“El álbum recoge los sonidos que en una Euskadi dominada oficialmente por el rock radical vasco surgían de un corazón pop, o cuanto menos atento a otras variables”
Varios
Euskodemos
SUBTERFUGE
Texto: CÉSAR PRIETO.
Ya se ha establecido el rescate de viejas grabaciones de los ochenta como tendencia arqueológica. Durante años fueron apareciendo recuperaciones sueltas, primero como bootlegs, más adelante como recopilaciones por el prurito de rescatar lo que se creía válido de esos años, pero desde hace un par de ellos ya se rebusca para ir sacando a la luz todo lo que quedó enterrado, de forma sistemática. Algo así como lo que supuso Cocodrilo para los sesenta o Wah-Wah para los setenta, aunque para este década llevado adelante por una media docena de sellos. En este caso se trata de recoger los sonidos que en una Euskadi dominada oficialmente por el rock radical vasco surgían de un corazón pop, o cuanto menos atento a otras variables.
Desfilan así ocho grupos a dos canciones por banda vestidas en ferrocromo, esas cintas de cassette en las que se grababan las maquetas, que resultan fascinantes maravillas y que se han recuperado milagrosamente. Algunos de los cortes llegaron a aparecer en singles o en elepés, pero fueron fustigados por las producciones de aquella época, así que resulta más vivificante la versión primigenia haciendo buena una de las frases hechas del degustador de catacumbas: “La maqueta era mejor”.
La única boutade que a veces me permito –serio que es uno– es defender que la nueva ola fue la única época en que las canciones de segunda fila eran mejores que las de primera; falaz aserto, evidentemente, pero escuchando las dieciséis de este disco uno percibe que ciertos grupos pudieron haber llegado más allá. Sí lo hicieron Josetxo Ezponda, que de Neon Provos fundó Los Bichos, y Jon Zamarripa que de Los Extraños pasó a Los Raros y de ahí a los revalorizados Cancer Moon. Ambos comparten gusto por los sonidos oscuros, más boscosos y postpunk Los Extraños, casi a la manera de Parálisis Permanente, y más devotos del guitarreo, el funky blanco y los sonidos levemente étnicos Neon Provos. En este sector también destacan Los del Perro, con pintas brumosas y agudas en sus canciones, con saxo, como en la enloquecida ‘Treblinka’, no muy lejana del espíritu de Derribos Arias.
También hay tiempo para el colorido, con algunos episodios cercanos a la manera de entender la nueva ola de los madrileños, ahí están Medanos de Singapur, chillones, urgentes y vitales, afines en algún sentido al sonido primigenio de Kaka de Luxe. O Revolver, un tanto más powerpop en ‘Desconecta’, con la esencia de The Records o The Romantics –por lo tanto de Mamá- pero que tienen la canción: ’Punkies en la calle’, un retrato burbujeante de lo que ocurría en la Vitoria de esos años.
Fértil cantera mod, los sonidos de los sesenta también acompañan, Los Impecables siempre me han parecido –por sus singles, lo que conocía- una banda con muchos posibles pero que necesitaba aún pulirse muchísimo, no lo consiguió. Los que sí llegaron a grabar todo un elepé y tener presencia a nivel nacional fueron los Scooters de Javier Sun, con sus píldoras Jam y sus redobles sacados del ‘Tommy Gun’ de the Clash. Y para completar, nos quedan Fiebre, que con ‘Marianne’ logran un sonido cosmopolita, casi a su pesar, cercano, lejanamente a parámetros neoyorquinos, con toques étnicos y cortantes.
Fernando Gegúndez, veterano periodista y certera pluma introduce en el libreto una visión general y analiza las circunstancias, valores y producción de cada grupo en un disco que en primer lugar es un acto de justicia; en segundo lugar, una investigación necesaria, pero sobre todo es un buen puñado de soberbias canciones de nueva ola, vibrantes y descaradas.
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