Hay otro Joaquín Sabina, un iceberg perdido, de canciones inéditas y joyas raras compuestas en momentos muy diferentes de su carrera. Julio Valdeón, autor de la monumental biografía «Sabina. Sol y sombra» recoge diez de esas extrañas maravillas y confecciona esta detallada lista.
Selección y textos: JULIO VALDEÓN.
1. ‘Si te beso en la calle’.
Título aproximado para una copla de los años londinenses. Una letra ácida, inteligente y mordaz, que evita la tentación panfletaria y ajusta cuentas con un país de “Guardias Civiles, siniestros vigilantes y encapuchados frailes”. A diferencia de la cosecha de «Inventario», su condición de inédita le evita los infumables arreglos que machacaban aquel disco. ¿A qué esperan para editarla como merece?
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2. ‘El blues de tu ausencia’.
Un blues de calibre grueso, rural en las formas (Skip James, Mississippi John Hurt) y urbano en los asuntos y el lenguaje (“Viviendo en esta ciudad de borrachos/ que vomitan en todas las esquinas del invierno”) que demuestra hasta qué punto el Sabina de los años setenta, antes incluso de su primer disco, ya dominaba los lenguajes del rock y sus ásperos afluentes.
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3. ‘Dios puso nombre a los animales’.
Grabada en las noches de La Mandrágora, una loquísima y estupenda versión del Bob Dylan evangélico. Conviene detenerse en la frescura de una interpretación que cruza el reggae original con gloriosa rumba deslenguada.
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4. ‘La computadora’.
La habrían firmado encantados sus compinches Krahe y Ferlosio. Una tonada sentimental, satírica y mordaz, que indaga en la soledad del urbanita y actualiza el discurso cantautoril con recursos distópicos y erotismo de ciencia ficción.
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5. ‘Dos mejor que uno’.
El director Ángel Llorente le pide una canción para su próxima película y el resultado, publicado en 1984 como cara A de un single, adelanta ya el gran salto de “Juez y parte”. Cuenta con una impecable producción de Josep Mas “Kitflus”, histórico del rock progresivo. Un medio tiempo evocador y elegante. Uno de esos clásicos que nadie recuerda. Maravilloso.
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6. ‘Canción de cuna de la noche y los tejados’.
Mano a mano con Pancho Varona y Antonio García de Diego, Sabina firma un extraordinario latigazo para la banda sonora de la película “Siempre hay un camino a la derecha”, de José Luis García Sánchez. Esta nana feroz encuentra al trío en su gran momento de mediados de los años noventa y, de paso, anticipa la voz descarnada que llegaría para quedarse a partir de “19 días y 500 noches”.
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7. ‘Doble vida’.
Un disparo escrito junto a Jaime Asua y José Luis Nodar. Anda que no extrañamos al Sabina que escribía historias como guiones y películas de cinco minutos en canciones así de buenas. Existe una interesante versión de 1993 a cargo de Juan Carlos Baglietto.
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8. ‘Donde habita el olvido’.
Maqueta de una de las canciones esenciales de “19 días y 500 noches”, esta versión, brutal, había dado vueltas por varios discos y no acababa de entrar en ninguno. «A mí me gusta mucho la versión eléctrica de ‘Donde habita el olvido'», explica Pancho Varona en “Sabina. Sol y sombra”, «A Joaquín no le terminaba de gustar mucho, y cuando se fue de mi lado, por así decirlo, aprovechó para llevarse la canción al territorio donde quería. Nosotros, cuando grabamos “Yo, mí, me, contigo”, hacíamos una versión muy eléctrica, muy rockera…».
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9. ‘Arenas movedizas’.
Existen dos versiones de esta recreación libre de Bob Dylan. Esta, de la caja que recopilaba las rarezas de “19 días y 500 noches”, es sin duda la mejor. Con unas guitarras fantásticas, dignas de Ron Wood y Keith Richards, que suponen toda la diferencia respecto a la narcotizada toma que apareció en “Dímelo en la calle”.
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10. ‘A vuelta de correo’.
También existen dos versiones, una en la caja de rarezas de “19 días y 500 noches” y otra en “Diario de un peatón”. De nuevo, la mejor es la de “19 días y 500 noches”. Quizá porque la canción, un glorioso despiporre, estaba más reciente. Aquí, y en ‘Pero qué hermosas eran’ y ‘Como te digo una Co te digo la O’, que sí entraron en el disco, encontramos a un Sabina proteico, capaz de simultanear la gravedad de ‘Cerrado por derribo’, la efervescencia de ‘Dieguitos y Mafaldas’, la furia canalla de ’19 días y 500 noches’, con unas comedias neorrealistas dignas de Pietro Germi (y de Randy Newman, con el que tanto comparte).
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Bonus track: ‘Motivos de un sentimiento’.
El mejor himno jamás escrito para un equipo de fútbol. Sabina homenajea al fútbol con una épica y una poesía que el deporte del balón no siempre merece, mientras Pancho Varona borda un arreglo espectacular. Una canción insospechada y, sí, descomunal. Absténganse modernos petulantes y agriados listillos: no entenderán nada.