Discos: “El despertar”, de Reina Republicana

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“Ya no hay estallidos, resolución directa, amateurismo en el buen sentido; todo resulta en “El despertar” más evanescente, mesurado”

 

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Reina republicana
“El despertar”
LIMBO STARR

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Aquel viejo single de 2011 que resulto ser la presentación en sociedad de los navarros Reina Republicana contenía una de las últimas canciones que me han fascinado: ‘La reina’. Había ruido bien calibrado pero también una melodía explosiva y una voz magnética, sin nada especial, con las dotes técnicas habituales pero manejada con convicción, con una entrega total hacia la canción. Estos parámetros continúan en su elepé de ese mismo año. Con un impasse de tres y tras participar en algún split y algún disco tributo, nos sorprenden con “El despertar”.

Este segundo disco abunda también en guitarras, la voz sigue embelesando –en este caso Maite y no Amaia, la cantante de los primeros momentos– y sus fuentes son básicamente las mismas: Jesus & Mary Chain, los grupos del C86 o My Bloddy Valentine, pero el tratamiento resulta sobradamente divergente. Ya no hay estallidos, resolución directa, amateurismo en el buen sentido; todo resulta en “El despertar” más evanescente, mesurado. La catarata de sonidos se ha transformado en una espesa nube vaporosa. En ocasiones, incluso el estruendo lleva un leve regusto oriental, como en ‘Baja la voz’ o en el puente de ‘Tarde o temprano’ que sirve como perfecta declaración de intenciones: ya no hay desgarro y la fuerza es más difusa, lo arrebatador de las armonías queda algo diluido. Pero la fuerza está, sino basta fijarse en la melodía espiral de ‘Respirar’ para notar como se carga uno de energías, a la manera de los Raveonettes. Dream pop al que se le han puesto pilas.

En ‘Mikoyan’ se llega incluso a rozar lo naïf, una nana con coros espectrales, flotante, atmosférica como ‘Brillar’ y como esa miniatura, ‘Solo fue un trueno’, que cierra el conjunto con un regusto a los Raveonettes y a ‘Game over’ de videojuego. Esta es la base argumental del disco, pero de él despegan como cohetes dos canciones. La más evidente es ‘Ahora que hace bueno’, la elegida como single; les ha vuelto a salir un rugido férreo hasta el estribillo que se colorea, se eleva majestuoso a la manera de la Motown. La segunda es ‘Catedral de cristal’, con la base rítmica y el traqueteo del glam –con más alegría serían Gary Glitter–, pero a la vez con trazas del Donosti Sound, una base de melancolía en la que parece querer quiere explotar la felicidad.

Aún son Reina Republicana un grupo que no ha llegado adonde se merece, que aparece en los carteles de los festivales pero a las cinco de la tarde, que tiene una acogida crítica espléndida y un enjambre de fieles seguidores, que quizás los debería empujar un poco más para que se fueran acercando a las posibilidades que se les adivinan. Que son muchas.

 

 

Anterior crítica de discos: “La Villana canta”, de La Villana.

 

 

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