Chema Domínguez nos propone escuchar diez temas (todos de la segunda mitad de los años 80) que sientan las bases del rock latino en su vertiente hispana. Es decir, grupos españoles pioneros en la fusión de ritmos latinos. Para ilustrar esta propuesta sonora, nada mejor que una imagen de Radio Futuro: nobleza obliga.
Selección y textos: CHEMA DOMÍNGUEZ.
En verano, todas las orillas parecen más cercanas, hay más vida en ellas que en las ciudades y más ganas de compartir viajes. Hay un instrumento que lleva viajando siglos con ese impulso: la guitarra. En forma de vihuela, laúd, clásica o española, acústica o eléctrica, de aquí a allá, sobreviviendo a todo y llevando un poco de cada cultura por la que ha pasado.
El rock latino tenía que llegar como llegaron las habaneras. Vamos a verlo desde la orilla española, plagada de viajes y pueblos que han dejado su huella sonora, a veces más débil, a veces más fuerte. África, América, Europa, Oriente y Occidente, todas están aquí. Aunque hubo intentos anteriores, algunos de gran éxito como lo conseguido por Fernando Arbex con Los Brincos y Barrabás, no es hasta los años ochenta cuando hay una explosión natural y abundante de músicos capaces de hacer de médiums con tan buenos espíritus y, ojo, con personalidad, descaro y arte. Vamos a centrarnos en esa década.
Además de Los Coyotes, Radio Futura o La Búsqueda, presentes en esta lista, he tenido que ir a remojarme en frío varias veces ante la cantidad de momentos interesantes que aparecen. Por ejemplo, Rey de Copas no ha podido incluirse por no encontrar un clip interesante en la red, su pop rock de ascendencia jerezana resulta imprescindible, y además han vuelto este año. También están, cómo no, Kiko Veneno, La Luna les Canta, Los Secretos con ese latido mexicano de ‘La calle del olvido’, BB Sin Sed con una fantástica versión de ‘Una lágrima’ (sirva de homenaje al maestro), Celtas Cortos, Potato, la parte más tex-mex de Gatos Locos, Los Rebeldes con ‘Un español en Nueva York’, Corazón Rebelde (gracias, Juan), Germán Coppini, Ricky Amigos, los franceses Mano Negra, etc.
Y desde aquí, llegaría otra edad de oro con Los Rodríguez, Enrique Urquijo y Los Problemas, Seguridad Social, Manolo Tena, Los Coronas, Bunbury, Los Elefantes, Nel.Lo y La Banda del Zoco, La Marabunta, Especialistas, Juan Perro, Víctor Coyote… Más la suma de todo lo que estaba pasando en América, el alcance fue planetario pero eso es otro capítulo.
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Los Coyotes: ‘100 guitarras’
(«Mujer y sentimiento», 1985)
«Cuando tu rompes mi corazón, 100 guitarras lloran en nuestro adiós».
Apasionante transformación de Los Coyotes, de tener como referencia y practicar un fascinante rockabilly, psychobilly y punkabilly, a ser la referencia del rock latino español. El cambio empezó con la descarga de ‘300 kg’ (1983), luego llegaría ‘El mono’ (1984) y esta explosión que fue y es «Mujer y sentimiento».
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Radio Futura: ‘Semilla negra’
(«La ley del desierto. La ley del mar», 1984)
«Ese beso entregado al aire es para ti».
Radio Futura, tan impresionantes ahora como entonces, sembrando, sembrando, hasta llegar a recoger el merecido fruto de la obra maestra en «La canción de Juan Perro» (1987). Antes, hay un camino plagado de tesoros como ‘El viento de África’, ‘La vida en la frontera’, ‘El tonto Simón’, ‘Un africano por la Gran Vía’ y, por supuesto, la eterna ‘Semilla negra’. Siempre florece.
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Gabinete Caligari: ‘El calor del amor en un bar’
(«El calor del amor en un bar», 1986)
«Amor, la noche ha sido larga y llena de emoción».
Dudaba qué canción escoger de los maestros del foro, y las noches de agosto lo han hecho por mí. Hay éxitos que no se gastan. ‘Que Dios reparta suerte’, ‘Sangre española’, ‘Gresca gitana’, ‘Cuatro rosas’, y hasta ‘¡Caray!’, publicadas entre 1983 y 1985, estaban sobre la mesa, imprescindibles para saborear la corriente castiza del rock latino. Después llegará «Camino Soria» (1987). Sólo ellos podían hacerlo.
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Ciudad Jardín: ‘Dame Calidad’
(«Dame calidad», 1987)
«Como acceso de fiebre de una enfermedad, le venía la manía de la calidad».
