Discos: “Carousel one”, de Ron Sexsmith

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“Esencial para los que solamente quieren que las melodías les lleven a ensoñar belleza, si acaso en este conjunto mucho más optimista y risueño que en anteriores entregas”

ron-sexmith-15-04-2015

Ron Sexsmith
“Carousel One”
COOKING VINYL

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Ron Sexsmith ya se ha plantado, y no hay peligro de que tras este decimocuarto disco vaya a moverse mucho de sitio, afortunadamente. Ha conseguido el secreto de la magia al crear armonías, tiene un par de maestros como referentes que le guían en caso de duda y con los escasos –pero impecables– mimbres de guitarra, bajo, teclados y batería llega hasta la canción pop perfecta. Vamos a poner que la mitad de las dieciséis de “Carousel One” lo son. Así es, esencial para los que solamente quieren que las melodías les lleven a ensoñar belleza, si acaso en este conjunto mucho más optimista y risueño que en anteriores entregas. Desde la portada en que por primera vez sonríe.

¿Cuáles son esas ocho supremas? De primeras la que abre, ‘Sure as the sky’, con un atrayente aire de tiovivo, infantil –que también se da en ‘Before the night is gone’– que tan bien sienta a la voz emotiva y levemente quebrada del canadiense, tan cercana a la artesanía de Paul McCartney que tanto éstas como ‘Lord Knows’ –balanceante, parece patinar sobre la felicidad– parecen cedidas por el beatle. Es el primer referente.

EIvis Costello es el segundo, y se acerca a él en la elegante ‘Saint Bernard’. A partir de aquí, media docena más, cada una con su bendita particularidad, como ‘Nothing feels the same anymore’, plagada de sacarina en los coros y teclados delicados que gustará a los que disfruten con los Roxy Music de los ochenta, o ‘No one’, con un juego de persecución en los instrumentos que demuestra que los arreglos están perfectamente trabajados. Más detalles, el estribillo grandioso de ‘Can’t get my act together’ o la preciosa miniatura que es ‘Tumbling sky’. O ‘All our tomorrows’, una de las baladas del conjunto que está reclamando a gritos un fuego de campamento.

El conjunto va más allá de ser agradable, es acogedor. Y lleva discos Sexsmith con ello, consiguiendo el estándar perfecto, en el buen sentido, la canción que enamora sin epatar, que deviene perfecta sin que sepas muy bien que la hace especial. Eso sí, los fans hemos abandonado la pretensión de que pueda llegar al reconocimiento que merece, va a quedar ya definitivamente para el corazón de los pocos que vamos siguiendo su carrera. No nos va a dar muchas más sorpresas, pero también estoy seguro de que cada nuevo disco nos va enamorar.

Anterior crítica de discos: “Beta”, de El Lado Oscuro de la Broca

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