«Si eres fan de Jimi Hendrix, Led Zeppelin, John Lee Hooker, Marc Ribot, Screaming Headless Torsos, Scott Henderson o King Crimson, entra sin miedo y siéntete como en casa»
Elliott Sharp’s Terraplane
«4am always»
Yellowbird/Resistencia
Texto: GERNOT DUDDA.
Elliott Sharp es un extraño músico que desde el epicentro de la vanguardia neoyorquina ha ido describiendo hacia fuera círculos concéntricos, abarcando espacios geográficos diversos y, sobre todo, deconstruyendo los géneros musicales que ha surcado. Así hasta amasar la poco habitual cifra de ochenta grabaciones realizadas y contando con una larga nómina de importantes músicos-colaboradores y un considerable número de proyectos personales. A pesar de sus décadas en activo es prácticamente desconocido para el público español.
Una de sus múltiples patas lleva por nombre Terraplane, un fascinante proyecto dedicado a sacarle (literalmente) las tripas al blues desde una perspectiva urbana y posteléctrica, y que además recibe aguas de dos afluentes-río tan mayúsculos como el primitivo free jazz de Albert Ayler y el hard bop de Charles Mingus. Su posición central es la de guitarrista (virtuoso), pero a su alrededor maneja tal cantidad de pedales, efectos de distorsión e instrumentos tan variopintos como el sitar eléctrico, el banjo, la mandolina o la steel, que no parece que el proyecto se trate de una mera formación de power trio (sumando a Don McKenzie en las percusiones y Dave Hofstra en los bajos acústico y eléctrico).
Para acentuar esa imagen soterrada y autóctona de los garitos musicales del Soho y el Greenwich Village cuenta con la colaboración en plan tortuosa hechicera vudú de la cantante Tracie Morris, visible en las piezas ‘Ain’t got no’ y ‘New steel’. Todo es de una calidad sobrenatural que trasciende cualquier posible comentario ajeno a la disposición de dejarse llevar y seducir de forma progresiva (nunca mejor dicho), pero cómo no mencionar ese lunático número de “bottleneck” que es ‘Sentenced to life’ o los glisandos díscolos de ‘Sunset to sunrise’, que es una buena forma de teletransportarse a cualquiera de las maravillosas bandas sonoras de Jim Jarmusch.
Si eres fan de Jimi Hendrix, Led Zeppelin, John Lee Hooker, Marc Ribot, Screaming Headless Torsos, Scott Henderson o King Crimson, entra sin miedo y siéntete como en casa. Tu casa.
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Anterior crítica de discos: “Favorite waitress”, de The Felice Brothers.