“El extracto de la música de este disco en vivo da un fuerte sabor a un caldo más espeso que el del rock and roll, más difícil de entender y más hermanado con la esencia de la tierra”
Bob Marley
“Easy skanking in Boston ’78”
UNIVERSAL
Texto: JUANJO ORDÁS.
Cada documento proveniente de la cultura reggae de los sesenta y los setenta debe ser tratado con interés, porque hablamos de un movimiento que logró constituirse con una firmeza única, de la que adolecen otros como el rock and roll. El pueblo negro no estaba para tonterías en aquellas décadas, tenían la razón y la moral de su lado frente a verdaderas barbaridades sociales y gran parte de la cultura que produjeron –no toda– poseía una autenticidad brutal. A este respecto, la lectura de “Poder freak. Vol. II” del gran Jaime Gonzalo es fundamental para entender el momento y para quitarse el sombrero ante la facción jamaicana. Puede que Bob Marley sea la cara más fácilmente asimilable de un amplio universo, pero lo es porque su poderío estaba fuera de toda duda gracias, en parte, a su falta de prejuicios.
“Easy skanking in Boston ’78” nos presenta a un Marley y sus Wailers llevando la cultura rastafari hasta el pueblo blanco y el rock and roll, un público mucho más masivo que aquel del que originalmente venían. Hacía cinco años que empezó su dominancia mundial con el elepé “Catch a fire” y tres del éxito internacional del sencillo ‘No woman, no cry’, todo desde la maquinaria del hombre blanco, pero maniobra infalible se mire como se mire, tanto cultural como socialmente, además de capítulo dorado en la historia de la música popular mundial escrito desde Jamaica.
Y como prima la tradición, los lanzamientos póstumos tras su defunción han sido cuantiosos y en el caso de éste que nos ocupa más que bienvenido, con uno de los dos shows acontecidos en la localidad que le da nombre. El set list es correoso, pero ver en él un mitin político es un tanto exagerado. Desde luego que ‘Them belly full’ y ‘War’ eran claras, pero no se ignora un hit como el mencionado ‘No woman, no cry’ en un equilibrio bien llevado a lo largo de todo un repertorio dorado, con un sonido perfecto. Sin embargo, lo más interesante de escuchar este disco, un trabajo desarrollado frente a la audiencia, es plantearse qué podía –y puede– aportar el reggae a un oyente blanco medio de rock and roll. Y las respuestas son varias, aunque todas parten de esa cualidad mántrica que emana del propio género y con la que Marley sabía operar cual gurú, que al fin y al cabo es lo que era. El extracto de la música de este disco en vivo da un fuerte sabor a un caldo más espeso que el del rock and roll, más difícil de entender y más hermanado con la esencia de la tierra. En definitiva, el reggae bien hecho suponía y supone un reto al oyente medio de la música pop, una propuesta diferente que, al igual que ocurre con el blues (música de más difícil comprensión de lo que se nos hace parecer), nos retrotrae a un origen lejano que clama por ser entendido. Es la polirritmia de Marley y su banda la que nos lleva de viaje a través del viaje, es lo básico y complejo de su lenguaje musical lo que hace de su música algo actual aún cuando este show aconteciera hace treinta y seis años, ni más ni menos.
En lo que se refiere al detalle, la presentación de “Easy skanking in Boston ’78” no puede ser más trabajada. El deuvedé es un complemento adicional, pero atendamos al mundo del papel para disfrutar de su extenso libreto, con profusión de material gráfico, las letras de todas las canciones y un añejo artículo de Don Rojas que sirve de perfecta introducción a la música aquí enlatada.
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Anterior crítica de discos: “20 años de canciones”, de La Habitación Roja.