Diez canciones esenciales de Primal Scream

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Más de tres décadas alumbrando discos en los que han navegado por el rock y el house avalan a la banda británica. Fernando Ballesteros recuerda una decena de composiciones por las que merece la pena adentrarse en su obra.

 

Selección y texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

Hace unas semanas salieron a la venta los dos volúmenes de Maximum rock and roll un trabajo que recopila una parte significativa de las grabaciones que han hecho grandes a Primal Scream a lo largo de las tres últimas décadas y media. Los escoceses, vehículo de expresión de Bobby Gillespie del que nunca han dejado de entrar y salir músicos, siempre han gustado de moverse de un estilo a otro. A veces sorprendiendo, otras —por qué no decirlo—  decepcionando. A la hora de hacer balance, y esta recopilación es una buena excusa para emprender esa tarea, los resultados son satisfactorios.

Es difícil en un grupo que ha tocado tantos palos pero reduciremos en las próximas líneas el trabajo recopilatorio de Maximum rock and roll. Nosotros lo vamos a dejar en diez canciones, diez pepinazos que definen su trayectoria.

 

1. “Velocity girl” (Crystal crescent, 1986)

Casi el comienzo de todo. Una canción breve, de las que lo dicen todo en poco tiempo. Un disparo de pop certero que vio la luz en 1986 como cara B de su segundo sencillo Crystal crescent. Bobby Gillespie, deseoso de volar a su aire, había dejado Jesus and Mary Chain, después de haberse ocupado de las baquetas en el espléndido Psychocandy. Al servicio de los hermanos Reid trató de sacarle el máximo provecho a sus pocas nociones a la hora de tocar la batería.

Con Primal Scream ocupando todo su tiempo ser permitía el lujo de publicar canciones como esta que, hasta ahora, no había vuelto a ver la luz. “Velocity girl” es deliciosa y su sonido, amateur e inocente, está más cerca de unos Smiths que de lo que terminarían grabando los Primal.

 

2. “Gentle tuesday” (Sonic flower groove, 1987)

Corría 1987 y Primal Scream se enfrentaban a la papeleta de editar su primer disco largo. En octubre ve la luz Sonic flower groove, una obra plagada de sonidos que miran a décadas pasadas, guitarras que alegran la vida y estribillos efectivos. Antes, en junio, llegaba a las tiendas “Gentle tuesday”, su primer sencillo, otro cartucho notable con el que abrían el elepé.

Un riff brillante y frescura para regalar adornan una canción que representaba bastante bien el disco que anticipaba. La banda de Gillespie sonaba en el 87 más a The Byrds y otras vacas sagradas de dos décadas atrás que a otra cosa. Para la crítica esa deuda quizá era excesiva y por eso lo despachó con cierta indiferencia.

 

3. “Loaded” (Screamadelica, 1991)

El segundo album del grupo tampoco despegó, pero hay encuentros que marcan la trayectoria de un artista y, desde luego, el de Primal Scream con el DJ Andy Weatherall fue uno de ellos. Un remix de “I’m losing more than I’ll ever have” fue el pistoletazo de salida de los nuevos tiempos.

En una de las transformaciones más espectaculares que se recuerdan, pasaron de mirar al paso a poner patas arriba el pop con una batidora de eclecticismo en el que el rock y el house se daban la mano y bailaban jubilosos. Hoy en día no suena tan revolucionario y Screamadelica, el elepé en cuestión, ha quedado como un artefacto muy hijo de su época, pero en aquel momento no solo transformó al grupo, sino que marcó la pauta y un camino a seguir.

Coros góspel, vientos, psicodelia… la mezcla que alumbra «Loaded» bien podría ser un himno de aquel glorioso 1991.

 

4. “Movin on up” (Screamadelica, 1991)

La crítica se rindió a los nuevos Primal Scream, el trabajo de Andy Weatherall y Terry Farley es espléndido y las canciones despegan. Cada una tiene su propio mundo y el de “Movin’ on up” vuelve a remitir al góspel, los coros femeninos y un sonido algo más clásico que la media del lote.

El tema se coló en las listas de éxitos de Estados Unidos y les valió todo tipo de reconocimientos y parabienes de la crítica. En 1992, Screamadelica fue distinguido con el Mercury Music, ganándole la partida a discos como “Honey’s dead” de Jesus and Mary Chain. El díscolo Bobby ya no solo volaba independiente, sino que lo hacía por encima de sus antiguos jefes gracías a su nueva entente con la cultura rave.

