“Melodías escapistas y ensoñadoras con las que el dúo de Baltimore recupera los orígenes más sencillos y esenciales de su dream pop a través de nueve canciones que describen los páramos de la experiencia existencial”
«Depression cherry»
Beach House
BELLA UNION/PIAS
Texto: SARA MORALES.
El tiempo se nos escurre entre los dedos. Se escapa, casi sin darnos cuenta. A veces se asume fácil, con la elegancia de un conformismo sin remedio. Pero al verle huir, los momentos de rabia, de derrota, de miedo incluso, son inevitables. Es este fluir de los años, convertido en la vida misma, el leitmotiv de «Depression cherry», el nuevo disco de Beach House publicado el pasado viernes junto al sello Sub Pop en Norteamérica y Bella Union/PIAS en Europa. Melodías escapistas y ensoñadoras con las que el dúo de Baltimore recupera los orígenes más sencillos y esenciales de su dream pop, a través de nueve canciones que describen los páramos de la experiencia existencial.
La suavidad del tema que abre el disco, ‘Levitation’, y de ‘Days of Candy’ que lo cierra, advierte que la complejidad multisónica de trabajos anteriores, como «Teen dream» en 2010 y «Bloom» en 2012, se ha esfumado para dejar paso a unas melodías inocuas que tanto tienen que decir. Una suspensión en la nada que invita a viajar mentalmente, un gusto por el silencio y el minimalismo que, por contra, los engrandece. Ya no hay horror al vacío; al contrario, ahora Beach House disfrutan de él. Los teclados, las percusiones programadas, los acordes de guitarra y los efectos de eco y delay han propiciado el ambiente perfecto para que la apacible voz de Victoria Legrand discurra con soltura en todas sus variantes. Desde una directa ‘Space song’, que sube y baja por las líneas del pentagrama con decisión, hasta el susurro de ‘Wildflower’ que juguetea con el shoegaze.
La calma que envuelve a casi la totalidad del disco, producido por ellos mismos junto a Chris Coady y grabado en el Studio in the Country de Bogalusa (Lousiana), convive con pequeños lapsos de arrebato e ira, que el dúo nos presenta en forma de distorsión enfurecida. Así nos llega ‘Sparks’, la nota discordante del álbum, elegida curiosamente como primer single quizás por aquello de que rompe con su apaciguada línea general. En ella y en mitad del ruido, el órgano es el punto de referencia. Aunque hubo un tiempo en que había quedado denostado, de unos años a esta parte cada vez son más los grupos que integran este instrumento en su sonido. Bien es cierto que su presencia evoca tristeza y espiritualidad, pero ¿acaso no es esto lo que buscan transmitir Beach House en este «Depression cherry»?
Desde luego, así ocurre en ‘Bluebird’. Una canción intimista y detallista que, entre efectos digitales, le asegura a un pájaro azul –posible representación del tiempo– que «no trataré de capturarte».
Por momentos, la carga emocional de las letras se dispara a una intensidad tal, que a Legrand no le queda más remedio que recitar en lugar de cantar. Es el caso de ‘Ppp’, una canción que habla de lo efímero, de las confianzas y desconfianzas en el amor, mientras Alex Scally (la otra mitad) se acomoda en la balada pop a través de su teclado. Al igual que ‘Beyond love’, que presenta un discurso hilado en una sucesión de sueños y pesadillas que suenan demasiado cercanos.
Justo en mitad del tracklist, estratégicamente ubicada, se escucha el imparable reloj de ’10:37′. Uno de los temas más insólitos del álbum, el más impecable, que nos recuerda una vez más el paso del tiempo y el acecho de la oscuridad. La aurora.
Un formato casi poético en el terreno conceptual para este quinto álbum de los de Maryland. Un background que al mismo tiempo amansa e inquieta. Un disco con el que amanecer y anochecer.
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Anterior crítica de discos: “The Deslondes”, de The Deslondes.