Desde su etapa al frente de Genesis han llovido unas cuantas décadas en las que Peter Gabriel se ha dedicado a su carrera solista, entre otras cosas. Medio siglo en la profesión bien da para una revisión a la altura de su historia. Por Xavier Valiño.
Selección y texto: XAVIER VALIÑO.
Desde 1986, fecha de su mayor éxito, Peter Gabriel no ha dejado de editar discos y dar conciertos. Sin embargo, si nos fijamos bien, y al margen de bandas sonoras, versiones, discos en directo y recreaciones de sus viejas canciones, solo ha editado dos discos de canciones nuevas, el último hace ya casi 20 años. Poca cosa, la verdad.
No obstante, entre su legado con Genesis (que hoy no es el objeto de nuestro homenaje) y sus discos en solitario, Peter Gabriel cuenta con una merecida reputación en el mundo del rock. Partiendo del rock progresivo a finales de los 70, trazando unos ciertos lazos con la nueva ola en el cambio de esa década y grabando algunas de las canciones más rotundas que pasaron por las listas de éxito a finales de los 80, suma suficientes razones para ocupar un lugar en el olimpo del rock. Este 2020 ha cumplido setenta años, motivo más que suficiente para celebrar su historia en diez canciones con sus respectivas alternativas, intentando cubrir todos los discos, de los que solo se ha quedado al margen el segundo (conocido como Scratch –Rasguño– por la imagen de su carátula), del que bien hubiéramos podido recuperar, por ejemplo, “D.I.Y.”.
1. “Solsbury Hill” (Peter Gabriel, 1977)
Su primer single y la canción que daba a conocer su álbum de debut homónimo (conocido como Coche, por la fotografía de su portada) significaba un paso adelante en relación al grupo Genesis que acababa de abandonar, encaminándose ya hacia un rock más caleidoscópico, aunque sin romper totalmente con su sonido. La principal razón de que dejase a la banda fue cuidar de su hija recién nacida, que sufría una grave enfermedad. Además, se dedicó a trabajar el huerto de su casa mientras se embarcaba en un estudio más profundo de las religiones, la filosofía, lo esotérico y las culturas ancestrales. La maravillosa y optimista melodía que vestía, con su voz chocando con la flauta y complementándose con la Orquesta Sinfónica de Londres, hablaba de una epifanía y un renacimiento espiritual en lo alto de una colina en Somerset (Inglaterra), aunque entonces se entendió más bien como una reflexión sobre su decisión de marcharse de la formación que lo dio a conocer y volar por sí solo.
Alternativa: “Here comes the flood”
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2. “Games without frontiers” (Peter Gabriel 3, 1980)
Al igual que el resto de su tercer disco, conocido como Melt (Derretido), el single que lo dio a conocer mantenía una estética fría, claustrofóbica, como de los tiempos de la Guerra Fría, similar, sin ir más lejos, al disco Heroes de David Bowie. Tomando su nombre de un conocido programa de televisión en el que concursantes de distintos países participaban en competiciones ridículas, Gabriel critica, en esta pesadilla marcial y perfecta para cantar en un desfile, el militarismo, la política global, la diplomacia internacional y la paranoia que causa en la población las decisiones de los entes y personas con poder. Además de su recordado silbido, contaba por una guitarra atonal a cargo de David Rhodes y con Kate Bush haciendo los coros, quien repetiría después en “No self control” y “Don’t give up”, su participación más recordada en un disco de Gabriel. Grabada también en alemán para ese mercado, la frase «Adolf encendiendo un fuego» resultaba incluso más siniestra.
Alternativa: “I don’t remember”
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3. “Biko” (Peter Gabriel 3, 1980)
«Septiembre 1977 / Puerto Elizabeth, buen clima. / Todo seguía como siempre / en la celda policial 619». Así se abría la letra de “Biko”, fijando el espacio geográfico, temporal, espacial y político del momento concreto del asesinato del activista negro antiapartheid sudafricano Steve Biko. Fue un punto de inflexión definitivo en la vida y trayectoria de Gabriel: por un lado, pasaba a reflejar temas sociales en sus letras; por otro, y tras escuchar la banda sonora de una vieja película sudafricana (Dingaka, 1964) en una emisora holandesa, comenzaba a interesarse por los sonidos de otras latitudes lejos de la dominante cultura anglosajona (lo que le llevaría en su momento a crear el Festival Womad y los estudios de grabación Real World, casi un ente benéfico al servicio de músicos de países donde grabar en buenas condiciones no es lo más común). El tema empieza y acaba con grabaciones de canciones entonadas en el funeral de Biko y funde ritmos sudafricanos con —entre todos los instrumentos posibles— gaitas tratadas con sintetizadores.