 

5. “Rocks” (Give out but don’t give up, 1994)

Y entonces, en 1994, sucedió algo que pocos esperaban. El grupo que lo había revolucionado casi todo tres años antes volvía con un disco bajo el brazo que sonaba a los mismísimos Rolling Stones. Todo un suicidio. Recuerdo a Gillespie concediendo entrevistas con las uñas afiladas en aquella época y a la prensa cargándose sin piedad Give out but don’t give up.

Funk, blues y deudas stonianas casi en cada surco marcan un conjunto de canciones algo irregular y que palidece en el riesgo asumido cuando se le compara con su precedente. Aun así, quizá mereció un mejor trato. O menos crueldad en alguna de las críticas.

“Rocks”, sin embargo, se sobrepuso a todos esos contratiempos y tirando de ritmo, palmas y encanto, se convertía en el primer top 10 en las listas. Hoy ya es un clásico de la banda por méritos propios.

 

6. “Star” (Vanishing point, 1997)

En 1997, Gillespie y compañía se encierran en un estudio durante dos meses y le dan forma a Vanishing point, una obra que surge como casi como una reacción a su anterior grabación. Frente al clasicismo de aquella, emergen los Primal Scream más electrónicos, con un sonido que visita sendas mucho menos luminosas que Screamadelica.

Hay sonidos funk y pop y sobresale la figura de Mani, el ex Stone Roses que debuta con el grupo aportando toda su pirotecnia rítimica a las cuatro cuerdas. Hay muy buenas canciones en el elepé, algunas como «Kowalski» han acusado más el paso del tiempo, o esa es la opinión personal de alguien como el que escribe que, a última hora, decidió cambiar la elección por la sinuosa y brillante “Star”.

 

7. “Swastika eyes” (XTRMNTR, 2000)

XTRMNTR es una entrada en el nuevo siglo por la puerta grande. Ahondan en los sonidos tecno punk macarra y consiguen un resultado que ha de ser calificado como impactante. Considerado en más de una crítica y comentario internauta como el Funhouse de su generación, se trata de una obra abrasiva que desprende violencia y rabia. He aquí los Primal más combativos, los más políticos.

El, a la postre, considerado por mucho como su mejor álbum, vino precedido de un single extraordinario titulado “Swastika eyes”, que lleva un paso aún más allá todo lo que podamos decir del conjunto.

XTRMNTR no es que haya envejecido bien, no, es que está como el primer día.

 

8. “Some velvet morning” (Evil heat, 2002)

Evil heat completa la trilogía tecno aguerrida superando ampliamente el notable. Una serie de productores se dieron cita para darle forma a un conjunto que no se resiente de la participación de tantas manos. Más bien al contrario.

El My Bloody Valentine Kevin Shields toma las riendas con Bobby y juntos redondean un muy buen trabajo. Varias de las piezas tienen en su denominación de origen la marca de Kevin que le aporta variedad y distinción a canciones como “Miss Lucifer”, “Detroit” y, sobre todo, “Some velvet morning” en la que destaca la aportación vocal de la supermodelo Kate Moss que le saca al máximo partido posible a su escasa voz.

 

9. “Country girl” (Riot city blues, 2006)

Y como si no hubieran aprendido la lección, o tal vez porque les da todo casi igual, después de tres discos con la electrónica marcando el camino volvieron a la senda rockera. Una nueva vuelta de tuerca, aunque esta vez, más allá de giros estilísticos insospechados, el disco Riot city blues se resiente de unas composiciones que no alcanzan el nivel de discos anteriores.

“Nitty gritty”, sin embargo, es inspirada “ «Suicide Sally & Johnny Guitar” juega con los tiempos con maestría. Hay mucho de los Stones clásicos, de nuevo, en un elepe que cuenta como número central y single elegido en su momento con la incontestable “Country girl”. Hacen discos mejores o peores, pero nadie puede negar que siempre te vas a encontrar con varios temazos cuando pinchas un álbum de Primal Scream.

 

10. “It’s all right it’s ok” (More light, 2013)

Y llegamos a 2013, año en el que nos vamos a detener por el momento. Es el turno de More light que surge, otra vez, como reacción a su pasado más cercano.

El grupo venía de girar durante un año completo con las canciones de Screamadelica y a la hora de registrar su nuevo material eso se nota. Es una vuelta al pasado, una visita a aquel lejano 1991 con la que parecen querer reeditar logros.

En el empeño, caen en lo obvio, pues el disco suena demasiado parecido a su disco del 91. La canción elegida “It’s all right it’s ok” es un claro ejemplo. Si al Gillespie del 91 le da por poner una demanda al del 2013, apuesto a que se la gana por plagio. Aun así, es una debilidad personal. Suena al pasado, sí, se copian a sí mismos, claro, como los Ramones, pero que vuelva a sonar, porque nos sigue levantando de los asientos.

 

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