«Javier Vielba, voz de Arizona Baby, actúa sin cortapisas. Sin barreras, y eso refresca su trabajo»
El Meister
«Bestiario»
SUBTERFUGE
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Agradabilísima sorpresa la que me encuentro con la escucha del primer disco de El Meister. Aunque aquí hay trampa y cartón. Porque detrás de este supuesto personaje recién llegado se encuentra nada menos que Javier Vielba, voz de Arizona Baby y Corizonas y, sin duda, uno de los más inquietos artistas del momento en el país. El músico se ha vestido de «one-man-band» o de Beck hispano para encargarse no solo de la composición de todos los temas de este «Bestiario» sino también de la interpretación de todos los instrumentos. Y el resultado es más que destacable.
Abre ‘País del alce’ con un ritmo rock marcado y una letra a medio camino entre la fábula y la realidad. Jugueteando con elementos electrónicos de manera sutil, algo que repetirá a lo largo de todo el disco aunque sin abusar en exceso y engancha. Vaya si engancha. Sin apenas rastro de sus aventuras grupales. Y menos cuando ‘Los perros ladran’ aparece como una tonada que le debe mucho a las escuchas de ¿El Último de la Fila? No, no me he vuelto loco. Vielba actúa sin cortapisas. Sin barreras, y eso refresca su trabajo. Por eso es capaz de que a un tema fronterizo y ranchero como ‘Gallo rojo, gallo negro’ le siga ‘Chupacabras’, un experimento hablado y atmosférico sin ningún aparente nexo de unión con sus compañeros de viaje. ‘El oso’ es una de las grandes bazas del trabajo. Adictiva y tarareable, recuerda a los juegos tecnológicos de My Morning Jacket al principio, dando paso a una letra una vez más misteriosa, pero que funciona a la perfección. Muy cercana a lo que proponen actualmente bandas como los Zodiacs. ‘Megalodón’, en cambio, es un tema acústico instrumental que sirve de enlace hacia el cierre del álbum. ‘Romance del burro listo’ se inicia casi flamenca aunque se torna rápidamente juglaresca. El cierre con ‘Sueño con serpientes’, la canción más larga del disco, deja ese buen sabor de boca de las cosas cortas pero buenas, y el deseo de que esto no se quede únicamente en un divertimento puntual y tenga continuidad.
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Anterior crítica de discos: “Chocolate con ají”, de Daniel Puente Encina.