Alternativa: “Intruder”
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4. “Shock the monkey” (Peter Gabriel 4, 1982)
El segundo single de su cuarto álbum, conocido como Security (Seguridad), era el perfecto resumen de su contenido, construido con sonidos experimentales y, también, melodías que podían enganchar a un público más numeroso. Fue su mayor éxito hasta el momento, probablemente debido a su impactante videoclip, del que se desprendía que Gabriel era uno de los primeros en entender el potencial del componente visual para acompañar a las canciones, algo que se convirtió después en una marca de estilo y, también, casi una obligación. A pesar de su amplia repercusión, la canción no era convencional en absoluto: su ritmo se rige por una propulsión antinatural, sincopada, repetida obsesivamente, a lo que suma ciertos ganchos melódicos construidos con sintetizadores después de miles de horas de trabajo en el estudio. Su letra, que podría entenderse como una crítica a los experimentos con animales, hablaba realmente de los instintos más primarios del hombre, de la bestia que los celos pueden despertar en cualquiera.
Alternativa: “I have the touch” (1957)
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5. “San Jacinto” (Peter Gabriel 4, 1982)
Tras “Biko”, Gabriel siguió interesándose por otras culturas. En esta ocasión, la inspiración le vino de un indio apache que conoció en un motel en el que se alojó cuando estaba de gira por el medio oeste estadounidense. El hombre le contó que su casa ardía en llamas en ese momento y que estaba preocupado por su gato, pero que no tenía cómo desplazarse. Gabriel lo llevó allí y le sorprendió que solo se preocupase por su gato, no por sus posesiones materiales. Después, pasaron la noche hablando y el apache le explicó el ritual tradicional en su tribu al cumplir los 14 años para ser considerados adultos: en ese momento, cada niño va con un curandero a las montañas, donde una serpiente de cascabel lo muerde; el curandero lo deja y el niño debe bajar de la montaña solo o morir. Con “San Jacinto”, Gabriel quiso recoger los sentimientos de los nativos americanos que ven cómo su cultura es aplastada por la supremacía blanca. Para transmitirlo, compuso un tema que suena al principio como una visión, gracias a un patrón de sintetizador similar a los de Steve Reich. Más adelante, la melodía se rompe bruscamente al estallar en una de las interpretaciones más crudas y emotivas que haya grabado.
Alternativa: “The rhythm of the heat” (1958)
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6. “Red rain” (So, 1986)
Cuando editó So en 1986, su mayor éxito, Peter Gabriel ya tenía en mente rodar una película, Mozo, que contara la historia de un extraño ser que tenía el poder de cambiar la vida de las personas y que vivía en una aldea castigada por un sangriento diluvio de resonancias bíblicas. Entre sus canciones estarían “On the air”, “Down the dolce vita”, “Exposure”, “Here comes the flood” y “That voice again”. También “Red rain”, el tema que acompañaría los títulos de crédito y que partía de un sueño recurrente en el que Gabriel se hundía en una piscina llena de vino tinto. Además de una programación atmosférica envolvente y el bajo gomoso de Tony Levin, a Stewart Copeland (The Police) se le pidió que recrease el diluvio con el charles de su batería, mientras que el piano simularía ser la salpicadura del agua. Por supuesto, aquella “Lluvia roja” se podía entender tanto como una metáfora del temor a una catástrofe nuclear o a la irrupción del SIDA.
Alternativa: “In your eyes” (1959)
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7. “Sledgehammer” (So, 1986)
Fue su número 1 más rotundo, conocido en todo el mundo gracias a un logrado videoclip de animación fotograma a fotograma que se convirtió en el más programado en la historia del canal MTV. A pesar de su sobrexposición, sigue sonando hoy como una canción perfecta para bailar, cargada de ganchos melódicos, con detalles de trompeta y una atípica línea de sintetizador que van apareciendo en los momentos decisivos, mientras una guitarra funk y la sección de viento que había grabado los clásicos soul del sello Stax en los 60 redondean su poderío. Su letra, abiertamente sexual, contiene, esencialmente, cinco minutos de referencias fálicas (mazo, tren de vapor, coches de choque, avión, martillo), que acaba con una orden para que su destinataria abra su «jaula de frutas». Ambigüedades, las mínimas.
