DISCOS
«Un tipo capaz de hacer parecer ordinario lo extraordinario»
Luis Prado
Directo en Loco Club
HALL OF FAME RECORDS, 2021
Texto: CÉSAR CAMPOY.
Asistir a un directo de Luis Prado siempre ha sido una experiencia única. Apenas hay nada que se le parezca en la escena musical española. Nos referimos a ese vistoso y elegante baile que se marcan los temas de turno y las continuas y ocurrentes pinceladas humorísticas del creador valenciano. También a ese virtuosismo innato capaz de provocar una sonrisa de complicidad, incluso en el más docto en la materia. Y, por supuesto, a ese divertido ejercicio de adivinación y cultura musical y popular al que es sometido el espectador, ávido de encontrar guiños (más o menos evidentes) a los sonidos que han formado parte de su existencia y, por supuesto, de la nuestra.
Luis siempre ha sido un espectáculo en vivo. Esa mezcla de encantador y mundano personaje de Woody Allen y genio del piano al que se le caen los recursos y las virguerías de los bolsillos es explosiva. Años ha, mucho antes de convertirse en lo que es hoy (uno de los músicos más respetados por la profesión), al artista le dio por frecuentar pequeños escenarios retando a un público que, a la entrada, disponía de una cuartilla en la cual podía plasmar cualquier tipo de petición, por muy marciana que esta fuera. Pese a lo surrealista de aquellos listados, todo acababa adquiriendo una curiosa pátina de coherencia filosófica a medida que nuestro protagonista iba haciendo suyo aquel pintoresco y caótico maremagno.
Aquel arriesgado ejercicio ya evidenciaba todo aquello que es Luis Prado: un compositor e intérprete bestialmente mimetizado con un instrumento convertido en prolongación natural de su personalidad y su persona. Como tal, el piano apenas tiene secretos para un creador para el que recorrer las teclas con los dedos puede llegar a ser como para usted lavarse los dientes. Eso sí, en su caso, esa familiaridad se une a una suerte de asombroso virtuosismo y ocurrente imaginación que son capaces de ofrecer interpretaciones tan exultantes como la de una “Colgado de mí mismo” (ya de por sí, originalmente brillante) en la que una endiablada digitación deviene el colchón perfecto donde son capaces de descansar, sin apenas molestarse, invitados como la “Marcha turca”, “El vuelo del moscardón” y la sintonía de El coche fantástico. Posiblemente, esta pieza, monumento supino al pop barroco, sea una de las mayores joyas de Directo en Loco Club, la última referencia publicada por Luis a partir de un par de actuaciones realizadas en mayo de este año en la sala valenciana. Hall of Fame ha tenido la original idea de presentar, en un mismo continente, dos referencias: el cedé y un deuvedé que incluye, además, cinco pistas extra.
Casi dos horas de espectáculo (en su versión audiovisual), sobre todo, basado en creaciones de su disco anterior, El tsunami emocional, todavía fresco en aquellos momentos. De esta manera, “Todo está decidido”, “Una última vez no importa”, “Te vi terraplanista”, “Vals del montón” o “No puedo olvidarte” adquieren una nueva dimensión a partir de imaginativos arreglos mientras incorporan pasajes de sones inmortales como el “Rumore” de la Carrà o el “Up on Cripple Creek” de The Band.
Todas ellas conviven con piezas ya convertidas en clásicas para el seguidor de Prado: la mencionada “Colgado de mí mismo”, la endiabladamente celestial “Ahora me caes bien”, el hit “Estoy gordo” o la emocionante “Fue por tu canción” (orgásmica recta final incluida), así como una depurada, jugosa y numerosa selección de gemas de Señor Mostaza como las excelsas “Mega indecisión”, “Delitos y faltas”, “Hoy me voy”, “Ahora comprendo bien”, “Ojalá pudieras ser”, “Bipolaridad” y una dramáticamente emotiva “Todo me recuerda a ti” que, sin duda, sigue figurando en lo más alto del Olimpo creativo de Prado.
La guinda del pastel, no podía ser menos, viene dada por reinterpretaciones de los sones universales que emanan del “Road to nowhere”, “Relojes en la oscuridad”, “That’s life”, un ocurrente y soberano ménage à trois (otra marca de la casa) entre “The way you make me feel”, “On Broadway” y “Solo quiero llegar”, y un sentido “Starman” convertido en bis. El broche perfecto para un bendito tótum revolútum, habitual en los conciertos de un artista cuyo cerebro no cesa de procesar información en una incansable rutina de datos acumulados, de mayor o menor exquisitez, para ser brindados al respetable, como si la cosa no fuera con él. Al fin y al cabo, esto es Luis Prado: un tipo capaz de hacer parecer ordinario lo extraordinario.
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Anterior crítica de discos: Vivir en La Habana, de Blondie.