En pleno cambio, Rodrigo de Lorenzo encontró la compañía ideal en la guitarra de Luis Elices y los teclados de Francisco Musulén, ambos a punto de ser ex Objetivo Birmania. De la formación original, aún estaba Julián Hidalgo a la batería y composiciones a medias con Santi Agudo, ya definitivamente en La Coartada, ‘Su casa es suya’, por ejemplo, muestra las mejores virtudes de los primeros Ciudad Jardín, mientras ‘Dame calidad’ enseña la nueva apertura de la banda madrileña. Pero siempre, el caudal imaginativo de Rodrigo como seña de identidad no cambia, ni defrauda, en esta ocasión a ritmo creciente y vacilón de chachachá. ¿Definirlos?, como entonarían más adelante: «Que lo que menos abunda en el mundo es la gente normal, menos mal».
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21 Japonesas: ‘Piel tabú’
(«… Donde ríen los locos», 1987)
«Creo que mis poros se abren, siento el azúcar en mi piel».
De donde menos cabía esperarlo, llegó. San Sebastián unió los caminos de Txetxo Bengoetxea, Luis Camino y Alfredo Beristáin para capturar todo el latido y percusiones africanas que armonizaran sus composiciones. Entre otros, Paul Simon desde «Graceland» (1986), Johnny Clegg & Savuka con «Third world child» (1987) o los Talking Heads de «Naked» (1988), junto a 21 Japonesas con su estreno discográfico, sostenían una de las corrientes más interesantes de la década. ‘Piel tabú’ levantaba el telón para los donostiarras, aquí va unida a ‘Kurumbe’, perteneciente a «Hombre de la selva» (1989).
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Pata Negra: ‘Blues de la frontera’
(«Blues de la frontera», 1987)
El sur también existe, vaya si existe. Rafael y Raimundo Amador, Pata Negra, grandes, muy grandes, haciendo imposible explicar con palabras la vida que desprende ‘Blues de la frontera’. Esa capacidad para situar a Hendrix en Morón, hermanarlos y dejar una huella sonora tan original, solo está al alcance de unos pocos.
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El Último de la Fila: ‘A veces se enciende’
(«Como la cabeza al sombrero», 1988)
«Vamos a querernos mi pequeño amor como tú y yo sabemos».
Manolo García y Quimi Portet lograron con su cuarto álbum confirmar el gran interés que siempre despertaban, y su continuo aumento de seguidores con un éxito mayúsculo gracias a «Como la cabeza al sombrero». Disco arriesgado, íntimo y bastante acústico, plagado de matices de alma árabe y flamenca, brillante con la guitarra de Juan Manuel Cañizares. Hay multitud de vídeos por la red de El Último de la Fila, interesante ver esta actuación en TVE ese mismo año, donde la estética de Manolo y Quimi define muy bien qué ingredientes aportaban cada uno a su magistral y personal fórmula.
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La Búsqueda: ¡Ay, ay, ay, ay!
(«La Búsqueda», 1988)
«Por el caminito triste nos vamos».
Frente a lo aparente, La Búsqueda siempre ha buscado un camino interior, enriqueciendo sabiamente sus canciones, haciendo discos que son auténticas obras de arte. Su estreno indaga en las raíces hispanas, tanto en su letra como en su música, producido por Ramón Godes (Los Coyotes, Malevaje, Rey de Copas). Francisco Albéniz, Javier Suárez y Luis Escorcia, inician una de las aventuras musicales más interesantes de nuestra tierra de conejos, desde Mallorca hasta hoy.
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Las Manos de Orlac: ‘España canta’
(«¡¡La furia!!», 1988)
«¡Qué mal te hice que me tratas así!»
Este fue su primer elepé, donde dejaron su nombre en Las Manos. En ese momento, Jesús Bombín, Manolo Raba y Nacho Mastretta, vocalista y autor de todas las canciones, formaban este fantástico combo cántabro que vivía con un pie y medio en el Caribe. No tiene precio ver a Mastretta agitando la gran maraca.
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Danza Invisible: ‘Reina del Caribe’
«A tu alcance» (1988)
«Tu voz siempre me acompaña y aburrido bajo al bar, al ver que un extraño feeling hace mis piernas temblar».
Y hablando del Caribe, Málaga también está cerca. Digan lo que digan, giro fantástico de Los Danza, éxito merecido por toda su trayectoria y nueva vida a partir de «A tu alcance». Como siempre, todavía mejor en directo, en cualquier momento.
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Malevaje: ‘Arroz blanco’
(«¡Arriba los corazones!», 1987)
«Que desolación me da ver la nevera vacía, con lo bien que yo comía en casa de mi mamá»
Antonio Bartrina seduce a los coyotes Fernando Gilabert y Ramón Godes, atrae a Edi Clavo (Gabinete Caligari), y Virginia Díaz asume baile y castañuelas para iniciar en 1984 la andadura de Malevaje. Mimbres rockeros para un grupo de tangos. Bartrina, animal escénico y enamorado del género del Río de la Plata, hace buena la riqueza de las músicas de ida y vuelta, aireando el ingrediente hispano del tango y añadiendo progresivamente nuevas y castizas letras. Esta milonga pertenece al disco de la confirmación para Malevaje, y demuestra una vez más, una de las añoradas virtudes de los ochenta o de cualquier época en la que existe libertad creativa: la naturalidad a la hora de expresarse y de ser bien recibido. Más o menos.