverenciado Neil Young (en su veta más delicada) en temas como ‘Uneasy peace’ o ‘Sinking feelings’. Guiñando un ojo a Jackson Browne en ‘Home horizon’. O reescribiendo las claves del soft rock de filiación setenta en la grandiosa ‘Dambuilding’. Justificando, en esencia, que su colega Michael Gira (Swans) le compare con Dylan. Palabras mayores.
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Anterior crítica de discos: “El ministerio de la felicidad”, de Ángel Petisme.
