Diez canciones esenciales de la etapa irlandesa de The Waterboys (1)

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A mediados de los ochenta, el líder de The Waterboys viajó a Irlanda sin billete de vuelta, dando rienda suelta a una etapa creativa que dejó tres discos y un buen reguero de composiciones. Xavier Valiño escoge diez de ellas.

 

Selección y texto: XAVIER VALIÑO.

 

A finales de 1985, Mike Scott tenía el mundo a sus pies. Era el momento de eclosión de su banda The Waterboys, gracias al éxito del single ‘The whole of the moon’ y a su tercer álbum en tres años, “This is the sea”. La formación jugaba en ligas similares a las de U2 o Simple Minds y estaba predestinada a ser una de las grandes. La revista “Rolling Stone” había calificado a Scott como “el nuevo poeta laureado del rock and roll” y Bob Dylan no dejaba de elogiarlo. Su siguiente disco estaba llamado a ser enorme, justo lo que sucedió con “The Joshua tree” y U2 –eximiéndoles, de paso, de tal responsabilidad–. Sin embargo, Mike Scott no lo estaba disfrutando en absoluto y tampoco estaba por la labor. Justo entonces aceptó una invitación que lo cambiaría todo. Se marchó a Irlanda sin agenda, sin plazos, y acabó inmerso en la cultura celta y la música tradicional para regresar con su mejor álbum y uno de los discos icónicos del folk rock irlandés. La increíble historia de ese período se recoge en el Cuadernos 12 de Efe Eme. Recordamos diez canciones esenciales surgidas de aquellos tres años en Irlanda.

 

 1. ‘Fisherman’s blues’ (“The Fisherman’s blues”, Chrysalis, 1988).

El 23 de enero de 1986, escasos veinte días después de haber llegado a Irlanda, Mike Scott reservó en secreto una jornada en el estudio de grabación Windmill de Dublín, convocando a ella a su nuevo amigo el violinista Steve Wickham, al multinstrumentista Anto Thistlethwaite, al bajista Trevor Hutchinson y al baterista Pete McKnney. Los cinco grabaron de un tirón 16 temas, lo que habla claramente de la química y la empatía entre los músicos. Entre esas canciones había una que Scott había empezado a componer poco antes, ‘Fisherman’s blues’, de la que tenía parte de lo que acabaría siendo su letra en un trozo de papel y en la que quedaba claro que ansiaba dejar atrás el pasado de estrella del rock, reflejado en la metáfora de alejarse “de la tierra firme y sus amargos recuerdos” para pasar a ser “mecido por el mar…, sin techo que me cobije excepto el cielo estrellado”. La primera versión la grabó al piano, indicándole los cambios sobre la marcha al resto de los músicos. Cinco minutos después volvieron a retomarla con Scott tocando una guitarra acústica de doce cuerdas en la que sería la versión final y una de las canciones definitivas y definitorias del grupo.

2. ‘World party’ (“The fisherman’s blues”, Chrysalis, 1988).

También registrada aquel 23 de enero, Scott utilizó una letra y unos acordes que había escrito seis meses antes. En la segunda toma, la definitiva, los ingenieros del estudio se quedaron repentinamente sin cinta grabadora y, cuando la reemplazaron, la banda estaba ya improvisando sobre otro texto que Scott había llevado a las sesiones con el título provisional de ‘A golden age’. Lo más curioso es que Karl Wallinger, miembro de The Waterboys desde los inicios hasta 1986, escogió precisamente este nombre, World Party, para su proyecto en solitario puesto en marcha al mismo tiempo que The Waterboys grababan la canción. Antes de abandonar el grupo él y el bajista Trevor Hutchinson habían contribuido a finalizar su música.

3. ‘We will not be lovers’ (“The fisherman’s blues”, Chrysalis, 1988).

Bob Johnston, veterano productor de los años sesenta, quien había trabajado en su día con Bob Dylan, Johnny Cash, Leonard Cohen o Simon & Garfunkel, contactó con Mike Scott en las Navidades de 1985, mientras este pasaba unos días en la casa de su madre en Ayr (Escocia). No se conocían, pero el americano se ofreció a trabajar con él. Así fue como el productor acabó desplazándose a Dublín para participar en las sesiones de finales del verano de 1986. Según recuerdan algunos de los músicos, Johnston subía el volumen al máximo al grabarlos y gritaba: “¡Tuve a Dylan! ¡Tuve a Cash! ¡Y ahora tengo a Scott!”. Semanas después, todo el grupo estaba volando a Berkley, en California, para unas nuevas sesiones bajo su batuta que tuvieron lugar entre el 2 y el 7 de diciembre de 1986. La primera que grabaron fue esta canción, improvisando los músicos sobre la marcha mientras la cinta corría a partir de un texto compuesto por Scott nueve meses antes. La parte de teclado y la guitarra eléctrica fueron retocadas posteriormente, y la mezcla se hizo al día siguiente mientras el productor no dejaba de gritar emocionado.

4. ‘Sweet thing’ (“The fisherman’s blues”, Chrysalis, 1988).

