«Cinco chicas del Madrid de la nueva ola pimpante, guapísimas, vestidas y peinadas con un colorismo que nos enamoraba a los sensibles a esa estética y con canciones directas, pura vitamina C para los oídos»
Las Chinas
«Amor en frío»
MUNSTER
Texto: CÉSAR PRIETO.
Hablar de Las Chinas y emocionarme es todo uno. Lo hice cuando las escuche por primera vez, lo hice al conseguir la banda sonora de «La próxima estación» –actúan al final y ocupan la cara B del single–, lo hice cuando recibí el concierto en Radio 3 lleno de maravillosas inéditas y lo hice cuando Munster anunció que recopilaba las canciones oficiales y añadía alguna maqueta y algún concierto –mmm, cinco canciones solo, poquito–. Así que cuando en mi buzón estaba el aviso de que el disco había llegado corrí a la estafeta de correos. Era el primer elepé de Las Chinas, el único, el que se había hecho esperar más de treinta años porque RCA lo había vetado en el momento en el que debería haberse grabado.
Déjenme que les hable de Las Chinas, por si han aterrizado aquí sin saber de quien hablamos. Ahí las tienen, cinco chicas del Madrid de la nueva ola pimpante, guapísimas, vestidas y peinadas con un colorismo que nos enamoraba a los sensibles a esa estética y con canciones directas, pura vitamina C para los oídos, levemente irónicas y de alma explosiva. Radio Futura y los Ejecutivos Agresivos les prestaron temas, fue una de esas épocas mágicas en que todos bebían del talento de todos. Tuvieron cierta repercusión en la época, apariciones en televisión y en un par de películas de las comerciales, aparte de un single en una multinacional, pero se cortó su carrera en esos quiebros estéticos que en los ochenta sucedían cada año.
La primera cara del disco recoge la discografía editada por el grupo, aparte de la citada un par de canciones que aparecieron en una recopilación de maquetas de esa época, «El pecado original». Cinco canciones como cinco soles, marcadas por una efectividad máxima: enganche directo, coros chillones, guitarras de locura galáctica. Todo valía mientras no fuera tocado por ningún tipo de seriedad, todo se fagocitaba: el ska anfetamínico de ‘Amor en frío’ se resuelve en coros de ascendencia ye-yé, estampas costumbristas en ‘Chicos en la calle’ que requerían excitación. Y entre medias, la canción, ’23 de enero’ la que argumenta en sus escasos dos minutos ese encaje de cables que se cruzan y hacen saltar chispas, esa canción que cuando termina te hace pensar: ¿Qué ha pasado?
La cara B recoge tres canciones de una maqueta y dos de un concierto en la sala Carolina en enero de 1982, en ambos casos el sonido es defectuoso, y pese a todo lo que se ha hecho para mejorarlo han pasado más de treinta años en unas grabaciones ya desde el principio absolutamente caseras. Aún así, se ha conseguido un sonido inteligible para canciones que no desmerecen, ‘El crucero’, por ejemplo. ¡Cómo ha podido permanecer escondida una canción tan inmensa, hermana de Los Pegamoides, Los Bólidos o Los Zombies! Guitarras que sin técnica ninguna son simplemente perfectas y se enredan en primores energéticos. También es una visón de Las Chinas diferente, directa, su versión del ‘Echo beach’ de Martha & The Muffins acentúa texturas más cavernosas y en la de ‘Femme fatale’ Jose canta con esa tierna melancolía que años después será marca de estilo en Kiki d’Akí.
Se ha debatido sobre esta música de la frontera entre los setenta y los ochenta desde todos los puntos de vista, el estupendo encarte que acompaña al disco ofrece nuevas visiones de protagonistas de la época, pero lo que nadie puede negar es que surgió acelerada y urgente, deseosa de tomar referencias de novedades extranjeras. De ello es ejemplo el primer elepé de las Chinas, el que RCA rechazó editar y aparece ahora. Viene a ser como un pequeño milagro.
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Anterior crítica de discos: “Norte” / “Oeste”, de Hendrik Röver.