“El éxito (menor, casi inexistente) fue ‘Dentro del capó’, una ruptura amorosa dentro de una alegoría de talleres mecánicos”
A primeros de los 80 surgieron bandas efímeras que se disolvieron tras editar un puñado de canciones. Entre ellos, Slogan, proyecto del locutor José Miguel Nieto editado por Mario Pacheco. Por César Prieto.
Slogan
“Cambia de cara”
NUEVOS MEDIOS, 1983
Texto: CÉSAR PRIETO.
Slogan era José Miguel Nieto, locutor, periodista y cientos de cosas, que tenía unas canciones entre las manos y fundó un pequeño proyecto para darles vida, aliado a Pedro Mariné y Carlos de France, fundador de Objetivo Birmania poco después. Electrónica básica con aparatos primitivos que tanto podía recordar al high school de los 50, a la canción melódica o a las baladas tecno Depeche Mode como ‘See you’.
Mario Pacheco aparece por el estudio y pactan pagar la posproducción a medias, y ello lleva a que el ingeniero de sonido en el que el sello confiaba: Luis Fernández Soria, el de Golpes Bajos o La Mode, que con los escasos medios disponibles crea un entramado que acompaña a esas historias juveniles, adolescentes, pop sin complicaciones ni contemplaciones. El éxito (menor, casi inexistente) fue ‘Dentro del capó’, una ruptura amorosa dentro de una alegoría de talleres mecánicos.
Pero esta no es la canción que merece destacarse. Hay una parte del disco con esplendor en la composición y detalles soberanos. ‘La luna sabe lo demás’, por ejemplo, con bonitas guitarras. En general, el disco se ilumina cuando José Miguel Nieto enfoca sus historias de amor con serenidad, sin heridas ni forzar el melodrama. Ocurre en ‘Dos paradas después’, una historia costumbrista similar a las que por la época se deslizaban en Mamá o Los Secretos y algunos años antes en cantautores como Cecilia o Serrat. Un amor callado, secreto, que no explota pero que llena las venas de melancolía y desespero. Alguien que en el autobús coincide cada día con otro pasajero y durante las pocas paradas en las que viajan juntos vive cada día la más bella historia de amor que ha sido y será. En silencio. Una preciosidad
Preciosa es también ‘Torres de viento’. Las bases se vuelven lánguidas y acompañan a una reflexión sobre la soledad suave y hermosa. Así aparece la magia: fue grabada en una sola toma, a la primera y sin haberla ensayado nunca antes. José Miguel Nieto tiene una acústica entre las manos, a la que se le añaden posteriormente unos teclados. Y el resultado es demoledor en su sencillez, en su emoción. Esos momentos de magia en los que todo se conjuga.
Estoy segurísimo de que “Cambia de cara”, cuya portada parodia el “Momentos” de Julio Iglesias, nunca va a ser reeditado. No es un disco redondo, tiene altibajos y su producción no contó con grandes dispendios. Ni siquiera abrió un camino que podía ser productivo: el del pop sencillo, la electrónica lo-fi, que aportara naturalidad a canciones con corazón y sin grandes expectativas. Sirva, que para eso lo traemos aquí, como homenaje a esas decenas de canciones perdidas en elepés olvidados que atesoran verdadero estremecimiento, que paran el tiempo durante tres minutos, que nos convierten en todo mejores. La música no se encarna solo en grandes carreras, se encarna en grandes canciones y algunas están olvidadas.