 

Los cinco músicos que registraron buena parte de aquellas sesiones coincidían en su devoción por esta canción de Van Morrison del disco “Astral weeks”, que habían tocado ya alguna vez en habitaciones de hotel y sesiones informales. Su atmósfera y su letra luminosa tenían un significado espiritual muy especial para ellos, como reconocieron en su momento. Improvisando en buena parte cuando la grabaron en una única toma, Scott añadió también una referencia a ‘Blackbird’ de The Beatles hacia la mitad. Como ya había sucedido anteriormente, la cinta se terminó mientras los músicos tocaban, pero siguieron sin ser conscientes. Los ingenieros corrieron a reemplazar la cinta y volvieron a grabar lo que ya era la parte final, que apareció más tarde publicada como ‘Sweet thing (Conclusion)’.

5. ‘And a bang on the ear’ (“The fisherman’s blues”, Chrysalis, 1988).

 

A principios de 1988, el grupo se mudó a una mansión llamada Spiddal House en la costa de Galway que acondicionaron moviendo todos los muebles y colocando sus instrumentos y amplificadores para grabar durante meses sin que nadie se entrometiera. La primera canción registrada fue esta, con el batería Jay Dee Daugherty (de la banda de Patti Smith) colocado frente a la ventana mirando a la bahía, Steve Wickham al lado de la chimenea y el resto en otros lugares del gran salón. En esta ocasión contaron con una estrella local, el acordeonista Mairtin O’Connor, del grupo tradicional De Dannan.

6. ‘A man is in love’ (“Room to Roam”, Chrysalis, 1990).

‘A man is in love’ comienza como una canción de amor pop directa, casi Beatles, basada en acordes de piano y guitarra con un leve indicio folk a través de las líneas de violín y flauta dentro del arreglo. Su texto en tercera persona habla de un hombre enamorado durante toda la canción, hasta llegar el impacto final al descubrir: ‘Él soy yo’. El creciente dramatismo se ve reforzado por la gradual acumulación de instrumentación a medida que la canción progresa: dos estrofas, el solo de la flauta y luego la estrofa final, sin estribillo. Y eso conduce a la coda, que de repente se convierte en un animado jig (o vals irlandés) instrumental que aparece como un corte con entidad propio en el disco titulado ‘Kaliope house’, aunque de hecho van fundidos. Aunque no parezcan relacionadas, ambas partes encajan perfectamente en la canción, convirtiendo su final en una danza alegre. Suena a tema antiguo y clásico, pero en realidad fue compuesto por Dave Richardson de la banda escocesa The Boys of the Lough, y desde entonces ha sido adoptado como si fuera tradicional por otros artistas, como, por ejemplo, Riverdance o Greenland Whalefishers.

7. ‘The raggle taggle gypsy’(“Room to Roam”, Chrysalis, 1990).

Uno de los momentos más claramente folk de su trayectoria es esta adaptación de una balada tradicional escocesa con una letra que habla de  una mujer de buena posición que se fuga con un gitano. Interpretada a una velocidad endiablada, se convirtió en uno de los momentos álgidos de su repertorio en directo en aquellos años de inmersión en la cultura irlandesa.

8. ‘How long will I love you?’ (“Room to Roam”, Chrysalis, 1990).

Por si quedaba alguna duda de la ascendencia pop de The Waterboys, esta canción, junto a la ya citada ‘A man is in love’ del mismo álbum, serían la mejor prueba. Compuesta por Mike Scott adelantándose al futuro problemático de una relación amorosa que se estaba iniciando y respondiendo a las posibles dudas que pudieran surgir, bien podría haber encontrado acomodo en cualquiera de sus discos al ser una de las escasas excepciones de “Room to Roam” que no tiene claros elementos del folk.

9. ‘On my way to heaven (Don’t you wanna go?)’ (“Too close to heaven, fisherman’s blues part II”, BMG, 2002).

Aunque hay adaptaciones con distintos nombres (entre ellos, ‘The gospel train is coming’), la canción con este título la aprendió Mike Scott en viejos discos de góspel, sobre todo uno de Blind Roger Hays y otro de Edward D. Clayborn. Scott le quitó parte de la instrumentación, le añadió un par de estrofas suyas y la dotó de un ritmo de country blues. A partir de 1986 solía abrir todos sus conciertos. La versión que se grabó se benefició de un ritmo similar al de un tren en marcha proporcionado por el baterista Noel Bridgeman.

10. ‘Too close to heaven’(“Too close to heaven, fisherman’s blues part II”, BMG, 2002).

El grupo había grabado ya dos versiones de este tema compuesto por Mike Scott de forma más atropellada. Para la tercera, Scott propuso hacerlo en un tempo lento, sin dar más indicaciones. Había modificado su letra y sentía la emoción de probarla de nuevo. Guiados por el baterista Kevin Wilkinson, quien no la había escuchado nunca, tanto Steve Wickham al violín como Anto Thistlethwaite fueron improvisando sobre la marcha en un gesto de empatía musical que puede parecer extraordinario pero que casi se puede asegurar que era algo natural en ellos en aquellas sesiones irlandesas.

 

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