Alternativa: “Big time” (1965)
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8. “Mercy Street” (So, 1986)
Un accidentado vuelo de vacaciones a Rio de Janeiro con la compañía Pan Am fue el origen de esta canción. Tras despegar y detectarse un fallo en el tren de aterrizaje, el avión voló sobre el Océano Pacífico arrojando combustible. Mientras otros pasajeros escribían notas de despedida, Gabriel garabateó algunas notas. Por suerte, el aterrizaje de emergencia salió bien. Para su letra recuperó partes de la obra de la poetisa Anne Sexton, quien había empezado a escribir en el hospital psiquiátrico en el que estaba internada por recomendación de su médico. Después de cinco intentos, consiguió suicidarse en 1974. Por ello esta canción acabó siendo una balada etérea y oscura, que habla de la depresión y de dar sentido a la vida a través del arte. Además de la voz principal, en la grabación hay otra armonizada del propio cantante una octava debajo y que, para conseguir el efecto inquietante que perseguía, la grabó un día nada más despertarse. Comparado con las otras canciones por las que So es conocido, “Mercy Street” trata temas bien diferentes.
Alternativa: “Don’t give up” (1967)
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9. “Digging in the dirt” (Us, 1992)
A principios de los 90, Peter Gabriel acudía regularmente a sesiones de terapia, intentando reflexionar sobre los problemas de su vida personal en ese momento: el final de su relación con Rosanna Arquette, su deseo de reconectarse con su hija y la aceptación de su éxito profesional. Al mismo tiempo, leía un libro titulado Why we kill (Por qué asesinamos) que intentaba trenzar lazos psicológicos entre asesinos en el corredor de la muerte. De ahí este “Digging in the dirt” (“Rebuscando entre la basura”), una canción que habla del autoconocimiento y de asumir responsabilidades en el comportamiento de uno mismo, en lugar de buscarlas fuera o culpar a otras personas. El vídeo culmina la trilogía de clips rodados fotograma a fotograma, junto a “Big time” y “Sledgehammer”, aunque musicalmente es todo lo contrario: una joya introspectiva cortesía de la hábil producción de Daniel Lanois, que empieza suavemente, luego da paso a arrebatos desapacibles y autodestructivos y, finalmente, atisba algo de esperanza al poder reconocer «los sitios en los que me herí».
Alternativa: “Steam” (1970)
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10. “No way out” (Up, 2002)
Pasaron diez años entre el disco anterior y este Up que publicó en 2002. Para entonces, buena parte del público ocasional que había conquistado años atrás ya se había desentendido de él, a lo que tampoco ayudó que a partir de ese momento abrazase un sonido electrónico más exigente, con texturas atmosféricas, guitarras contemplativas, teclados envolventes y unas suaves notas de percusión, si es que llegaba a haberlas. Aunque, al igual que los anteriores, las canciones revelaban el momento vital de su creador, este era ya muy distinto. Entre lo más destacable de su séptimo disco estaba este “No way out”, una súplica, puede que ya inútil, para que una víctima de la violencia se mantenga viva mientras exhala su último aliento tirada en la calle.
Alternativa: “Darkness” (1986)
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Bonus track: “Philadelphia” (Scratch my back, 2010)
Tras su último disco de canciones propias, Peter Gabriel solo ha entregado recopilatorios, bandas sonoras, álbumes en directo, revisiones de sus temas antiguos o discos de versiones, como fue Scratch my back. En este caso, la idea de Peter Gabriel era que él grabase un disco de versiones de otros artistas (Bon Iver, Lou Reed, Arcade Fire, Talking Heads, Paul Simon…) y, a continuación, aquellos hiciesen lo propio con algunas canciones suyas (And I’ll scratch yours, 2013, fue ese disco). Una de las adaptaciones más conseguidas era “Philadelphia”, la canción que Neil Young grabó como tema principal de la película del mismo título (1993); aunque al final se prefirió otra de Bruce Springsteen, esta también se incluyó en la banda sonora de la película dirigida por Jonathan Demme. Young finalmente no grabó ninguna canción de Gabriel, como tampoco lo hicieron David Bowie y Radiohead, por lo que el proyecto quedó en parte frustrado.