“Las instrumentaciones siguen la línea de lo ya transitado por Richmond Fontaine. Todo es atmosférico, exquisitamente lánguido a veces, pero ricamente melódico”
The Delines
“Colfax”
Decor Records
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Culo inquieto es Willy Vlautin. A su liderazgo habitual de Richmond Fontaine añadimos hace tiempo su carrera como escritor, hartamente recomendable, por cierto. Pero no parece tener suficiente. Metido en diversos proyectos de concienciación sobre las diferencias de clases, su última aventura musical responde al nombre de Delines y en ella se hace acompañar por su compañero en Richmond Fontaine Sean Oldham, Jenny Conlee de Decemberists, Tucker Jackson de Minus 5 y, sobre todo, Amy Boone de The Damnations que se ocupa del primer plano vocal.
Vlautin asegura que el grupo tomó forma cuando “vi a Amy cantar. Ella había trabajado en algunos discos de Richmond Fontaine y había hecho de telonera en alguna gira. Salía y hacía clásicos del country mientras yo la miraba desde un lado del escenario. Un día, medio borrachos, me dijo: “¿Por qué no me escribes una canción?”, y me fui a casa a hacerlo. De ahí pensé en lo divertido que sería tener una banda juntos”.
Lo cierto es que la cosa no difiere mucho en lo que ofrece su banda madre, algo evidente si tenemos en cuenta el origen de las composiciones. Vlautin escribe los temas del disco sin pensar en la voz de Amy concretamente, aunque sí intentando llegar a registros que él no era capaz de cantar. Luego es ella la que se encarga de darles personalidad. En cambio, las instrumentaciones siguen la línea de lo ya transitado por Richmond Fontaine. Todo es atmosférico, exquisitamente lánguido a veces, pero ricamente melódico. Boone se erige en la estrella del disco (se trataba de eso, ¿no?) y se encarga de llenar de luz los a menudo oscuros textos de Willy. Solo falta ver si la cosa funciona en directo y la oportunidad la tenemos bien cerca: el 15 de septiembre en Bilbao, el 16 en Barcelona, el 17 en Valencia y el 18 en Madrid.
–
Anterior crítica de discos: “Rattle that lock”, de David Gilmour.